La filosofía intercultural desde el pensamiento de Raúl Fornet-Betancourt
Autores:
Nancy Olivero Pacheco
Carmen Julia Del Rosario Villegas Quispe
Cruz Rafael de la Coromoto Mungarrieta Virguez
Universidad Nacional Federico Villarreal, Lima Perú
Resumen
La filosofía se encuentra en una constante dialéctica entre su punto de referencia europeo occidental y el latinoamericano. Ante esto, la filosofía intercultural intentará cambiar la conflictividad actual del mundo globalizado, brindándole mayor capacidad discursiva a las culturas para integrarse en una diversidad histórica. Es por esta razón que la filosofía intercultural plantea una nueva perspectiva epistémica desde el Otro, en el que se generan concepciones y modelos de vida distintos. Desde esta disertación, haremos un recorrido por los aportes filosóficos de Fornet-Betancourt para la construcción de una filosofía intercultural basada en el diálogo y sustentada como un proyecto intelectual y político dirigido hacia la construcción de nuevos modos de pensamientos y de subjetividades.
Descriptores: filosofía intercultural, interculturalidad, Fornet-Betancourt
Abstract
Philosophy is in a constant dialectic between its Western European and Latin American point of reference. Given this, intercultural philosophy will try to change the current conflict in the globalized world, giving cultures greater discursive capacity to integrate into a historical diversity. It is for this reason that intercultural philosophy raises a new epistemic perspective from the Other, in which different conceptions and models of life are generated. From this dissertation, we will go through the philosophical contributions of Fornet-Betancourt for the construction of an intercultural philosophy based on dialogue and sustained as an intellectual and political project directed towards the construction of new modes of thought and subjectivities.
Keywords: intercultural philosophy, interculturality, Fornet-Betancourt
Introducción
Fornet-Betancourt es uno de los representantes más destacados de la Filosofía de la Liberación. Su perspectiva original entronca con todas aquellas tradiciones libertadoras arraigadas en otras culturas, tanto de origen europeo como africano o asiáticose. Acoge inicialmente al programa de una “inculturación” de la filosofía en Latinoamérica, en la línea abierta en la década de los setenta por la TeologÃa de la liberación y luego por la Filosofía de la liberación, en especial por pensadores argentinos como Rodolfo Kusch y Juan Carlos Scannone. Esto le lleva a conocer el pensamiento de los principales exponentes del proyecto de la FilosofÃa latinoamericana: Enrique Dussel, Leopoldo Zea, Arturo Andrés Roig, Francisco Miró Quesada, entre otros.
Sus primeros trabajos giran alrededor de los temas planteados por la filosofía latinoamericana de la liberación. Pero con el tiempo se va dando cuenta de que esta filosofía sólo tomaba como interlocutor a la cultura blanco-mestiza y urbana de América Latina, desconociendo por entero el diálogo con las tradiciones indígenas y afroamericanas. Es entonces cuando propone pasar de una filosofía inculturada a una filosofía intercultural con el fin de superar el “eurocentrismo” de la filosofía latinoamericana. Es por ello, que esta disertación tiene como propósito reflexionar sobre la filosofía intercultural en la educación desde el pensamiento de Raúl Fornet-Betancourt.
Pensamiento de Fornet-Betancourt
.Su quehacer filosófico se orienta a partir de dos direcciones principales: primero, la de potenciar la Filosofía de la Liberación como un modelo de Filosofía Intercultural “modelo que cobra mayor fuerza desde 1989”, de la que es considerado uno de sus pioneros. Segundo, el esfuerzo de centrar la reflexión ético-política de esta Filosofía de la Liberación Intercultural en el contexto actual, que se caracteriza por la acuciante problemática del conflicto Norte-Sur. Y el doble objetivo, que tal filosofía pueda erigirse como una propuesta alternativa frente a la Globalización mundial. Así como insertarse en el espacio y entre el público con miras a incidir en la formación de un mundo y la realidad, a través de su función crítica de transformación. Subyace el interés de mostrar una perspectiva de la filosofía, que sepa y pueda filosofar a la altura de las complejas y diversas exigencias de todas las culturas y mantener en pie el cuestionamiento sobre el derecho legítimo de globalizar la diversidad cultural.
Según, Vallescar (2000) el pensamiento de Fornet-Betancourt estuvo influido, en primer lugar, por figuras como Sartre, Foucault y Lévinas con quienes pudo contactar personalmente. Su trasfondo está marcado por la presencia de José Martí y Carlos Marx. Posteriormente, inciden en la conformación de su pensamiento, autores del mundo de la filosofía hispanoamericana, cabe citar entre ellos a: José Vasconcelos, Antonio Caso, Leopoldo Zea, José Gaos, Agustín Basave, Luis Villoro, Alberto Wagner Reina, etc. Por último, su filosofía se vio impactada por el proyecto de la Teología de la Liberación, representado por teólogos como Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Juan Carlos Scannone, así como la Filosofía de la Liberación de Enrique Dussel; autores todos ellos con los que mantiene un diálogo vivo.
Este autor ha dedicado varios años a profundizar en diversos aspectos filosóficos y sociales del pensamiento martiano, que cristalizan en un conjunto de publicaciones, muy sugerentes pues muestran un pensamiento inculturado en la realidad americana y transformador de sus condiciones socio-culturales. Asimismo, éste permite esclarecer y abrir caminos de futuro para comprender la problemática de la realidad latinoamericana.
La subjetividad en la interculturalidad
Según Fornet-Betancourt (1994) no hay sujetos sino hay más bien procesos de subjetivación, se va adquiriendo subjetividad en la medida en que compartimos espacios rituales, de creencias, de convivencia que han sido ya subjetivados. Ser sujeto es heredad subjetividad. Ante esto, el autor afirma que lo primero que hay que hacer es aprender a leer al menos parcialmente, los procesos de subjetivación en que estamos, y por otra parte, saber leer un poco el contexto en que estamos.
Aunque, esto representa un problema grave para la interculturalidad porque uno de los grandes impedimentos de la interculturalidad es precisamente la subjetividad. El sujeto que somos, el sujeto que se ha hecho de nosotros, que es muchas veces un sujeto con prejuicios es lo que realmente impide un diálogo.
Desde este punto de vista, la interculturalidad sería como una cualidad en la que vamos dejando de ser analfabetos de nosotros mismos y analfabetos del contexto. Según Fornet-Betancourt para lograr esto es necesario leer las biografías en claves interculturales y no en unas claves etnológicas. De ahí la importancia de las preguntas que plantea el autor: ¿Qué se ha hecho de nosotros? y ¿Qué hacemos nosotros de lo que se ha hecho de nosotros? , de esta manera, el sujeto cuestiona la subjetividad heredada e introduce un momento de ruptura en la subjetividad que lo sujeta, por el que puede llegar a ver su propia subjetividad.
Por otra parte, Fornet-Betancourt afirma que la educación que se transmite crea analfabetos contextuales, gente que sabrá mucho, que tendrá mucha información pero no sabe leer el mundo. No sabemos lo que somos sino sabemos tampoco dónde y cómo estamos en lo que somos. Es importante, entonces conectar la subjetividad para encontrar perspectivas pedagógicas que recuperen el proceso educacional, formativo como una forma de recuperar el mundo para biografías que comparten sus subjetividades.
Los procesos de subjetivización en sentido occidental, son de hecho, procesos de masculinización, alejados de una reciprocidad con la Tierra. Es necesario entonces, liberar el discurso y aprender a preguntar y para eso sirve lo intercultural para mejorar nuestras condiciones de preguntar, para Fornet-Betancourt la vía es el diálogo intercultural porque nos ayuda a profundizar en el contexto, de modo que podemos apropiarnos las contextualidades como parte de una situación común que nos permite seguir ensanchando la biografía, la subjetividad como proceso biográfico, situacional.
Diálogo intercultural como alternativa histórica
Desde la filosofía intercultural, se plantea una nueva perspectiva epistémica desde el Otro, en el que se generan concepciones y modelos de vida distintos. Desde este proceso de deconstrucción se quiere transformar los diseños coloniales que han deslegitimado a los pueblos, creando desde la ciencia relaciones simétricas entre las cosmovisiones de los pueblos y los saberes occidentales.
Fornet-Betancourt explica que el diálogo intercultural representa el proyecto o programa para articular una respuesta alternativa que se opone a la integración o asimilación de la alteridad en una supuesta “cultura mundial” monoculturalmente predeterminada, para proponer la transformación y la reorganización de la universalidad del mundo en base a relaciones de cooperación y de comunicación solidarios entre los diferentes universos culturales de la humanidad.
Desde esta perspectiva, se tiene como primer supuesto filosófico del diálogo intercultural en la concepción del ser humano como “universal singular” lo que asegura la supervivencia histórica de la subjetividad en las culturas y en todo el proceso de historia de la humanidad en tanto que momento insuperable de constitución y de totalización de sentido. Desde este planteamiento, el ser humano se transculturaliza, es decir, plantea o replantea la cuestión del sentido en su universo cultural de origen y funda con ello, desde una situación concreta, la posibilidad de la universalidad como movimiento de intelección argumentativa, ya que ese cuestionamiento del sentido es sinónimo de universalización de lo singular o, si se prefiere, intento de comunicación y de unión en la diversidad
De lo anterior se derivaría un segundo supuesto filosófico del diálogo intercultural que concretizará el primero y que resumirá en el principio de la reflexión subjetiva, entendido como nombre de la invariante antropológica de aquel tipo de reflexión que cualifica a todo ser humano en cualquier universo cultural específico como fuente de exterioridad y de indeterminación. Cierto, no hay reflexión subjetiva sin situación cultural; pero la reflexión subjetiva no es un simple reflejo de la cultura sino más bien la condición que vive la cultura y que, desde esa vivencia, la proyecta continuamente más allá de lo constituido en ella.
Un tercer supuesto filosófico lo Fornet-Betancourt en el cultivo de la libertad como verdadero núcleo duro de la reflexión subjetiva. De hechos los supuestos antes mencionados implican el supuesto de la libertad como otra invariante antropológica ante la cual toda cultura o forma de vida socialmente organizada y políticamente efectiva tiene que ser permanentemente justificada. Si la reflexión subjetiva es lo que impide que un universo cultural específico se convierta en una estructura de coherencia aprisionante para sus miembros, es la libertad, como proceso de singularización y de universalización a la vez, la que cuestiona las dinámicas de estabilización en las culturas, haciendo valer en ellas proyectos subjetivamente diferenciados cuya realización no sólo podría reclamar una nueva constelación u ordenamiento del mundo cultural en cuestión, sino incluso el éxodo de ese universo.
Otro supuesto filosófico en el diálogo intercultural, según Fornet-Betancourt (1998) es la racionalidad, de esta manera si el ser humano es libre, está obligado a ser racional, es decir, a dar razón, ante sí mismo y el otro, de las razones que tiene para su modo de comprender, de vivir, de actual, de querer, etc. Ahora bien, se entiende entonces por racionalidad la cualificación de la libertad como subjetividad reflexiva que sólo puede saber si tiene razón, si da razón ante sí y ante el otro de la singularización de su libertad. De esta suerte, y limitándome naturalmente a lo que atañe a nuestro tema, se puede suponer que en todo universo cultural específico tienen que darse dinámicas internas de intelección, comprensión y justificación que lo hace “comunicable” y que lo capacitan, en consecuencia, para el diálogo con otros procesos similares.
Ahora bien, para establecer la relación entre diálogo y filosofía, se parte de su nexo epistemológico y antropológico, lo que permite definir el diálogo desde una ética pública comprometida con el respeto y la igualdad de derechos que todos tienen a la participación política, lo que contribuye a superar la filosofía tradicional, caracterizada por una racionalidad monológica y transformarla en una filosofía intercultural dialógica mucho más auténtica, donde prive el intercambio y la comunicación entre culturas, contextualizadas según sean los procesos geográficos e históricos de cada una de las sociedades.
Filosofía intercultural dialógica
La filosofía se encuentra en una constante dialéctica entre su punto de referencia europeo occidental y el latinoamericano. Mientras que originalmente se partía de un filosofar de un carácter europeo-occidental bajo el supuesto de una vigencia universal en su aplicación en la actualidad este modelo monoculturalmente construido y estrechamente delimitado en una sola disciplina está en crisis. Una multitud de voces marginadas, que entran en espacios de representación y reclaman la dignidad de sus palabras, pone en evidencia la urgencia de cuestionar los presupuestos teóricos normativos que todavía predominan en los discursos filosóficos.
Según Fornet-Betancourt (1994), la filosofía intercultural intentará cambiar la conflictividad actual del mundo globalizado, brindándole mayor capacidad discursiva a las culturas para integrarse en una diversidad histórica que afiance mejores relaciones para la convivencia a través de una interpretación hermenéutica, epistemológica y antropológica de las realidades compartidas. Para cumplir con tal propósito, se hace necesario recuperar la categoría de “peregrino” en los pueblos de Latinoamérica, como lo propone la filosofía de la liberación.
Para Fornet-Betancourt, el primer supuesto de la filosofía intercultural: la experiencia de las culturas de la humanidad como lugares donde se práctica la filosofía, lo que nos expresa que hay filosofía porque hay “prácticas culturales” de filosofía como ejercicio concreto de pensar que se hace cargo de su contextualidad e historicidad. El autor parte de la idea desoccidentalizar la filosofía desde su origen, lo que significa simplemente un poner a Occidente en su lugar, es decir verlo como un lugar de tradiciones complejas, que desde siempre, ha estado en relación con otros mundos.
Ahora bien, la revitalización del origen occidental de la filosofía implica a su vez un segundo supuesto, y que es la filosofía es también plural en sus formas de articularse, de organizarse o institucionalizarse. La pluralidad de prácticas culturales de la filosofía, además de remitir a una multiplicidad de lugares de nacimiento, es fuente de diferencias en las formas concretas por las que va desarrollando el quehacer el filosófico. De ahí, pues que la filosofía intercultural crea necesario regionalizar la validez de las formas de expresión filosófica sancionadas por la tradición occidental dominante.
En relación a esto, el tercer supuesto es la reacción a la reductora comprensión de la filosofía como “ciencia” en el sentido (monocultural) occidental, sino de “mundanizar la filosofía, lo que quiere conlleva a preferir la práctica de la filosofía en tanto que sabe hacer realidades, y que no se queda, por consiguiente, en su mero saber de realidades. Este supuesto postula la dignificación de los contextos culturales al considerar los universos específicos, y no fragmentos, mundos que, por dar en qué y cómo pensar, producen filosofías de y para mundos contextuales.
El cuarto supuesto que está relacionado con el anterior, es la comprensión de la universalidad en filosofía, en este caso, lo universal se presenta como el orden regulador de la convivencia o expresión de la medida de lo humano. Para la filosofía intercultural, lo que realmente se crítica de la universalidad es su constitución en un orden con límites definidos, y por tanto, excluyentes, su proceso de cristalización en las fronteras de un universo cultural determinado, el occidental, y como resultados de ordenamiento estabilizadores y disciplinadores de alternativas propias, como pueden ser la dominante patriarcal o la configuración burguesa de la cultura.
Por último, Fornet-Betancourt nombra la concepción de la razón como supuesto de la filosofía intercultural y de esta manera, propone historificar el proceso de constitución de las formas de racionalidad vigentes, revisarlas desde un diálogo intercultural, abierto y sin prejuicios que permita hacer manifiesto el tejido monocultural de dicho proceso y corregirlo con un plan de reconstrucción filosófica desde y con la participación traductora de las prácticas del quehacer filosófico en las distintas culturas de nuestro multiverso.
Conclusiones finales
Desde la interculturalidad debe abrirse la posibilidad de un equilibrio epistemológico capaz de cambiar la deslegitimación de las memorias, costumbres y tradiciones que no concuerdan con la cultura dominante. Es necesario así, una verdadera “transformación intercultural de la educación” en el que se valore la diversidad de referencias culturales de los actores de los procesos educativos.
Por eso, es necesario una “transformación intercultural de la educación” en el que se valore la diversidad de referencias culturales de los actores de los procesos educativos. Un verdadero giro intercultural que nos lleve a reflexionar de qué manera podemos acercar a las nuevas generaciones al contacto con la naturaleza y la sociedad, aproximar a los estudiantes al conocimiento que cada pueblo tiene de su cosmología, su propia tecnología, su tratamiento de las enfermedades, dándole así desde la educación una visión cultural amplia de su entorno.
Para lograr esto, la filosofía intercultural debe sustentarse en un proyecto intelectual y político dirigido hacia la construcción de nuevos modos de pensamientos, de subjetividades, de relaciones de poder, incorporando así los que tradicionalmente han sido excluidos de las estructuras. Esto plantea la transformación de las estructuras sociales y epistémicas para que coexistan otros modos de pensar y existir.
Asimismo, el autor plantea que la filosofía debe generar un compromiso ético con las fuerzas que luchan por emancipar la humanidad del sistema hegemónico neoliberal. Debe ser una filosofía comprometida con la actividad política, en su exigencia ética se hace mundo y se concretiza en mundos justos que responden a las necesidad de vida digna de sus sujetos.
De esta manera, la interculturalidad es retomada desde los principios y valores del buen vivir y del bienestar colectivo de las comunidades, como enseñanza y como propuesta de acción para trascender los patrones coloniales de dominación y refundar a la sociedad y al Estado.
REFERENCIAS
(Fornet-Betancourt, R. 1998). Aproximaciones a José Martí. Aachen: Internationale Zeitschrift für Philosophie, Wissenschaftsverlag Mainz in Aachen, Bd. 24, 115 (CRM).
Fornet-Betancourt, R. (1978). De la ontología a la fenomenológica-existencial a la concepción marxista de la historia (Extracto). Salamanca: Editorial de la Universidad de Salamanca.
Fornet-Betancourt, R. (1985). Problemas actuales de la filosofía en hispanoamerica. Bs. As. FEPAI. (Trad. al portugués: -(1993). Problemas Atuais da Filosofía Na Hispano-América, São Leopoldo, Brasil, 182).
Fornet-Betancourt, R. (1987). Comentario a la Fenomenología del Espíritu de Hegel. México: Editorial de la Universidad La Salle.
Fornet-Betancourt, R. (1989). Introducción a Sartre. México: Editorial de la Universidad La Salle.
Fornet-Betancourt, R. (1992a). V. La filosofía de la liberación en América Latina, en: 500 años después. Estudios de Filosofía Latinoamericana. México: UNAM.
Fornet-Betancourt, R. (1994). Hacia una filosofía intercultural latinoamericana. Costa Rica: DEI. 1994.
Fornet-Betancourt, R. (1994). Filosofía intercultural. México: Universidad Pontificia de México, 127. (También apareció con el título: (1994). Hacia una filosofía intercultural latinoamericana, Costa Rica).
Vallescar, Diana. (2000). El hombre y su obra. Ciudad de México: Universidad Pontificia.