Pbro. Msc. Luis Eduardo Martínez Bastardo.

Resumen

Una vez que se han ido superando por ensayo y error las diversas etapas de la pandemia, la necesidad de recobrar la normalidad y de volver a nuestros espacios naturales de plenitud y de convivencia social no se hacen esperar. Hay un reclamo universal por volver a la academia, por darle calor a las aulas de clase, por encontrarnos una vez en la discusión y en la elaboración del conocimiento. Hoy la discusión gira en torno a volver a la presencialidad o mantener, por el contrario, la virtualidad. La nueva normalidad supera esta discusión como si tratara de una carrera de fuerza o de resistencia. La palabra clave aquí, en estas dos realidades no es tensión dialéctica sino relación dialógica. La nueva normalidad nos exige que ambas convivan sanamente, que se encuentren y que se complementen. En este artículo queremos acercarnos a la reflexión sobre la necesidad de la humanización de la virtualidad y su potencial espacio para la Educación Ciudadana. Después de la introducción, daremos lugar a dos partes la mirada en el contexto mundial y en el contexto vital inmediato. Concluiremos con la reflexión sobre la necesidad de considerar estos espacios como lugares para seguir educando al ciudadano.

Palabras claves: Presencialidad, virtualidad, Educación, humanidad, Ciudadanía

Abstract

Once the various stages of the pandemic have been overcome by trial and error, the need to regain normalcy and return to our natural spaces of plenitude and social coexistence does not wait. There is a universal claim to return to the academy, to give warmth to the classrooms, to meet once in the discussion and in the elaboration of knowledge. Today the discussion revolves around returning to the presence or maintaining, on the contrary, virtuality. The new normal overcomes this discussion as if it were a race of strength or endurance. The key word here in these two realities is not dialectical tension but dialogical relationship. The new normal requires us to both coexist healthily, meet and complement each other. In this article we want to approach the reflection on the need for the humanization of virtuality and its potential space for Citizen Education. After the introduction, we will give place to two parts the look in the world context and in the immediate vital context. We will conclude with the reflection on the need to consider these spaces as places to continue educating the citizen.

Keywords: Presentiality, virtuality, Education, humanity, Citizenship

Una mirada previa de la cuestión.

La educación es estar juntos, es convivir, es discutir; es el encuentro, la alegría; la educación comporta una comunidad, condiscípulos; la educación es relación, es hacer sociedad, más aún, hacer familia; la educación es el sin-odos de la humanidad que busca respuestas y construye soluciones. La pandemia aparece para romper el contacto cercano; se interpone entre nosotros una barrera, un muro que levanta para distanciarnos, para no dejarnos estar juntos.

La crisis generada exige una respuesta pero también un análisis. El impacto de las consecuencias que ya se hacen sentir en el mundo entero y en los diversos ámbitos, sobre todo en la educación ya han sido estudiadas y analizadas desde diversas casas de estudio en el mundo, y desde la UNESCO. Hay una gran preocupación por el impacto económico, por la situación de salud, por la convivencia social, pero no podemos dejar pasar el impacto educativo que genera un mundo casi totalmente detenido, que ha sido expropiado de su lugar de origen el campus y que ha sido desprovisto del personal docente que ya no entra en contacto con los actores de la academia.

Según reportes de la UNESCO, hasta el 30 de marzo, 166 países habían cerrado sus escuelas y universidades. “A escala mundial, 87 por ciento de la población estudiantil se vio afectada por estas medidas; es decir, unos 1,520 millones de alumnos. Además, en todo el mundo, alrededor de 63 millones de maestros dejaron de laborar en las aulas”. (IESALC-UNESCO, 2020). Esto es hasta el final del primer trimestre de este año. Naturalmente que la situación se ha agravado, no hay un diagnóstico más esperanzador ni más alentador desde el final del mes de marzo hasta hoy, de hecho, las consecuencias son más dramáticas.

El planteamiento no puede quedar en  una diatriba reduccionista polarizada, se trata de asumir una nueva normalidad reconciliando ambas realidades en la cotidianidad de la vida. Las deficiencias de la virtualidad son un reto que de la democratización de la educación debe afrontar sobre todo en países en los cuales no hay acceso suficiente a los diversos medios tecnológicos. No tener acceso a las tecnologías, las carencias de los servicios públicos, la imposibilidad de acceder a las herramientas tecnológicas, y desde una óptica más profunda, la carencia de una antropología que no pragmátice a la persona y no diluya su identidad.

En el mundo

Nuestra reflexión está centrada en la virtualidad como una oportunidad que debe ser humanizada. Las experiencias en el mundo son diversas.  En Túnez, la principal asociación estudiantil llamó a boicotear las plataformas digitales por considerar discriminatoria la medida. Los alumnos de la Universidad de Chile y de la Universidad de San Sebastián (privada), realizaron huelgas en línea. Además, en el Reino Unido, más de 200,000 estudiantes firmaron una petición exigiendo rembolsos de sus pagos de matrícula, señalando que la instrucción por internet no era por lo que habían pagado.

La virtualidad llegó como una alternativa, pero incompleta, deficiente, impersonal y precaria. Para algunos excluyente y limitada. Emerge como una solución, más bien como una respuesta, una manera de responder y de resolver el grave problema que representa el abandonar las aulas de clases, es una respuesta que pretende dinamizar la educación, pero evidentemente es también, una respuesta a la cual no todos tienen acceso.

No hubo tiempo siquiera de recibir una capacitación mínima sobre el manejo básico de algunas de estas herramientas y, en cambio, es abrumador el enorme despliegue de tecnologías virtuales: Moodle, Zoom Meeting, Skype, Google Hangouts, Google Meeting, Google Classroom, Blackboard, inclusive el WhatsApp a través de la comunicación telefónica grupal, que por la importancia estratégica que están teniendo en estos días de aislamiento social, comienzan a ser parte no sólo de nuestro léxico didáctico, sino también de nuestra propia práctica docente. Esta superavitaria aparición de redes sociales, se confronta negativamente no solo con la capacitación en el manejo, sino también con la pedagogía virtual, con el mencionado acceso limitado a los medios tecnológicos y con la precariedad de servicios públicos en los países y sociedades menos desarrolladas. Por eso afirma el libro: Educación y Pandemia (2020):

En el ambiente de la educación a distancia, en cualquiera de las plataformas, se redefinen los roles del maestro y el alumno; es decir, el uso y la aplicación de recursos tecnológicos digitales en el ámbito de la enseñanza transforma, sin duda, los modos de comunicación entre el profesor y el estudiante, y entre los propios alumnos.

No resulta fácil descubrir la demanda de la democratización de la educación, un acceso a la educación humanizadora, que refuerce y dé plenitud a la persona humana capacitándola a vivir esta nueva dimensión de la ciudadanía. Continúa la lectura del Educación y Pandemia (2020):

Muchos de estos jóvenes tienen acceso limitado a internet y baja capacidad de banda ancha, por lo que es muy probable que sus oportunidades de aprendizaje en línea se vean drásticamente limitadas, especialmente en las áreas rurales. No sólo un número importante de estudiantes de bajos ingresos, sino incluso hasta algunos profesores, carecen de computadoras o tabletas.

La tecnocracia es una alternativa que representa un desafío global en estos momentos. No podemos ni podremos sustituir la educación y sus implicaciones humanas y antropológicas por el funcionamiento de una herramienta tecnológica a la cual no tiene  acceso todos os seres humanos. La vida rural, agraria, del campo, es un contexto problemático para hablar de democratización de la educación o de una inclusión desde la tecnocracia.

En nuestro contexto vital

En el caso de nuestro país, la pandemia ha significado un evento delicado y hasta complicado para la atención y el cuidado, así como el cumplimiento de la cuarentena, del confinamiento y de las diversas normas de bioseguridad. El sistema de transporte público colapsado, la insalubridad, el riesgo que significa el contacto involuntario con tantos ciudadanos quLe pueden ser portadores sin saberlo. Son muchos los docentes que en el fiel cumplimiento de su misión educativa han sido víctimas mortales de esta enfermedad. Amén de todo esto, los salarios que impiden que los maestros, docentes y profesores puedan adquirir equipos tecnológicos necesarios para transmitir los conocimientos.

Se ha insistido mucho en el distanciamiento social, entendido este como el suprimir el contacto entre ciudadanos, manteniendo, según las normas de bioseguridad una distancia mínima entre las personas. El distanciamiento social, no parece ser la frase que más se ajuste a lo que demanda las normas de bioseguridad, lo más adecuado es el distanciamiento físico. La dimensión social no ha sido ni mutilada, ni aniquilada ni vulnerada, las personas seguimos ejerciendo nuestra relacionalidad, seguimos viviendo nuestra dimensión social.

Lo que demanda este momento es cómo podemos construir una nueva ciudadanía en medio de la virtualidad que se entrelaza con la presencialidad. En la pedagogía del Papa emergen algunos elementos que nos sirven de pistas para considerar algunas categorías urgentes en la construcción de esta nueva ciudadanía. En primer lugar, el Papa retoma lo que ha hecho desde los albores de su Ministerio, la convocatoria a todos, distinguiendo a cada uno y esa distinción comienza por aquéllos que ostentan el poder, como los llama el Mismo Papa argentino: “cuantos tienen autoridad”, Francisco, Catequesis de la Audiencia General (2020). Mirar a los que ostentan la autoridad tiene una razón de ser: “una pequeña parte de la humanidad (que) avanzó, mientras la mayoría se quedó atrás”. Francisco, Homilía (2020).

Hay una división evidente en la humanidad según la cosmovisión del Papa, una parte de la humanidad que avanzó y otra que no ha logrado avanzar, es decir que se quedó atrás. Ésta es, naturalmente menos asistida, más necesidad, más demandante y requiere de nuestra ayuda. En esta expresión encontramos implícito una palabra que puede definir a la nueva ciudadanía: solidaridad, una solidaridad que no es funcional, sino efectiva, que busca a los desasistidos.

Y después de la mirada, la reflexión

La nueva ciudadanía nacerá de la misma sociedad, no es una clase emergente ni mucho menos una casta, se trata de personas humanas que deben abrazar su condición y su oficio para vivir en los diversos ambientes el plus de la humanidad, el servicio, se dirige el Papa a quienes trabajan por el bien común: “Animo a quienes tienen responsabilidades políticas a trabajar activamente en favor del bien común”. Francisco, Mensaje Urbi et Orbi (2020). Y continúa el Papa identificando a los actores sociales “a quienes tienen responsabilidades en los conflictos” Francisco, Mensaje Urbi et Orbi (2020) y a “los que detentan el poder económico” Francisco, Mensaje Urbi et Orbi (2020).

Los que debemos accionar el cambio social somos todos. Con respecto a esto afirma el Papa: “Nuestra civilización necesita bajar un cambio, repensarse, regenerarse. Ustedes son constructores indispensables de ese cambio impostergable”. Francisco Carta de Pascua (2020). La otra palabra clave que define la educación en este momento de la historia según el Papa es Responsabilidad. Esta es la misma palabra con la Martín Buber define la relación de nosotros con Dios desde la relación del yo y el Tú absoluto. La responsabilidad es la que tenemos ante Dios de los actos que realizamos.

Si algo ha dejado esta Pandemia es una pobreza cada vez más evidente. Tal es el caso que afirma el Papa de contemplar esto como una realidad concreta: “Mirar a los más pobres, en estos días, puede ayudarnos a todos a ser conscientes de lo que realmente nos está pasando y de nuestra verdadera condición”.  Francisco (2020). Esta no es una afirmación de pura filantropía, es una convicción. El Papa hace una invitación a acercarse al sufrimiento y al dolor de tanta gente:

Qué difícil es quedarse en casa para aquel que vive en una pequeña vivienda precaria o que directamente carece de un techo. Qué difícil es para los migrantes, las personas privadas de libertad o para aquellos que realizan un proceso de sanación por adicciones. Francisco Carta de Pascua (2020).

Son tres las palabras en los que podemos fundamentar la pedagogía del Papa Bergoglio, una pedagogía que supera las necesidades de conocimiento, intelectualidad y abastecer de profesionales a las sociedades de conocimiento; Solidaridad, Responsabilidad y atención a los pobres, son la clave de la nueva ciudadanía que debe cuidarse de un virus todavía peor que el mismo Papa llama: egoísmo indiferente, este es el que hace que aparezca la injusticia, la desigualdad y la maldad del corazón humano; una nueva educación que haga emerger una nueva ciudadanía necesita sanar de raíz; necesitamos una educación que nos sacuda por dentro.  Francisco Homilía (2020).

Hay palabras que han ido cayendo en desuso, ciudadanía es una de ellas. La complejidad de su comprensión, lo lejos que estamos de la construcción de este concepto y la criminalización de la política como esencia ciudadana han hecho que se minusvalore en los usos y costumbres. El mundo globalizado nos impuso vivir superando los límites y las fronteras, ahora no solo vivimos una ciudadanía nacional, sino que conformamos una ciudadanía universal; definitivamente lo que hacemos
repercute en nuestro entorno como un efecto cascada que puede ser indetenible. “La reconciliación reparadora” es la propuesta del Papa. No es una cruzada que va en busca de apropiarse de lo que le pertenece a la humanidad, ni a reclamar violentamente sus derechos, se trata de una conversión: “alimentemos lo bueno y pongámonos al servicio del bien”.

Referencias

Santo Padre Francisco, ¿Por qué tenéis miedo?. Mensaje Urbi et orbi del Momento Extraordinario de Oración en tiempos de epidemia; Atrio de la Basílica de San Pedro, 27 de marzo de 2020

___________________, Superar los desafíos globales. Catequesis de la Audiencia General de los miércoles dedicados al 50º Día Mundial de la Tierra, 22 de abril de 2020

___________________, Homilía “El egoísmo, un virus todavía peor” por el II Domingo de Pascua, 19 de abril de 2020

___________________, Como una nueva llama. Mensaje Urbi et orbi –Domingo de Pascua, 12 de abril de 2020

___________________, A un ejército invisible. Carta de Pascua a los Movimientos Populares, 12 de abril de 2020

___________________, Carta al mundo de los periódicos callejeros, 21 de abril de 2020

IESALC-UNESCO (2020), “El coronavirus-19 y la educación superior: impacto y recomendaciones”, consultado el 06 de novembre, 2020

Alcántara Santuario, A. (2020). Educación superior y COVID-19: una perspectiva comparada. En H. Casanova Cardiel (Coord.), Educación y pandemia: una visión académica (pp. 75-82). Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación.

IISUE (2020), Educación y pandemia. Una visión académica, México, UNAM, consultado el 06 de noviembre, 2020.

Pbro. Luis Eduardo Martínez Bastardo

 

Es Licenciado en Teología y Filosofía, egresado de la Pontificia Universidad Católica Santa Rosa de Caracas, obteniendo mención honorífica Cum Laude, donde también ha sido Profesor. Obtuvo el título de Magister en Ciencias de la Educación mención Orientación en la UPEL- Maracay; también formó parte del Claustro de profesores.

Obtuvo la Licenciatura en Filosofía, mención de la Religión en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, en la cual obtuvo la mención honorífica Magna Cum Laude. En esta misma ciudad, cursó el Máster sobre Estudios y Espiritualidad en San Agustín, ofrecido por el Instituto Patrístico Agustiniano y la Fundación Joseph Ratzinger – Benedicto XVI. Ha sido párroco en varias comunidades de la Diócesis de Maracay, así como también, fue rector del Seminario Diocesano María Madre de la Iglesia de la misma Diócesis.

Es Profesor de pregrado y postgrado en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Carabobo en el Departamento de Filosofía. Ha sido ponente invitado en conferencias nacionales e internacionales. Ha desarrollado su investigación en Antropología Filosófica, Educación y Ciudadanía y el Agustinismo Político. Es Profesor del Seminario Arquidiocesano. Nuestra Señora del Socorro de Valencia y en este momento está a la espera de la fecha para defender su Tesis Doctoral.

Actualmente se desempeña como párroco fundador de Jesús Buen Pastor en la Urb. Los Caobos de Valencia; Director-Fundador de Gaudium, Instituto de Estudios Teológicos y fue nombrado Director Nacional de la Academia Internacional de Líderes Católicos de Venezuela.

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