Irresponsabilidad individual: 
¿consecuencia no intencionada  del estado benefactor?
Fernando Nájera*
 
Introducción
 
El Estado Benefactor surge como una alternativa a las  disputas existentes entre liberales y socialistas. A través de esta teoría se  presenta cómo políticas sociales y medios de producción capitalistas pueden  convivir en una misma forma de gobierno.
 
Pese a las buenas intenciones con que ha sido promulgado  el Estado Benefactor, nos damos cuenta cómo este es utilizado como trampolín  para responder a los intereses de funcionarios que buscan perpetuarse en el  poder, y a través de la manipulación de los discursos se ha logrado generar un  sentido de pertenencia hacia las políticas sociales que plantea el  intervencionismo estatal.
 
Ante el paraíso ofrecido por el Estado Benefactor podemos  observar cómo se va degenerando la idea de ser responsable por las decisiones  que cada individuo debe tomar, y como poco a poco se termina por caer en una socialización  de la responsabilidad, en donde lo más atractivo es la visión cortoplacista  ofrecida por el paternalismo, ya que no se analiza cuál es el verdadero costo  de las políticas sociales.
 
El estado y sus funciones
 
“El único Estado estable es aquel
 en que todos los  ciudadanos son
iguales ante la ley”.
Aristóteles
 
 
Desde que el ser humano se dio cuenta de las ventajas que  le producía vivir en sociedad, y ante el peligro que significaban los grupos de  delincuentes, surge la necesidad de crear un órgano encargado de proteger los  derechos fundamentales de todo individuo; vida, libertad y propiedad privada.  Es así como se da el surgimiento del Estado, al cual voluntariamente las  personas dotaron de cierto poder para que este pudiera cumplir con las funciones  que se requerían.
 
Durante el transcurrir de los tiempos se han desatado  múltiples discusiones para definir las funciones que esta “institución” debe  cumplir, de estas surge una diversidad de teorías entre las cuales algunas  plantean como necesaria y obligatoria la intervención estatal en todo ámbito de  la vida de los ciudadanos; recreación, salud, educación, vivienda, transporte,  infraestructura, economía, seguridad, justicia, etc., y dicha intromisión se  justifica basándose en la premisa de evitar “desigualdades sociales”, ya que;  para aquellos que mantienen esta teoría, de no existir el Estado los más  fuertes siempre abusarían de los más débiles, y estos quedarían sumidos de por  vida en la miseria “El socialismo es la teoría, doctrina o práctica  social que promueve la posesión pública de los medios de producción y su  administración también pública, en pro del interés de la sociedad en general y  no en favor de clases o grupos particulares”[1].
 
Por otro lado, hay quienes consideran que las únicas  funciones que debe cumplir el Estado son las de proporcionar justicia y  seguridad. El argumento se basa en explicar que el individuo puede satisfacer  sus necesidades sin la intervención estatal – mientras más libre sean las  personas, más fácil y eficiente será la búsqueda de los medios para satisfacer  tales necesidades – “según los liberales, son los individuos los que  tienen el derecho y la obligación de tomar sus propias decisiones”[2]. Además, mientras más intervenga el  Estado, más poder se le entrega a quienes lo administran y menos libres son los  ciudadanos, ya que para cumplir con las funciones extras, este ente “regulador”  necesita agenciarse de más recursos; y debido a que el Estado no genera  ganancias sino simplemente recauda impuestos de lo que producen los individuos,  los ciudadanos se ven obligados a tributar más y por ende la cantidad de  recursos disponibles para utilizar como mejor lo consideren se ve reducida.
 
Adicional a estas posturas, se encuentra la de aquellos  que consideran necesaria la eliminación del Estado. Por un lado, existe una  corriente del comunismo que plantea como peldaño último de la evolución social  la ausencia de cualquier institución encargada de velar por las personas ya que  todos estarían encargados del bienestar de los demás –  no habría  propiedad privada que cuidar ya que los bienes y propiedades existentes  pasarían a ser de todos – “Con el término Comunismo, se han definido  tradicionalmente diversas concepciones colectivistas de la organización social,  basadas en la comunidad de bienes y en la propiedad colectiva de los  instrumentos de producción y de la riqueza producida”[3]. 
 
Continuando con la misma línea antautoridad,  se encuentra el argumento correspondiente a los anarquistas, estos plantean que  el Estado es innecesario e inútil, ya que las personas son lo suficientemente  capaces para cuidarse a sí mismos, y mientras no exista un ente autoritario que  limite la acción de los individuos, estos se autorregularán  en base a un orden espontáneo. “Toda autoridad, todo poder, constituidos,  son así rechazados como contrarios a la vida por aquél que sufre su peso”[4].
 
Claro está que esta breve descripción sobre las teorías  que abordan el tema del Estado y sus funciones no ha sido suficientemente  abordada, lo cual se debe a que no es de interés para el presente trabajo  realizar una exhaustiva presentación sobre todos los detalles que corresponden  a cada una de ellas, al contrario, esto ha sido utilizado únicamente como marco  de referencia para los posteriores apartados. 
 
¿Qué es el estado benefactor?
“La estabilidad de la relación asimétrica entre
 las clases sociales sería  el objetivo fundamental 
del nuevo Estado, con un papel más determinante
 en la economía, en los  programas sociales y en la 
negociación con todas las representaciones sociales”.
 
 
El Estado Benefactor surge a finales del siglo XIX como  una respuesta alternativa al liberalismo y socialismo clásicos. Dicho término  se utiliza para dar nombre a las políticas tomadas; para la década de 1870, por  el canciller alemán Otto von Bismarck – Wohlfahrtsstaat  -, de aquí se deriva la posterior traducción al inglés y español – Welfare State – Estado  Benefactor -.
 
Dichas medidas generarían la implementación de “políticas  sociales”, las cuales tendrían como resultado optimo el garantizar un  mejoramiento en el desarrollo de las personas. Para esto, el Estado sería el  encargado de velar por que los empresarios acataran e implementaran las normas  correspondientes al área de trabajo, y además, este sería el ente ejecutor de  las nuevas políticas asistenciales. 
 
Es justamente en este punto donde se da inicio al largo  camino del intervencionismo estatal moderno, ya que una vez proclamada y  aceptada la “necesidad” de un ente gubernamental encargado de “proteger” a los  desvalidos, se logra institucionalizar la idea de un Estado Benefactor. Claro  está, que en lo que respecta a la propiedad de los medios de producción no hubo  mayor alteración, los empresarios continuaron siendo dueños de sus negocios,  mientras que se producía un incremento en el gasto público; el cual debía ser  cubierto por los impuestos pagados por los ciudadanos. “Esta posición  intervencionista reconoció como primera tarea del Estado la de extender los  servicios e incrementar las funciones colectivas de la sociedad, siendo su  objetivo primordial el lograr un equilibrio entre la libertad privada y el intervensionismo público”[5].
 
Debemos entender que la adopción de estas medidas  sociales buscaba disminuir los abusos que; en determinado momento, cometieron  los dueños de fábricas y negocios, además de proporcionar los insumos mínimos a  todo aquel que no pudiera procurárselos por sus propios medios. El Estado se  convierte así en un tipo de padre protector, encargado de velar por aquellos  “indefensos” que son incapaces de salir a flote por sí mismos. 
 
Pese a la aceptación que logró tener a finales del siglo  XIX; sobre todo por la social democracia[6], es hasta  la gran depresión de 1930 que la propuesta de un Estado interventor de  la economía toma auge. El principal promotor de estas ideas fue el economista  británico John Maynard Keynes,  quien; con su propuesta de incrementar el gasto público para así lograr la  reactivación económica del país, creo los incentivos adecuados para que su teoría  fuera lo suficientemente atractiva para los gobernantes de turno abrumados por  la crisis económica que sufrían. El argumento fundamental del académico se  basaba en presentar la recesión como producto del imperfecto mercado, y  para reducir las terribles consecuencias de este, era necesario que existiera  una institución que funcionara como árbitro para regular las operaciones y por  ende garantizar la estabilidad económica que se necesitaba. “En la lógica  del keynesianismo, el empleo y las mejoras salariales implicaban un aumento de  la demanda de productos capitalistas y por tanto un estímulo para la economía.  El Estado, con ello, a pesar de incurrir en déficit presupuestarios, puede  considerar el gasto social como una inversión productiva y una solución a la  crisis” [7].
 
No podemos negar las “buenas intenciones” con que ha sido  cargado este tipo de acciones paternalistas, pero, así mismo es de suma  importancia hacer ver las consecuencias; intencionadas o no, que ha generado la  implementación de tales medidas; esto será tratado con mayor profundidad más  adelante.
 
Para poder comprender de mejor forma la esencia del  Estado Benefactor, así como su funcionamiento, es necesario identificar los  pilares básicos sobre los cuales se fundamenta el asistencialismo:
 
Pleno empleo
La premisa básica dice que si se quiere mantener una  economía vigorosa, es necesario que todas las personas deben ser productivas, y  en caso la iniciativa privada no sea capaz de cubrir la demanda de mano de  obra, el Estado debe proporcionar las fuentes de empleo necesarias para suplir  la falta de puestos de trabajo. “El empleo para todos, estable y protegido  constituye la fuente primaria de protección para los trabajadores y sus  familias”[8].
 
Solidaridad sistemática
Consiste en asegurar la “protección social” de aquellos  individuos que por cualquier motivo no hayan sido capaces de insertarse en la  sociedad; por ejemplo indigentes. Lo que se busca es generar de forma  automática la asistencia para este tipo de personas, ya que son considerados  víctimas del sistema y por eso es obligación del Estado el cuidarlos.
 
Legislación laboral
Una vez establecido el pleno empleo, es necesario crear  la legislación pertinente que garantice la estabilidad laboral, tanto para  evitar despidos injustificados, como disminuir todo tipo de abusos por parte de  los empresarios, además de propiciar que los trabajadores reciban el “salario  justo” que les permita mantener una vida digna.
 
Sistema de seguridad social
Todo Estado que se precie de promover el bienestar entre  los desvalidos; en otras palabras ser “solidario” con los más pobres, no puede  dejar de lado un programa de seguridad social el cual brinde asistencia en: salud,  educación, vivienda, programas de retiro por vejez o invalidez, además de un  programa de subsidio por desempleo, etc. El fin de este paquete  asistencialista, es facilitar el acceso de estos servicios a todos aquellos  que; debido a su idiosincrasia, no tendría  la posibilidad de hacer uso de  ellos de otra forma, o que debido a su realidad, no verían como necesario tomar  las medidas pertinentes para evitar futuras complicaciones.
 
En síntesis, el Estado Benefactor solamente  interviene; directa o indirectamente, en la economía del país, y crea programas  sociales para garantizar el bien común de los ciudadanos, para lo cual estos  únicamente deben pagar una tasa impositiva mayor a la que les correspondería si  fuesen ellos mismos los que se proporcionaran este tipo de servicios.
 
Origen del poder
 
“Y así asistimos a un crecimiento indefinido
del Poder, servido por una apariencia cada
vez más altruista, aunque siempre animado
por el mismo genio dominador”.
Bertrand De Jouvenel
 
 
En el presente capítulo no se trata de hacer una  remembranza histórica sobre cuáles son los orígenes del poder; y en este caso  del poder conferido a los gobernantes, sino lo que se pretende es demostrar de  qué forma el aparato estatal ha ido acumulando más poder para poder ejercer  coacción sobre los individuos, y cómo estos han legitimado dicha situación.
 
Antes que nada, me gustaría definir el poder como: “la  capacidad que tiene A de hacer que B haga algo que de otra forma B no haría”[9]. Como vemos, el poder lo que  trata es la capacidad de influencia sobre las decisiones de los demás, y cuando  este se encuentra en manos de un gobierno; al cual se le ha permitido  intervenga en diferentes aspectos del diario vivir de los individuos, se torna  sumamente peligroso ya que puede tomar tintes de absolutismo.
 
Un aspecto a tomar en cuenta es el hecho de que el poder  se puede obtener, ya sea por la fuerza, o bien por medios legítimos;  voluntariamente se le otorga dicha facultad a alguien. En el ámbito político,  cuando el poder es obtenido por medios violentos, este se torna inestable ya  que los ciudadanos en ningún momento consintieron dicha situación. Aquel  personaje que ha logrado esto y desea mantenerse en el uso del poder tiene dos  opciones, I) seguir utilizando la fuerza, y a través de la represión a los  detractores conservarlo, o, II) generarse la imagen de un buen líder para que  los ciudadanos lo acepten de buena manera y se logre la legitimación del mismo.
 
Cuando nos referimos a legitimación, hablamos de la  aceptación; del gobernante y de sus mandatos, por parte de los ciudadanos a tal  grado que estos sienten como propias las decisiones tomadas por el dirigente. “Cualidad  que, atribuida a un orden jurídico político supone su reconocimiento como  dominio y su capacidad para dictar mandatos que deben ser obedecidos. De forma  que en un grado socialmente relevante estos actos tienen lugar como si los  sujetos hubieran adoptado por sí mismos el contenido del mandato (obediencia)”[10].
 
Una vez legitimado el poder y quien lo  ostenta, se genera un nuevo fenómeno en los individuos: la dominación.  En este caso, no me refiero al sometimiento basado en la violencia; ya sea  física o verbal, sino a aquella que se produce en base a la manipulación  psicológica. Recordemos que todo ser humano actúa en base a incentivos y  castigos, y si se crean las condiciones adecuadas, aquel al que se le entregó  el poder; absoluto o semiabsoluto, tendrá la  posibilidad de ejercer dominio sobre la decisión de las personas.
 
Cuando se plantea que la dominación no  violenta se produce en base a generar los incentivos adecuados, se hace en  función de analizar los ofrecimientos que hacen los políticos – tanto  candidatos en la lucha por obtener del poder, como aquellos que se encuentran  ya ejerciendo el mismo -. Y es justamente en todos esas “promesas políticas”,  donde el Estado Benefactor ha jugado un papel sumamente importante como  generador de dominación.
Si recordamos cómo el Estado Benefactor se  fundamenta en la intervención gubernamental sobre aquello que signifique  garantizar la satisfacción de necesidades de los individuos, nos podemos dar  cuenta que esto representa un incentivo más que atractivo; ¿qué persona  rechazaría la “oportunidad” de obtener de una forma más “sencilla” la  satisfacción de necesidades como: alimento, vestido, trabajo, etc.? Y esta  “oportunidad” es la que precisamente ofrece el Estado Benefactor.
 
Lo que sucede aquí, es que las personas se  apoderan del mensaje que se les manda: “La pobreza no tiene  fronteras, no tiene pasaporte y lo que se necesita para luchar contra la  pobreza es voluntad. No existe gobierno que no pueda invertir en reducir la  pobreza. Todo depende de su voluntad, y nosotros desde el inicio de gobierno,  hace ya 14 meses le apostamos a la Cohesión Social”[11]. Si discursos como  este se repite una y otra vez es muy fácil que genere una reacción en los  individuos; sobre todo en un país como Guatemala en donde los índices de  pobreza son sumamente altos, y se logra incrustar la idea de que el único medio  para salir de la pobreza es a través de los favores del gobierno, para que por  último se terminen creyendo y exigiendo como propios los ofrecimientos que en  primera instancia realizó un candidato.
 
“dominación  es el hecho de que la manifestación de una voluntad de uno o varios  ‘gobernantes’ pretenda influir sobre la acción de otros y que influya realmente  de modo que esa acción discurra –en un grado socialmente relevante – como si  los dominados hubieran convertido, por sí mismos, el contenido del mandato en  la máxima de su acción”[12].
 
Como vemos, esta  apropiación del mensaje es lo que se ha transformado en dominación consentida,  los individuos han hecho propios los ofrecimientos de políticos, y estos  últimos los han aprovechado para agenciarse de votos que los lleven al poder.  Es por esto mismo que surge el cuestionamiento sobre si hay consecuencias no  intencionadas dentro de el Estado Benefactor, quien  más se beneficia de este juego de dar migajas y ofrecer manjares es el mismo  político, ya que el obtiene lo que buscaba; llegar al poder, y mantiene al  ciudadano donde le conviene; sumido en la pobreza para regresar cada elección  con los mismos ofrecimientos para poder llegar de nuevo al poder. “Tienen además el efecto perverso de alimentar una  dependencia con el Estado que termina por hacer mucho peor la situación de los  pobres, pues favorecen conductas poco responsables que en nada ayudan a que  generen más riqueza, manteniéndolos así en una condición subordinada y poco  propicia para su superación”[13].
 
El discurso político como medio de reproducción del paternalismo
 
“Un acto, una costumbre, una institución, una
ley no engendra un solo efecto, sino una serie
de ellos. De estos efectos, el primero es sólo el
 más inmediato, se manifiesta simultáneamente
con la causa, se ve. Los otros aparecen sucesiva-
mente, no se ven; bastante es si los preveemos”.
Frederic Bastiat
 
Luego de haber  explicado en que consiste el poder y de que forma este se legitima, es necesario explicar cómo el  político logra transmitir este mensaje a las personas. Para efectos del  presente trabajo nos centraremos en el discurso, ya que es la herramienta  utilizada constantemente por los actuales funcionarios públicos de Guatemala.
 
Un discurso se  puede entender como el conjunto de palabras que mantienen coherencia lógica  mediante las cuales se expresa un mensaje. En este caso, el candidato o  funcionario público es el emisor y los ciudadanos o electores se convierten en  receptores. Con el discurso político lo que se busca es ganar adeptos, y para  conseguirlo se trata de lanzar un mensaje que sea lo suficientemente atractivo  para lograr la mayor cantidad de simpatizantes.
 
Como se planteó  con anterioridad, el mensaje utilizado en los discursos políticos se centra en  el tema de la pobreza y la brecha existente entre los diferentes estratos  sociales. Además, se hace hincapié constantemente en qué “derechos de los  pobres”, pero no se menciona cuáles son las responsabilidades que tiene todo  ser humano en sociedad.
 
Si por un lado  se me plantea la posibilidad de obtener todo aquello que cubra mis necesidades,  y para eso lo único que tengo que hacer es estirar la mano para que alguien me  lo proporcione. Mientras que por otra parte lo que se me dice es que si yo  quiero algo debo esforzarme, trabajar, producir, de forma individual, y sobre  todo que yo seré el único responsable sobre las decisiones; buenas o malas, que  tome, suena mucho más atractivo el hecho de recibir sin tener que dar nada a  cambio.
 
Y es eso  precisamente lo que plantea el discurso paternalista, “los impuestos se recaudan para redistribuir la  riqueza. Es el mecanismo democrático para que los que tienen menos tengan más y  así todos tengamos más”[14]. Como se puede observar en este fragmento en ningún  momento se habla sobre creación de riqueza, se sigue teniendo una visión  estática en donde esta ya fue creada y no puede  generarse más y por eso mismo; para que no haya pobreza, es necesario repartir  la riqueza existente.
 
El argumento es sumamente  atractivo porque lo que se esta creando es una socialización  de la responsabilidad, en donde yo traslado las consecuencias de mis actos  a los demás para que ellos paguen también por lo que solamente yo debí haber  asumido las consecuencias. Esta es la “realidad” que presentan día a día los  funcionarios públicos, es a través de la reproducción de este tipo de mensajes  que han logrado la dominación sobre los ciudadanos. “Un sistema de dominación puede ser mantenido, al ser  representado como legítimo, es decir, como un sistema que es justo y digno de  apoyo. Esta legitimación se logra a través de apelar a fundamentos racionales,  tradicionales o  carismáticos, los cuales, valdría la pena añadir, se  expresan generalmente por medio del lenguaje”[15].
 
Todos buscan las bondades de  la libertad, pero también la mayoría prefiere huir para no hacer frente a las  consecuencias de las decisiones tomadas, el Estado Benefactor pudo surgir bajo  las mejores intenciones, pero recordemos que los seres humanos no somos  perfectos, actuamos en base a incentivos – castigos, y el incentivo de  perpetuarse en el poder; cuasi absoluto que ha adquirido el Estado en base a  pretender que solucione todos los problemas, ha generado que se desvirtúe el  fin que perseguía el intervencionismo. 
 
Además de todo esto,  recordemos que hacer caridad con dinero ajeno no es caridad, es un robo  cualquiera, y eso es precisamente lo que propone el Estado Benefactor, quitarle a los ricos para darle a los pobres; al mejor  estilo de Robin Hood, y con este tipo de incentivos  ¿quién querrá convertirse en una persona adinerada?
 
“En la  medida en que cada individuo
descansa en el asistencialismo del
Estado,  abandona su responsabilidad
sobre la  suerte y el bienestar de sus
semejantes”.
Wilhelm von Humboldt
Conclusiones
- Mientras       más se permite que el Estado intervenga en las decisiones de los       individuos, estos pierden libertad y sobre todo se termina por dejar de       lado el sentido de la responsabilidad individual.
 
- Podemos       creer que las intenciones bajo las que fue creado el Estado Benefactor       eran muy buenas, pero a medida que los políticos descubrieron que el poder       en manos del Estado aumentaba por las exigencias de los mismos ciudadanos,       estos buscaron la forma de manipular a las personas para perpetuarse en el       poder.
 
- Mientras       no se tenga claro que la única forma de salir de la pobreza es a través de       la creación de riqueza; y no por la redistribución, el círculo vicioso del       Estado Benefactor continuará afectando la responsabilidad individual.
 
 
 
 
 
 
Bibliografía
- Liberalismo       – David Boaz.
- Sociología       del poder. Los tipos de dominación – Max Weber.
- La       construcción social de la realidad – Meter Berger, Thomas Luckmann.
- Sobre el       poder – Bertrand De Jouvenel
- La Ley – Frederic Bastiat.
- Consecuencias       perversas y el Estado del bienestar: algunas reflexiones – Reinaldo Nobre Pontes.
- ¿Qué es la       socialdemocracia? – Sin autor.
- Populismo,       Intervencionismo y Reformas en América Latina – Carlos Sabino.
- Mitos       Sobre La Pobreza – Carlos Sabino.
- La       Tentación del Intervencionismo – Carlos Sabino.
- Fabricantes       de miseria – Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos       Alberto Montaner y Alvaro Vargas Llosa.
- Lo Que Se       Ve y Lo Que No Se Ve – Frederic Bastiat.
- Consecuencias       Económicas Del Estado Benefactor – James Buchanan.
- Diccionario       de Política – Norberto Bobbio,
- Ideas de       la libertad No. 45 – Alberto Benegas Lynch, Martin Krause
- Adentro o       afuera una cuestión de principios… (crisis del Estado Benefactor) – Marina       Mansilla.
- La instauración del Estado Benefactor       y el Establecimiento de las Primeras Políticas Sociales – sin autor.
·       Desarmando el Estado Benefactor – Mario Teijeiro
- Estado Benefactor y Reforma del Estado – Ignacio       Medina Núñez
- Discurso       política y argumentación – Silvia Gutiérrez.
- Discurso       político. Comunicación Política
- Comunismo – José Prieto
- Formas y tendencias del anarquismo       – René Furth
- http://es.shvoong.com/books/1850813-el-estado-benefactor/
- www.cadal.org
- http://www.cien.org.gt/index.aspx?menu=80&indice=99
- http://socialismo.idoneos.com/index.php/342820
- http://socialismo.idoneos.com/index.php/342820
[2] Boaz, David. “Liberalismo, Una aproximación”. Editorial Fundación FAES. Madrid: 2007. Pág. 431.
 
[3] Laso Prieto, José M. “Comunismo”. Sin editorial. España – Oviedo.  Sin año. Pág. 1
 
[4] Furth, René. “Formas y tendencias del  anarquismo”. Editorial Letra e. Buenos Aires: 1988.  Pág. 32.
[5] Sin autor. “La instauración del Estado Benefactor y el Establecimiento de las  Primeras Políticas Sociales”. Sin editorial. Sin país,  sin año. Pág. 7.
 
[6] “La socialdemocracia es  una doctrina y movimiento político de tendencia socialista surgida en Europa a  finales del siglo XIX y principios del siglo XX, que si bien tiene su raíz en  el marxismo clásico, se presenta como una propuesta teórica y práctica  moderada… para los socialdemócratas la transición de la sociedad capitalista al  socialismo se pretende a través de medios pacíficos -reformas graduales dentro  del sistema- y no de medidas violentas como la revolución”.
 
[7] Medina Núñez, Ignacio. “Estado Benefactor y Reforma del Estado”. Sin  Editorial. Sin país. Sin año. Pág. 15.
 
[9] Schuster, Sofía. “Poder Político, Estado de Derecho  y Orden Público. Reflexiones a Partir de la Convivencia”. Sin editorial. Chile: sin año. Pág. 1.
[10] Weber, Max. “Sociología del poder. Los tipos de dominación”. Editorial Alianza. Madrid: 2007. Pág. 59.
[11] Discurso  Presidente Álvaro Colom. Encuentro Latinoamericano: Nuevas Estrategias para la  Reducción de la Pobreza. Guatemala, abril 01 de 2009. 
 
[12] Weber, Max. “Sociología del poder. Los tipos de dominación”. Editorial Alianza. Madrid: 2007. Pág. 16.
[13] Sabino, Carlos. “Mitos Sobre La Pobreza”.
[14] Discurso del Presidente Alvaro  Colom: Presupuesto 2009. Una  Herramienta para el Desarrollo
 
[15] Gutiérrez, Silvia. “Discurso Político y Argumentación”. México. Pág. 2
