Cuotas para hipócritas quejicas

 

Por Karen Cancinos

 

Si se modifica la Ley Electoral de Guatemala para que en las listas de candidatos al Congreso sean asignadas mujeres por la mitad, el Legislativo se llenará de congresistas del tipo Lesli Buezo –tránsfuga–, la pistolera que durmió una noche en un centro de detención hondureño en enero de 2013, por la portación de su mini arsenal sin el permiso correspondiente. Gracias a Lesli por comprobar que se puede ser tan bandolera como cualquier hombre.  

 

O del tipo Delia Back –también tránsfuga–, la que en 2008 cobró la friolera de 6,500 dólares como viáticos para viajar a Corea del Sur… cuando la invitación que se le había extendido cubría todos los gastos. Encima no quería devolverlos. “Delia [give] Back los viáticos” le decíamos en la radio a la muy caradura. Gracias a Delia por demostrar que se puede ser tan sinvergüenza como cualquier hombre.

 

O del tipo Virna López, otra corrupta que en 2006 inventó una convención en París adonde viajó con dos amiguitos suyos también diputados (Jaime Martínez Loayza y Waldemar Barillas, este último hoy “asesor” en el Congreso, hay que seguir esquilmando al prójimo). Falsificaron una carta de invitación a la actividad inexistente, y partieron a darse la gran vida a la Ciudad Luz… con cargo a nosotros los tributarios. ¿Recuerdan la fotografía que les tomaron en el aeropuerto cuando regresaron, y que hizo portada en los diarios? López aparece con ojo guiñado, boquita torcida y el gesto que hoy hacen los de un “partido” político, dedo pulgar levantado. Gracias a Virna por comprobar que se puede ser tan bellaca y vulgar como cualquier hombre. 

 

O del tipo Mirna de Coro –tránsfuga–, quien ocupa un escaño por ser “la esposa de” (el alcalde de Santa Catarina Pinula, Antonio Coro), credencial que las feministas encuentran muy chocante. Y con razón. ¿Desde cuándo es meritorio ser mujer florero? ¿Qué hay de virtuoso en seguir al maridito de partido en partido? Gracias a Mirna por demostrar que se puede ser tan anodina e inconsistente como cualquier hombre. 

 

¿Más mujeres, mejor política? No. La verdad es que el tema de las cuotas para mujeres no es uno de igualdad de oportunidades, sino de pura deshonestidad. Precisamente lo que caracteriza a sus promotoras. ¿Por qué no despotrican porque muy pocos hombres ejercen la enfermería, el modelaje y la docencia en preprimaria? Porque son hipócritas: no anhelan representación equitativa de hombres y mujeres en todas las actividades humanas (cosa por otra parte imposible), sino poder político. No discuto su derecho a desear alcanzarlo, pero lo que sí digo es que deben ser honestas y afirmar sin dobleces que eso es lo que quieren, en lugar de apelar a conceptos legítimos como igualdad de derechos.

 

Es verdad que buena parte de las diputadas y políticas locales han demostrado que las mujeres, seres humanos con potencial para lo abyecto, somos tan susceptibles al latrocinio y la corrupción como los peores de los hombres. Pero como seres humanos también con potencial para lo sublime, somos tan capaces de honradez y excelencia como los mejores de ellos. Quizá quieran las activistas pro cuotas demostrarlo, pero para eso deben empezar por despojarse de la hipocresía quejica. ¿Quieren curul, chicas? ¡Gánensela!

 

 

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