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Estudios

¿Aceptar o rechazar la Pedofilia en los mismos términos que la homosexualidad? Breves Consideraciones filosóficas e Históricas y cómo se pretende presentar en el mundo de hoy.

NIZA VALDIVIA GÓMEZ

Abogada y Candidata a Maestría en Filosofía UFM

valdivianiza@gmail.com

 

Resumen: En este trabajo se analiza las implicancias filosóficas e históricas que han tenido una relevancia importante en las manifestaciones culturales actuales, cuyos slogans pretender dar un aspecto de “inclusividad” de varios escenarios en lo que hoy en día llaman LGBTIQ+ y que podría comenzar a incluir a los llamados “pedófilos”. Por ello se analizan algunos pensadores que han contribuido a esta revolución en materia sexual tanto a favor como en contra.

Palabras claves: Pedofilia- Schérer- Foucault- Eros-LGBTI.

Abstract: This paper analyzes the philosophical and historical implications that have had an important relevance in current cultural manifestations, whose slogans aim to give an aspect of “inclusivity” of various scenarios in what they today call LGBTIQ + and that could begin to include the so-called “pedophiles”. That is why some thinkers who have contributed to this revolution in sexual matters both for and against are analyzed.

Keywords: Pedophilia- Schérer- Foucault- Eros-LGBTI.

 

Si las normas de la sexualidad son una construcción social, entonces ¿sería aceptable el hecho de tener sexo con niños por parte de un adulto, legalizando así la pedofilia[1]?

Porque podríamos concluir que esta también sería una construcción social propia del sistema capitalista o propia de la dominación masculina, como muchas feministas señalan, debiendo respetarse las diferentes inclinaciones sexuales basadas en el deseo, en el placer como parte de lo que llamamos “diversidad sexual”, donde podríamos incluso llegar hablar después del movimiento LGBT+P, incluyéndose las categorías de los pedófilos, como ya ocurrió con el llamado movimiento MAP[2]. Esto ya ha sido debate en el parlamento canadiense, a raíz del proyecto de ley C-54, donde el psicólogo y profesor de la Universidad de Montreal Van Gijseghem ya señalaba que “los pedófilos no son simplemente personas que cada tanto cometen un delito puntual, sino que más bien están aferrándose lo que es equivalente a una orientación sexual, así como otro individuo puede estar aferrándose a la heterosexualidad o inclusive a la homosexualidad”[3],

1.-BREVES CONSIDERACIONES HISTÓRICAS Y FILOSÓFICAS.

Como introducción, mencionamos el caso de Mirjam Heine, quien en una polémica charla en TED 2018, en ese entonces era estudiante de medicina, señaló que había una diferencia entre pedofilia y abusador sexual de menores (…) indica que la pedofilia es sólo una preferencia sexual que se tiene hacia niños preadolescentes, sería catalogada como una “orientación sexual inmutable”, como sería por ejemplo la heterosexualidad (…), nadie elige ser un pedófilo, nadie puede dejar de ser uno[4]”. Este tipo de discurso, además de ser repulsivo y fuera de toda investigación y análisis científico, vuelve a entrar en la dinámica feminista radical de “victimizar”, de hablar de “estigmatizados”, haciendo responsable a la población del incremento del abuso sexual infantil bajo la idea de que al ser un grupo reprimidos necesitan consideración por no haber “elegido” ser quienes son. ¿cómo llegamos a este tipo de cuestionamientos?, ¿cómo llegan algunos a hacerse parte de estas ideas sin cuestionar de donde proviene su causa raíz o su propia ideología?

Empecemos con el análisis, es imposible no referirse, desde un punto de vista filosófico a Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Jacques Derrida, Michel Foucault, Gilles Deleuze, Félix Guattari, René Schérer, Guy Hocquenghem, entre otros intelectuales, quienes en 1977 abogaron por la legalización de la pedofilia, señalando que, si la ley francesa reconocía la capacidad de discernimiento de un niño de 12 y 13 años, ¿por qué no se reconocía su capacidad emocional y sexual?, cuestionando el hecho que si una niña de 13 años podía acceder a pastillas anticonceptivas entonces cuál era el motivo de privarle, por ende no reconocerle, su derecho a tener relaciones con quien elija.

Uno de los intelectuales que abogan a la fecha, su defensa de la pedofilia y participó en ésta declaración del 1977, es el francés Doctor en Filosofía, René Schérer, autor de la obra La Pedagogía Pervertida ( titulo original Emile Perverti- 1974), quien ya proclamaba para ese entonces una “sociedad sin escuela”, pues ésta sólo era la forma reprimida de la sexualidad del niño, quien sólo crea niños a nuestra medida: “vigilad, pues, cuidadosamente al muchacho, él podrá protegerse de todo lo demás; pero a vosotros toca protegerle de sí mismo. No lo dejéis sólo ni de día ni de noche, dormid al menos en su habitación, que no se acueste más que abrumado de sueño[5]. Para Schérer la pedagogía implica una educación basada en la “suplencia”, es decir, en ideas propias de una sociedad burguesa que pretenden estructurar la sexualidad de un niño ocultándoles lo que les es propio, él ya declaraba que  “en el momento en que se masturba, inmaduro, por principios y por definición (pedagógicos), proporciona no obstante con su acción la prueba de que en adelante ya no tiene necesidad de los servicios de esa buena suplencia que ha de conducirle al fin al que le destina la educación: la edad adulta y el matrimonio”[6]. Y no es extraño que para este filósofo no hay dos sexualidades, esto es; la del niño y la del adulto (sería el modelo que debe seguir), sino que hay una, y es la que se encuentra atrapada en una red de tensiones que “proyecta al niño” y lo forma. Entonces ese “vigilar, espiar en todo momento” al que se refiere, que realiza el educador hacia el niño, lo ejemplifica con la idea del panóptico de Jeremy Bentham, misma idea utilizada más tarde por Foucault en su obra “vigilar y castigar” (1975). ¿coincidencia?

Schérer, en un concepto que muchos intelectuales también comparten, señala al ano como un sitio privado, que sigue siendo sucio, negado al sexo, eje de toda perversión, llamándolo ano prohibido: “aun cuando el niño sabe perfectamente el tiempo que pasa en los excusados, ese lugar erótico y cultural, aun cuando se hinque, a escondidas, objetos diversos cuya ausencia pasa desapercibida en la familia”[7], idea que posteriormente en términos similares, el ensayista y activista francés LGBT Guy Hocquenghem, con quien tuvo una relación cuando éste tenía 15 años, señalaría en su obra El deseo homosexual (prólogo de René Schérer y epílogo por Beatriz Preciado[8]) lo siguiente: “En las mismas palabras que De Beauvoir, que “no se nace niño”, sino que éste ha sido un artefacto biopolíticamente construido, es decir, “el sistema educativo es el dispositivo especifico que produce al niño, a través de una operación política singular: la des-sexualización del cuerpo infantil y la descalificación de sus afectos[9]. Lo que supone que ese control por sobre el cuerpo implica una privatización del ano como diseño sexopolítico, y que se inserta “la maquina heterosexual” y con ello aludiendo a la idea de que “cerrar el ano es desfeminizar el cuerpo. Este es el régimen genitopolítico que d´Eaubonne denominará falocrático”[10].

Lo que plantea Schérer al respecto es que “lo conveniente sería más bien desexualizar al niño, desenseñarle lo que demasiado bien conoce. Entendámonos: no se trata de desensibilizarlo, una vez admitida en él la perfecta posesión del tacto erótico, sino de desenseñarle su papel, demasiado temprano anclado a él, de pequeño macho “formado así” y no de otro modo, o de pequeña hembra. Deconstruir el discurso en el que el adulto le ha sujetado desde antes que nazca. Invertir constantemente los papeles, disfrazarlo, mezclarlo lo más frecuentemente en grupos mixtos, no para reforzar en él ninguna tendencia heterosexual “natural”, sino para permitir que su no-genitalidad madure y se satisfaga”[11]. Eso explica que para Schérer la pedagogía de hoy y la de aquel entonces es perversa por negar y excluir las relaciones pederasticas entre alumnos y maestros, por no entender que el amor y el educar son inseparables y que sólo ese amor puede ser el impulso al deseo de enseñar. Pretende convencer de que a éste “sexo neutro” (la del niño) debe dotársele del tacto erótico, y él en su discurso demagogo parece abogar por todos los niños del mundo, diciéndoles que fueron convencidos por los educadores de que son exclusivamente eso: ¡niños! Hombres en potencia; ¡niñas! Poseedoras de la femineidad, y nada más que eso, convenciendo de que ha sido la sociedad capitalista contemporánea la que ha gobernado el ejercicio de la genitalidad de individuos carentes de madurez, quedando incapacitados a partir de ahí, para determinar los elementos pulsionales a los que debe ceder. Frente a ello surgen dos preguntas: la primera ¿de qué es lo que realmente se quiere convencer, de una perversión propiamente tal o de una justificación personal de sus propios actos?, porque es curioso si uno piensa si Schérer tendría el mismo planteamiento si no hubiese querido justificar su “amorío” con un menor de edad que pervirtió bajo esa misma idea por la que repudia al capitalismo, y por el que este último quiere proteger, y porque además  dichas ideas no son realmente “algo altruista sui generis” hacia el niño, como se quiere mostrar en primer plano. Y la otra duda que surge es ¿a qué elementos pulsionales se refiere y a los cuales el niño “debe ceder”? nótese que en la última frase entre comillas habla de un imperativo categórico “como un deber” y luego le sigue la palabra “ceder” ¿no hay ahí una falsa idea de otorgar libertad en la sexualidad y al mismo tiempo direccionarla hacia lo que convenga al otro? Porque además menciona que todo lo que debe de hacerse respecto del niño supone un cambio de tendencia, esto es, la tendencia heterosexual natural.

No es extraño ver después que Schérer en una entrevista que se realizó en el 2001 señalara que había una falsificación del término “pedofilia” para referirse a los delitos sexuales y delitos cometidos contra los niños, ya que a los agresores obviamente no le gustan los niños, los explotan para satisfacer sus impulsos perversos. Sería prudente hablar de “pedomaníacos”, “de pedomanía”, como hablamos de cleptómanos o morfinomaníacos. Esto tendría el mérito de resaltar la dimensión criminal y patológica de tales actos”[12]. En otras palabras, un pedomaníaco amaría a los niños y no los explotaría bajo ningún aspecto, y un pedófilo sería todo lo contrario, por ello supone un cambio de nomenclatura, que en realidad no tienen ningún aporte para lo que queremos analizar.

Ahora nos referiremos a otro de los intelectuales influyentes, el filósofo francés Michel Foucault, sus planteamientos no son muy diferentes del anterior en comento, éste tenía un planteamiento casi revolucionario sobre los placeres y cómo estos fueron cediendo a lo que él llamaba (bio)poder, implicando que nuestra sexualidad quedaba sometida a un régimen de represión desde los primeros años de la infancia, donde se construye finalmente la idea de un sexo marcado entre lo que manifiesto y oculto, de manera que lo que no calzara con la figura estratificada caía en lo “perverso”, eso explica que para él las relaciones de incesto, por ejemplo, eran una forma de esa represión propia de una burguesía hipócrita[13] y del cristianismo, pues para él en la Antigua Grecia “amar a los muchachos era una práctica “libre” en el sentido que no sólo estaba permitida por las leyes (salvo circunstancias particulares) sino admitida por la opinión”[14]. De hecho, ya había escrito que “la aparición en la psiquiatría, la jurisprudencia y también la literatura de toda una serie de discursos sobre las especies y subespecies de homosexualidad, inversión, pederastia y “hermafroditismo psíquico”, con seguridad permitió un empuje muy pronunciado de los controles sociales en esta región de la “perversidad”, pero permitió también la constitución “de rechazo”: la homosexualidad se puso a hablar de sí misma (…)”[15]. Sobre todos estos argumentos, es claro la influencia enorme que causó en muchos intelectuales posteriormente, y también en parte en el mundo de la medicina y el psicoanálisis, por empezar a cuestionar muchas de las problemáticas del sexo que han estado en “una verdad” que no lo era, una verdad que tuvo sus cambios en el siglo XVIII al siglo XX con el establecimiento de los controles menos rígidos, más tolerancia hacia lo prohibido, que permitió borrar buena parte de los tabúes que habían sobre la sexualidad infantil[16] y que luego, ello tuvo un cambio drástico. Dichos planteamientos irían en la misma línea para alguien que, reprimido sobre su sexualidad, admite sus deseos y fantasías con menores de edad como muestra de una liberación sexual de lo prohibido, ya que para Foucault, La verdad, en lo más secreto de nosotros mismos, sólo “pide” salir a la luz; que si no lo hace es porque una coerción la retiene, porque la violencia de un poder que pesa sobre ella, y no podrá articularse al fin sino al precio de una especie de liberación”[17], entonces ¿hay un poder que ha controlado por todo este tiempo una verdad que quiere ser “liberada” como la de un pedófilo?, al respecto Foucault señala que “Los actos sexuales deben someterse pues a un régimen extremadamente precavido. Pero ese régimen es muy diferente de lo que podría ser un sistema prescriptivo que tratase de definir una forma “natural”, legítima y aceptable de las prácticas”.[18], en todas sus palabras finalmente no define a qué se refiere con un régimen extremadamente precavido cuando se habla de un pedófilo, en cambio muestra una extrema repulsión hacia lo establecido, represor y natural. Se hace valer de las prácticas de la antigua Grecia como la “pederastia”, señalando que “lo que ha cambiado no es el gusto por los muchachos, ni el juicio de valor que se hace sobre quienes tienen esa inclinación, sino la manera que se pregunta sobre él (…), el amor a los muchachos se practicaba sobre todo con los jóvenes esclavos, sobre cuyo estatuto no había que preocuparse”[19], a simple vista parece aceptar dicha práctica dirigida hacia los esclavos, entonces no es claro cuando después menciona la opresión en que se encuentra inmerso la sociedad, si desde ese entonces ya había un elitismo pederástico. Lo expuesto, finalmente englobaría una suerte de conversión de toda persona en un sujeto moral que, en un cumplimiento ético tiende a renunciar a sí mismo.

Una influyente crítica intelectual, un poco más actual, es Camille Paglia, autora del libro “Sexual Personae”, quien en varias de sus entrevistas dadas en la década de los 90´, mostró un inminente, y a la vez sorpresivo, para muchos pensadores e incluso lectores de sus obras y charlas sobre el feminismo, apoyo a la pedofilia, a la pornografía infantil y, específicamente, a la legalización del contacto sexual entre adultos y niños de “cualquier edad”, planteamientos que también fueron publicados en la asociación norteamericana Nambla[20]. Declarando lo siguiente: “Así coincido con Sade en que tenemos pleno derecho a desbaratar los impulsos procreadores de la naturaleza con la sodomía o el aborto. Posiblemente la homosexualidad masculina es el intento más valiente de huir de la femme fatale y vencer la naturaleza (…). Pero, claro está, la naturaleza ha terminado ganando, como siempre, y ahora la enfermedad es el precio que hay que pagar por la promiscuidad sexual”[21]. También se remonta a la Grecia Antigua donde señala que “el efebo (muchacho) era deseado, pero no deseante. Ocupaba una dimensión presexual o suprasexual, el ideal estético griego. Convencionalmente, su admirador adulto podía buscar el orgasmo, pero él no llegaba a una erección (…). La pederastia griega alababa el magnetismo erótico de los muchachos adolescentes de una forma que hoy puede llevarle a uno a vérselas con la justicia (…). Estoy de acuerdo con Bruce Benderson en que los niños pueden escoger y escogen”[22]. Con ésta última frase no cabe duda respecto de su postura, que pese a ser cuidadosa en sus palabras, lo afirma de manera implícita, complementándolo con lo siguiente: “Actualmente, y en especial en los Estados Unidos, el amor por los muchachos no sólo es escandaloso y delictivo, sino también de mal gusto. Cuantas veces habremos visto en el telediario a profesores, sacerdotes y monitores juveniles entrar esposados en un furgón policial, acusados de algún delito relacionado con ello. Los psicólogos opinan que se trata de personas emocionalmente inmaduras, socialmente desajustadas. Pero la belleza tiene sus propias leyes, unas leyes que son inconsistentes con la moral cristiana. Como mujer, me siento libre de protestar porque hoy se ponga en la picota a muchos hombres por algo que en el momento álgido de la civilización griega era considerado honorable y racional”[23], y en ese contexto Paglia ya mencionaba que “los niños son unos monstruos con un egoísmo y un deseo desenfrenados, porque salen directamente de la naturaleza, hostiles indicios de inmoralidad (…). La mayoría de la gente lo oculta tras unos preceptos éticos adquiridos y sólo se lo encuentran en los sueños, que se apresuran a olvidar no bien se despiertan (…). Sombras psíquicas determinan la forma de cada atracción, de cada caricia, de cada orgasmo”[24]. Todo podría resumirse en que, sobre la base de una moralidad perpetrada en nuestra sociedad, hemos definido que debe atraernos y que no, siendo no-libres para elegir sobre nuestro placer y deseo, lo que significaría que esa construcción moral ha reprimido nuestro verdadero instinto animal y bien podríamos sentir realmente el deseo hacia un niño(a) cuando se (de)construya esa moralidad y permita que lo “perverso” sea algo normal tal como lo fue en la antigua Grecia.

Ahora bien, cuando muchos de los intelectuales utilizan reiteradamente el argumento de que en la Grecia Antigua era admitida la pederastia, y por tanto, no reprochable, olvidan que la pederastia también se secularizó, lo que resultó ser un rito iniciador de los muchachos también tuvo sus transformaciones, donde grandes sabios como Solón legislaron con el fin de regular las conductas sexuales, contra los abusos sexuales cometidos contra menores, esto es, “niños que en el futuro habrán de ser ciudadanos[25]. El profesor Mas, citando a Gómez Iglesias señala que “la pederastia tenía un marcado carácter elitista, pues estaba al servicio de la reproducción social de la nobleza (…). A mi modo de ver, la pederastia surgió y se desarrolló con el fin de ejercer una función reforzadora de aquellos vínculos necesarios para la propagación de un imaginario que hacía de la nobleza un grupo diferenciado en el seno de la polis (…) se trata pues de un camino de acercamiento al poder, articulado y adoptado en el seno de la aristocracia (…) un signo de status[26], entonces ¿olvidaron que la pederastia finalmente era una manifestación de poder que sólo, en un principio, era propia de una aristocracia?, resulta paradójico, hablar finalmente de una educación opresora de la sexualidad y alabar al mismo tiempo una manifestación de poder por sobre otra persona que solo algunos “privilegiados” gozaban.

Siguiendo con Camille Paglia, en octubre de 1991, en un artículo llamado Pigs, dudes, slimeballs, victims, studs, wimps, girl toys, fools, héroes, ¿human beings? de la revista Esquiredeclaró que “El destino de la masculinidad está íntimamente ligado a la homosexualidad. En todo el mundo, en Grecia y Roma, como en el Cercano Oriente, China y Japón, los hombres bonitos generalmente han considerado que los hombres son tan sexualmente deseables como las mujeres. Esto me parece perfectamente natural. El judeocristianismo es inusual para encontrar aborrecible la práctica del amor de niño”[27], lo que significa que para ella la pedofilia es perfectamente natural, pues los niños se verían perjudicados no por el contacto que pudiesen tener con adultos, sino por la represión social a la que se ve inmersa la pedofilia hoy en día, en octubre de 1995 en la revista The Advocate había incluso defendido la idea de la empresa de Calvin Klein de sexualizar adolescentes en una campaña publicitaria, nótese aquí la palabra “adolescentes”, muy diferentes a “niños, prepúber”, ahí admitió firmar un manifiesto en Nambla junto al poeta pedófilo norteamericano Allen Ginsberg[28], a quien ella admiraba mucho pues significaba el emblema puro en la defensa del amor bello entre niños y adultos, estas fueron sus palabras: “Allen Ginsberg fue el apóstol de una sexualidad verdaderamente visionaria. Al igual que el Whitman expansivo, sensual y democrático, pero a diferencia del Foucault retorcido, deshonesto y pretencioso, vio la continuidad entre la gran naturaleza y el cuerpo humano, bañado en ondas de energía cósmica. Visto desde esta perspectiva pagana, la celebración de Ginsberg del amor de niño fue pura y sin pecado, lo que demuestra las limitaciones de los paradigmas judeocristianos de la sexualidad”[29]. Incluso declaró que “Normalmente odio a Foucault, creo que es un fraude. Pero Foucault habló sobre este tema. Todos sus seguidores en la academia suprimen mucho de esto, suprimen la parte del amor de niño”[30], ahí uno se pregunta ¿Foucault?, ese filósofo que había declarado que para él un niño es “un seductor” que puede lanzarse a un adulto ¿es digno de citar en publicaciones sólo bajo la idea de que ponía el tema en la palestra con un enfoque distorsionado por su propio acomodo? Todo nos deja en una reflexión profunda, sobre todo cuando uno al investigar se percata que ciertos intelectuales, no obstante tener convicciones basadas en libertad y anti-victimismo, pueden, sin embargo, divergir en algún punto conectado con nuestra propia realidad. Actualmente Paglia no ha publicado nada sobre el tema de Pedofilia, pero en recientes entrevistas, una de ellas realizada junto al psicólogo canadiense Jordan Peterson, donde recomienda abiertamente leer su obra “Sexual Personae” de más de 700 páginas, reafirmando claramente su tesis sobre la liberación pagana del amor de niños y adultos basada en una historia de Arte, en un sentido menos grotesco que el de los anteriores intelectuales en comento. Para finalizar con su exposición, en una entrevista en la revista The Guide de 1999 por el exportavoz de Nambla, Bill Andriette, señaló que “este tema del amor hombre-niño no es solo periférico en mi pensamiento. Para mí, simboliza los tipos de procesos de pensamiento por los que estaba pasando hasta que llegué a la tesis más grande de mi carrera, que es que la civilización occidental, como generalmente se reconoce, es una fusión de dos hilos muy diferentes: el judeocristiano con el Grecorromana. El lado grecorromano, el lado pagano, es igualmente parte de nuestra herencia y, por lo tanto, he puesto todo mi peso en tratar de dramatizar esto”[31].

Una figura quizás menos conocida, es el profesor norteamericano de filosofía, emérito, Robert Ehman, otro de los que ha defendido el sexo entre adultos y niños, considera que la nocividad del sexo entre adulto-niño no está realmente comprobada, puesto que los estudios que se han realizado no son representativos de niños que han tenido contacto sexual con adultos. Además, señaló que “el sexo entre adultos y niños es perjudicial únicamente, o predominantemente, debido a la forma en que la sociedad ve y maneja el contacto sexual entre adultos y niños. El daño, es el resultado de una profecía autocumplida[32], este argumento resulta banal, principalmente por ser obvio y al mismo tiempo sugerente, pues bien podría haber señalado que en una cultura como la de Grecia Antigua, esto no sería reprochable y probablemente no lo estaríamos rebatiendo, aunque ni eso sería una verdad absoluta, además menciona el daño sólo como condicionante de una percepción social y no como consecuencia del acto mismo. Y concluye que “los niños son seres sexuales: los niños de ambos sexos son capaces e interesados en varios tipos de experiencias sexuales, y la mayoría de los niños se han involucrado en algún momento en actividades sexuales con otros niños”[33], al respecto, nadie discute que los niños son seres con una sexualidad que va formándose en distintas etapas de la vida, pero biológicamente no están aptos para tener relaciones sexuales, y esto no tiene que ver con reprimir una capacidad emocional de querer experimentar, estas son dos cosas diferentes, ¿Por qué?, porque un niño que 5 años, por ejemplo, es improbable que manifieste un deseo sexual hacia algún adulto, y en eso ni siquiera se necesita ser neurocientífico para saberlo, además Ehman agrega eso de la capacidad e interés en varios tipos de relaciones sexuales, que pese a no especificar, podríamos creer, en base a su argumento, que un niño de 8 años estaría interesado, por ejemplo, en experimentar relaciones con cadáveres, o animales, pero ¿de dónde vendría ese interés?, porque es claro que a ningún niño le nace una idea o curiosidad sin algún conocimiento previo sobre algo especifico que impulsa dicha curiosidad, y que indudablemente debe provenir de algo o de alguien, como cuando el niño comienza a preguntar ¿por qué el cielo es azul?. Me parece que Ehman no quiso considerar esto tan obvio y a la vez tan ingenuo, por un afán de hacer responsable al niño de ciertas normas sociales que internaliza.

Lo interesante en este argumento de Ehman es que invierte la carga de la prueba, es decir, “la prueba recae en aquellos que afirman que la satisfacción sexual de un niño no puede, en ninguna circunstancia, provenir del contacto sexual con un adulto. Si la carga de la prueba no se puede cumplir, dice el argumento, deberíamos estar abiertos a la opinión de que el contacto sexual entre un adulto y un niño a veces será mutuamente deseado”[34].

2.-ALGUNAS REFUTACIONES EN TORNO A LA PEDOFILIA EN LA ACTUALIDAD.

Para refutar estos argumentos, expondremos lo señalado por la filósofa norteamericana Marta Nussbaum quien señala que “el sexo entre adultos y niños causa daño a los niños (…) la apelación a la antigua Grecia debe señalarse que lo que se toleraba en la cultura griega eran las relaciones sexuales entre hombres y adolescentes, no entre hombres y niños prepúberes. Además, el hecho de que cierta práctica fuera aceptada en la antigua Grecia no muestra que la práctica fuera inofensiva. Considere, por ejemplo, la esclavitud o la opresión de la mujer”[35]. De hecho, podemos señalar que Platón ya señalaba, en su obra las leyes, donde se centra en la pederastia ocurrida en Esparta y en Creta, que “hay que buscar una téchne para establecer una ley que regule las relaciones sexuales, esto es, no directamente una ley, sino una artimaña que permita establecer la ley (…)”[36], es un claro intento de regular las conductas sexuales de ese tiempo. Además, podemos citar a Aristóteles, quien en su obra Ética a Nicómaco señala en su libro VII capítulo 11, que “No todos los placeres son buenos, (a) porque los hay también vergonzosos y objeto de reproche; (b) porque los hay dañinos, ya que algunas de las cosas placenteras producen enfermedades”[37], y continúa en capítulo 12 diciendo “Por eso no está bien afirmar que “el placer es un proceso perceptible”; más bien hay que decir que es una actividad de nuestro estado natural-y, en vez de “perceptible”, hay que decir “no estorbado”-. A algunos les parece que es un proceso porque es bueno en sentido propio, ya que identifican actividad con proceso, pero son cosas distintas”[38]. Complementando aquello, el profesor Salvador Mas, a raíz de otra de las obras de Aristóteles, señala lo siguiente: “el placer anal, insisto, puede aprenderse; todo el mundo puede iniciarse en él con una única condición, señala Aristóteles en los Problemata, que el iniciador actúe en el momento oportuno, sobre los catorce años, cuando se empieza a producir semen”[39]. ¿Se han olvidado estos planteamientos de dos grandes filósofos de aquella Grecia Antigua, cuyos preceptos suponían un predominio del ser por sobre el sexo, el placer?

Los Doctores en Filosofía Spiecker y Steutel señalan que “Seguramente, los niños pueden desear tener relaciones sexuales con un adulto debido, por ejemplo, a sentimientos de seguridad, atención y aceptación. Que, es más, pueden buscar contacto corporal con un adulto debido a las deliciosas sensaciones. Todos esos sentimientos y contactos pueden ser placenteros, pero el punto es que estas sensaciones no son las mismas que las involucradas en la gratificación orgásmica”[40]. Estos autores plantean la problemática desde el punto de vista de dos principios: el principio del consentimiento mutuo y el de la no explotación, y creo que es importante referirme a ellas para ir concluyendo nuestra reflexión.

Con respecto al primer principio significaría que el sexo sólo será moralmente permisible si ambas partes interesadas han dado un consentimiento puro y voluntario sobre la base de información adecuada, ¿Cómo probar ese consentimiento voluntario previo a saber lo que significa el acto en virtud de la cual se acepta? Y respecto a ello es difícil responder en un labor de refutar y cuestionar, sobre todo si tenemos argumentos tales como: a)“algunos mantendrán que un pedófilo genuino nunca recurrirá a la violencia o la amenaza”[41], b)o en palabras de Margot Kaplan “existen los llamados pedófilos virtuosos: pedófilos que no molestan a los niños y creen que el sexo con niños es incorrecto”, aquellos que no viven sus vidas en un armario, sino que están eternamente acurrucados en una habitación del pánico[42], c) o argumentos del mundo científico como “si las personas informan la ausencia de sentimientos de culpa, vergüenza o ansiedad por estos impulsos y no están limitadas funcionalmente por sus impulsos parafílicos, y sus historias auto informadas y legalmente registradas indican que nunca ha actuado según sus impulsos, entonces estos individuos tienen una orientación sexual pedófila pero no un trastorno pedófilo”[43], d) o lo que señalan los investigadores Beir, Schaefer, Wakefiled et al, respecto de que “desde una perspectiva clínica, es necesario enfatizar que hay hombres pedófilos que restringe su deseo de contacto sexual con niños sólo a fantasías, y otros hombres que están en riesgo de cometer un delito porque la fantasía por sí sola no satisface su deseo sexual. Este segundo grupo son delincuentes potenciales que desean reducir sus impulsos cada vez más abrumadores con ayuda terapéutica”[44]. Empero, jamás podríamos otorgar un consentimiento puro y voluntario de algo que no conocemos, a menos que algo o alguien nos muestre o entregue información sobre “eso” que no conocemos, llevando a un consentimiento viciado, y lo que es más, estaría condicionado a lo que el otro sabe o ya ha hecho, y eso es porque la relación entre un niño y un adulto siempre será asimétrica, por mucho que se pueda argüir frases como: “él me provocó, él me sedujo, los niños saben lo que hacen, entre otras similares” y sobre ello debe haber siempre protección.

Respecto del segundo principio que plantean Spiecker y Steutel, el de la no explotación, dicho concepto no va enfocado a una explotación física necesariamente, pues al haber esa asimetría de la que mencioné, una de las partes necesariamente juega un rol de “poder” frente al otro, ¿no es así?, cuando nos encontramos frente a la situación de algún contacto sexual de un niño con un adulto, pedófilo en el criterio que sea, necesariamente hay posiciones relacionales diversas, que llevan a una de las partes a hacer o no hacer lo que quiere el otro, un niño jamás tendría de su lado ese poder. Pongamos un ejemplo inverso clásico, lo ocurrido entre el griego Alcibíades y Sócrates, donde éste último, luego de varias insistencias y aproximaciones por parte del joven griego, se negó y eso ocurrió porque para Sócrates las relaciones pederastias no pueden legitimarse en una transacción comercial de sexo a cambio de sabiduría, y si hubiese sido a la inversa, el poder lo hubiese tenido Alcibíades en conseguir su objetivo y Sócrates hubiese sido enterrado con toda su filosofía. En este ejemplo nos referimos a un bello muchacho aristócrata (no un niño) y a un maduro filosofo, y resulta ser la prueba de lo que Platón llamó posteriormente Akrasíaesa falta de mando sobre sí mismo, consecuencia de la ignorancia, que lo lleva finalmente a constituir la erótica platónica terminado por superar la erótica clásica de los placeres.

He dejado para el final a uno de los grandes intelectuales, el filósofo británico Sir Roger Scruton, quien en su obra Sexual Desire- A philosophical investigation (1986), señala que “El caso paradigmático es la pedofilia, en la que se busca al otro, no a pesar del hecho de que es un niño, sino porque es un niño. Existe un instinto natural de apreciar lo que es joven y de expresar nuestros deseos sobre lo que es fresco y hermoso. El pedófilo, sin embargo, dirige sus atenciones no a un “ser humano joven”, sino a un “niño”. La diferencia aquí es paralela a la que existe entre sexo y género. La idea de lo infantil no pertenece al material, sino al entendimiento intencional”[45]. Algo fundamental que señala Scruton es la búsqueda del otro, que lleva consigo la idea de que ese otro debe y tiene que ser un “niño”, donde finalmente quién pervierte a quién es claro, quien necesita de abusar moralmente de otro y despojarlo de su inocencia. Scruton, al respecto, expone que “hay, en todos nuestros tratos con niños, una disposición a considerar al niño como “inocente”, es decir, inocente de los motivos contaminados que gobiernan la vida de los adultos. Consideramos a los niños de dos maneras incompatibles. Por un lado, son premorales, incapaces de hacer lo malo porque no pueden hacer lo correcto. Por otro lado, son ‘inocentes’, actuando siempre por motivos puros que justifican nuestros elogios. La verdad del asunto es simple: los niños son parcialmente morales y actúan a veces correctamente, a veces incorrectamente, pero nunca con plena responsabilidad por lo que hacen”[46].

Scruton ya lo señala en su obra citada que “deseamos que la iniciación no ocurra antes de que la “era de la inocencia” haya expirado, ya que deseamos que se retenga la expresión sexual hasta que pueda existir como una respuesta interpersonal. Por lo tanto, nuestra percepción de la inocencia moral del niño se combina con una interdicción poderosa: no despertar en el niño un interés en estas cosas que le están prohibidas. Esta interdicción, que los freudianos lo llaman ‘tabú’, es algo más que un prejuicio irracional. Y es precisamente lo que excita el mayor transporte en el pedófilo, que busca revivir la experiencia del niño de las cosas prohibidas, para recrear la emoción de descubrirlas. Él recrea la curiosidad primaria, cuando ciertas partes del cuerpo, ciertas palabras, ciertas acciones, atraen una cualidad mágica de placer prohibido, y cuando la “revelación” de la excitación sexual se prefigura en la “travesura” del juego sexual (…) Es cierto que los niños sienten deseos sexuales y los unen a este o aquel objeto de afecto. Pero la emoción resultante no puede tener la estructura intencional del deseo. Un niño puede ser excitado sexualmente por un adulto y puede obtener placer sexual. Pero el resultado no será el deseo del adulto, ni expresará el conocimiento y el consentimiento hacia el propio deseo del adulto”[47].

Todo lo expuesto, nos lleva a reflexionar sobre muchos aspectos que quizás nunca consideramos ni sabíamos que existían, más allá de la crítica que se pueda hacer al DSM-5 respecto de los criterios a determinar la pedofilia, más allá de todos los estudios neurocientíficos que se han hecho para su diagnosis, y si está podía estar o no enlazada a otros trastornos (comorbilidad), debemos entender las raíces filosóficas e históricas del pensamiento humano que nos lleva a cuestionarnos las cosas que nos rodean como parte de una realidad que es, por sobre todo, dinámica. Esto nos permitirá entender y refutar diversas tesis que puede haber sobre un tema controversial, que sin embargo tienen raíces que se nutren constantemente de ideas cómplices de una misma causa, de un mismo interés para quien la profesa. Antes de declarar una inclinación por aceptar o rechazar la pedofilia como una orientación sexual, o dar crédito a “pedófilos virtuosos” atrapados, como se ha dicho por algunos psiquiatras y psicólogos, en la habitación del pánico de una sociedad que no los comprende, que los detesta, es importante revisar lo que hay detrás de aquel concepto, lo que hay escrito al respecto para formarse una opinión única e inspiradora para quien desee ver más allá de lo que puede promover, por ejemplo, un movimiento social. Por ende, resulta muy sencillo dar una charla, como la Mirjam Heine que coloqué como introducción a este ensayo, basada en una historia personal de alguien, que ni siquiera se sabe si existe o es ficción, y mostrar con tono apesadumbrado casi desolado para conmover al público, un intento de manipulación de la opinión sin ninguna base, ni estudio que permita confrontar su postura con la contraria, pues claramente eso le habría llevado mucho tiempo, quizás años, para finalmente darse cuenta que estar en el otro lado de esa habitación del pánico, resulta más desolado de lo que parece, pues implica una lucha sobre el sesgo ideológico que ha impetrado en nuestra sociedad actual.

3.-REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

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TENBERGEN, GILIAN et al. “The neurobiology and psychology of pedophilia: recent advances and challenges”. Frontiers in Human Neuroscience, vol. 9, article 344, (june 2015).

 

[1] Sólo para contextualizar al lector, el Manual Diagnostico y Estadístico de Trastornos Psiquiátricos (DSM-5) menciona los criterios de diagnóstico para esta filia, que son: A) Durante un periodo de 6 meses al menos, tener excitación sexual intensa y recurrente derivada de fantasías, deseos sexuales irrefrenables o compartimientos que implican la actividad sexual con uno más niños prepúberes (menores de 13 años). Aquí se debe especificar si la atracción sexual es por el sexo masculino, femenino o por ambos.

  1. B) El individuo ha cumplido estos deseos sexuales irrefrenables, o los deseos irrefrenables o fantasías sexuales causan malestar importante o problemas interpersonales. Se debe especificar si está limitado al incesto.
  2. C) El individuo tiene como mínimo 16 años y es al menos 5 años mayor que el niño/niños del criterio A. se debe especificar si es tipo exclusivo (atracción exclusiva por los niños) o del tipo no exclusivo (niños y adultos). No se incluye a un individuo al final de la adolescencia (17 o 18 años) que mantiene una relación sexual continua con otro individuo de 12 o 13 años. Pero deberá verse caso a caso.

En este sentido, Hugo Sánchez citando a Mokros (2012) señala “aunque esta preferencia incrementa el riesgo de involucrarse con abuso sexual en niños, sólo el 50% de todos los individuos que comenten abuso sexual a niños son pedófilos, y a su vez no cada individuo pedófilo ha abusado de niños. El otro 50% de los individuos que han abusado de niños son esos quienes lo hacen si una atracción sexual a niños. Por ejemplo, carecen de las habilidades sociales necesarias para desarrollar y mantener una relación emocional y sexual con personas de su edad y lo miran como un reemplazo de la pareja en niños como una clase de subrogación”. SÁNCHEZ HERNÁNDEZ, HUGO “Hallazgos neurobiológicos recientes de la pedofilia”, Archivos de Criminología, Seguridad Privada y Criminalística-Sociedad mexicana de criminología capítulo Nuevo León, A.C., (año 6, vol. XI, agosto-diciembre 2018) 39.

[2] “MAP-Minor attracted persons o personas atraídas por menores”, cuyas declaraciones han sido en el siguiente tenor “puedes tener 40 años y enamorarte de una niñita de 12 añitos, mientras no cometas delitos, puedes estar en completa libertad y expresarte como dicte tu corazón”. Leer: https://www.elmostrador.cl/braga/2020/06/03/map-el-aberrante-movimiento-que-busca-que-la-pedofilia-sea-aceptada-como-una-orientacion-sexual-y-la-exposicion-al-abuso-infantil-en-rrss/

[3]Para más información: https://www.forumlibertas.com/hemeroteca/la-pedofilia-es-otra-orientacion-sexual-como-la-homosexualidad-dicen-psicologos-al-parlamento-canadiense/

[4] Para más información: https://www.youtube.com/watch?v=LxdQerYk5uM&t=48s. este es solo un video resumen subtitulado.

[5]Citando Schérer la obra de Emilio de Jean Jacques Rousseau. SCHÉRER, RENÉ, La pedagogía Pervertida. (Edición Laertes, Bacerlona, 1983) 24. Agrega que “Indudablemente no fue Rousseau el inventor del miedo pánico de los educadores respecto a la masturbación del niño (…) pero si fue Rousseau quien dio a esa idea, a esa psicosis, su estatuto definitivo en la filosofía de la educación”, 25.

[6] Ibidem,.26.

[7] Ibidem, 74

[8] Para conocimiento del lector, Beatriz Preciado posteriormente será Paul B. Preciado, filósofo izquierdista español transgénero.

[9] HOCQUENGHEM, GUY, El deseo Homosexual- Terror Anal (Beatriz Preciado). (Melusiana, España,2009) 165.

[10] Ibidem, 166. Lo que parece claro es que el movimiento de censura desencadenado en Francia tras la publicación de los textos de Hocquenghem, Schérer y el FHAR sobre el “amor por los niños” era el síntoma de una mutación de las categorías médico-jurídicas con las que Occidente había modelado el deseo y la producción de la especie. Las estrategias de conocimiento y control que llevan a la estigmatización o la criminalización social estaban desplazándose desde la figura decimonónica del homosexual, absorbida y normalizada por la “cultura gay”, hasta la figura del pedófilo como nuevo límite de lo humano (…)”, 169.

[11] Ob. Cit. (5), 80.

[12] Para más información: https://www.liberation.fr/tribune/2001/03/17/non-a-l-embrouille_358210

[13] Al respecto, Judith Butler indica que “el tabú del incesto es la ley jurídica que, al parecer, prohíbe los deseos incestuosos y provoca ciertas subjetividades de género mediante la identificación obligatoria (…)”. BUTLER, JUDITH, El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. (Paidós, Barcelona, 2007) 167.

[14] FOUCAULT, MICHEL Historia de la sexualidad. Vol.2 El uso de los Placeres. (Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2003) 121. Además, Foucault citando a K.J. Dover señala “los griegos no heredaron la creencia de que un poder divino había revelado a la humanidad un código de leyes que regulan el comportamiento sexual y no lo sustentaron ellos mismos. Tampoco tenían institución alguna que tuviera el poder de hacer respetar prohibiciones sexuales. Enfrentados a culturas más antiguas, más ricas y elaboradas que las suyas, los griegos se sintieron libres de elegir, de adaptar, de desarrollar y sobre todo de innovar”,.159

[15]FOUCAULT, MICHEL Historia de la Sexualidad. Vol. 1 La voluntad de saber. (Siglo XXI Editores S.A, Buenos Aires,2007) 124.

[16]Ibidem, 140.

[17] Ibidem, 76.

[18] FOUCAULT, MICHEL Historia de Sexualidad. Vol.3 La inquietud de sí, (Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2003).83.

[19] Ibidem, 125

[20]“The north American Man/Boy love Association-Asociación Norteamericana de Amor Hombre-Niño, fundada en 1978, dentro de sus objetivos está en poner fin a la opresión de hombres y niños en relaciones de mutuo acuerdo mediante, por ejemplo, la educación al público sobre la naturaleza benevolente del amor hombre/niños.

Ver más en sitio oficial: https://www.nambla.org/bienvenidos.html

[21] PAGLIA, CAMILLE Sexual Personae-Arte y decadencia desde Nefertiti a Emily Dickinson (Planeta, España, 2020-Ebook) 31

[22] Ibidem, 156.

[23] ibidem, 158.

[24] Ibidem, 17.

[25] MAS, SALVADOR “Eros Platónico y amor a los muchachos”. ISEGORIA Revista de Filosofía Moral y política, (Núm. 48, enero-junio, 2013) 247.

[26] Ibidem, 253

[27] Para más información: http://archive.is/wIw9a#selection-1829.0-1841.88

[28] La escritora y feminista norteamericana Andrea Dworkin en su libro del 2001 “Heartbreak” señaló que el apoyo de Ginsberg a Nambla no era una posición intelectual abstracta en el liberalismo, sino que de hecho surgió de un deseo genuino de tener contacto sexual con niños. Para complementar ingrese al siguiente link: https://www.larazon.es/cultura/20200112/4hdyrbhmtnde3kpsqneg3ujtnm.html

[29] Para más información: Para más información: http://archive.is/m2DzS#selection-677.1-685.189

[30]Para más información: https://www.eurocanadian.ca/2019/09/camille-paglias-approval-child-pornography-sexual-contact-with-children.html

[31] Para más información: http://archive.is/floEy#selection-3277.0-3285.147.

[32] MARTIN MOEN, OLE “The ethics of pedophilia”. Etikk i praksis. Nord J Appl Ethics, (núm.1, vol. 9, 2005) 114.

[33] Ídem.

[34] Ídem.

[35] Ibidem, 115.

[36] Ob. Cit. (25), 264

[37] ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco. Alianza Editorial, Madrid, 2001) 226. Aristóteles, en su capítulo 14 del mismo libro señala que “(…) los hombres persiguen el placer excesivo y-en general- el somático debido a exceso de dolor como si fuera su remedio” 231.

[38] Ibidem, .227-228.

[39] Ob. Cit. (25), 260.

[40] SPIECKER, BEN & STEUTEL, JAN “Paedophilia, Sexual desire and perversity”. Journal of Moral Education (núm. 3, vol.26,1997) 333.

[41] Ibidem, p.336.

[42]Ver artículo de Margot Kaplan publicado en The New York Times: https://www.nytimes.com/2014/10/06/opinion/pedophilia-a-disorder-not-a-crime.html

[43] JORDAN, KRISTEN, NADINE WILD TAMARA SHEILA, FROMBERGER, PETER, MÜLLER AND MÜLLER, JÜRGEN LEO “Are there any biomarkers for pedophilia and sexual child abuse? A review, Frontiers in Psychiatry (vol.10, article 940, 2020) 3

[44] TENBERGEN, GILIAN ET AL. “The neurobiology and psychology of pedophilia: recent advances and challenges”. Frontiers in Human Neuroscience, (vol. 9, article 344, 2015) 2

[45] Scruton, Sir Roger “Sexual Desire- A philosophical Investigation”, libro obtenido en el siguiente enlace:

https://portalconservador.com/livros/Roger-Scruton-Sexual-Desire.pdf. (Chapter 10 Perversion234-236.

[46] Ídem.

[47] Ibidem, 234-236.

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