Jesús, “el Galileo”
(Pbro. SSL. PhD. Carlos R. M. Lara, FMM)
Para adentrarnos a las incidencias directas que tuvieron los orígenes galileos del Jesús histórico en cuanto “Galileo” vamos a tomar como base el análisis exegético de Lc 23,6: Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo (Πιλᾶτος δὲ ἀκούσας ἐπηρώτησεν εἰ ὁ ἄνθρωπος Γαλιλαῖός ἐστιν). Un versículo sin paralelos en los demás evangelios, lo cual aduce a pensar que sea probablemente de redacción lucana resaltando en buena manera, su afán por historizar y contextualizar algunas escenas en un marco histórico específico.
Desde esta perspectiva, se inicia del contexto, es decir, proporcionando una reseña panorámica de Galilea que sirva de plataforma y clave de comprensión de las implicaciones concretas del “ser Galileo” o “ser de Galilea”, tomando en cuenta algunos factores de índole social, político, económico, religioso y geográfico. Luego se trata de dilucidar si la distinción que se hace de Jesús como “Galileo” es efectuada en referencia a su procedencia, o sea más bien una especie de “nickname” con el que es posible identificar ideológicamente la actividad de Jesús. Lo cierto es que Galilea estaba formada en su interior por una población mixta, y en consecuencia probablemente pasaba a los ojos de los habitantes de Judea por tierra de paganos.
I. Contexto histórico–geográfico:
1.1 La región de Galilea
Galilea no solo tenía su propio pasado peculiar, sino también su organización política, social, económica y religiosa contribuía a diferenciarla del resto de Palestina. Este distrito situado en el extremo norte era una pequeña isla en medio de mares hostiles. Hacia el oeste colindaba con Tolemaida (Acre) y el monde Carmelo (originalmente galileo), ambas zonas pobladas principalmente por gentiles. Al norte estaban las ciudades siriofenicias de Tiro y Sidón y sus dependencias. En su frontera oriental las ciudades paganas Ganlanitis, Hippos y Gadara. Además, en el Sur se hallaba separada de Judea por el territorio helenístico de Escitopolis (Beth Shean), y toda la provincia hostil de Samaria. En consecuencia, aunque la Transjordania, o Perea, compartiesen el mismo gobierno que Galilea en el periodo del NT, no cabe duda que la provincia constituía en gran media una unidad étnico–política autónoma y cerrada.
Alrededor del siglo VIII a.C. el profeta Isaías aludía al “distrito de los pueblos (gentiles)” (גלְּיִל הגַוֹיםִ) 1, frase de la que deriva el nombre de Galilea. La colonización del norte del reino de Israel conquistado por pueblos mesopotámicos tampoco pudo alterar esta situación, aunque no hay duda de que la ocupación israelita nunca cesó del todo2. Pero la minoría judía se vio sometida a tal presión pagana en la época de la rebelión macabea, que Simón Macabeo, tras obtener un cierto alivio temporal, decidió como medida drástica trasladas a los judíos de Galilea a Judea.
1 Cf. Is 9,1.
2 Cf. 2 Re17,1ss.
3 Cf. 1 Mac 5,1ss.
4 Cf. Josefo, Ant. 13, 318–319; BJ 1,76.
5 Cf. Ant. 13, 319.
6 En contraste con lo manifestado en Lucas 2,1–5, el censo de Quirinio lo data Josefo en el año 10 de Arquelao, es decir, treinta y siete años después de la batalla de Actium (31 a.C.); o sea, seis años d.C. Ver Ant 17,342; 18,1–2,26. La supuesta inscripción de Pilato descubierta en Cesarea Marítima, ha aclarado la polémica sobre si los primeros gobernadores de Judea (entre los años 6 y 41 d.C.) eran procuradores o prefectos. Ver, además: C. G. BRUSA, Scavi di Cesarea Marítima (Roma 1966) 217–20.
Los refugiados retornaron sin duda a sus hogares tras el triunfo final de los macabeos, pero el norte de Galilea y sus distritos adyacentes no se anexionaron hasta el mismo final del siglo II a.C. al reino macabeo–hasmoneo, como resultado de la victoria de Aristóbulo I sobre Iturea34. Flavio Josefo habla también del ultimátum de los vencedores a los vencidos, cuya presencia sería tolerada si estaban dispuestos a “circuncidarse y vivir de acuerdo con las leyes de los judíos”5.
Respecto a los sistemas del gobierno que imperaban en la Palestina romana durante la primera mitad del primer siglo cristiano, la provincia de Galilea poseía una estructura administrativa diferenciada de Judea, hecho que reforzaba aún más la autoconciencia galilea. Tras la deportación de Arquelao a Galia (6 d.C.), el efímero gobierno de Judea por un etnarca herodiano fue sustituido por un dominio romano directo. A partir del censo decretado ese mismo año por Publio Sulpicio Quirino, el legado de Siria, un caballero romano llamado Coponio, fue nombrado prefecto de Judea y como tal, responsable directo ante el Emperador de la administración militar, financiera y judicial de la región6. De este modo, pese al auténtico poder que aun poseía el Sanedrín, los sumos sacerdotes y los funcionarios del templo, Judea no podía por menos sentirse humillada ante la presencia de la Roma Imperial.
Sin embargo, Galilea no sufrió ese ultraje, dado que desde el año 4 a.C. al 39 d.C. (a lo largo del arco de vida de Jesús) la administró, lo mismo que a Perea, un tetrarca herodiano, Antipas, y luego un rey, Agripa I (39–44 d.C.). Roma no apareció en escena salvo entre los años 44 y 66 d.C. e incluso entonces la “región” del Lago Tiberiades estuvo bajo la jurisdicción de Agripa II entre el 54 y el 66 d.C. Los
herodianos eran la aristocracia nativa de la provincia; además los administradores de las 204 ciudades y pueblos de la alta y la baja Galilea y del Valle, es decir, la “regio” del Tiberiades7, como por ejemplo también el ἄρχων (oficial jefe) Jairo, descrito como presidente de la Sinagoga8, eran galileos, así como los recaudadores de impuestos, cuyo deber era llenar las arcas del tetrarca, no del Emperador.
7 Cf. Vita 235; BJ 3, 35; Mishna Shebi’ith 9,2 (mSheb –Séptimo año–).
8 Cf. Mt 9,18. Ver, además: Vita 69, 294–6,134, 278.
9 Cf. BJ 3, 42.
10 Cf. BJ 3,42–4.
11 Cf. BJ 2,591–2; Ver también, Talmud de Babilonia Shebi’ith 26a. (bSheb).
12 Cf. M. AVI–YONAH, Geschichte der Juden im Zeitalter des Talmud (Berlin 1961) 16–25.
13 Cf. S. DUBNOV, History of the Jews I (London 1967) 67.
14 Cf. E. SCHÜRER – G. VERMES – F. MILLAR – et al., The History of the Jewish People in the Age of Jesus Christ (Edinburgh 1973–1987) 381.
Cabe resaltar que la Galilea de Jesús era populosa y relativamente próspera. “Nunca faltó valor a los hombres ni hombres al país”9, escribe Josefo. La razón de su bienestar económico era la extraordinaria fertilidad de la tierra y el pleno uso que hacían de ella sus habitantes. Tal como nos la describe Josefo, es “tan rica en terreno agrícola y en pastos y produce tal variedad de árboles, que hasta los más indolentes se sienten tentados por estas facilidades a dedicarse a la labranza. Aunque más pequeña que Perea, sus recursos eran mayores, pues se cultiva toda ella y produce cosechas de un extremo a otro”10. Uno de sus productos era el aceite de oliva, que se exportaba en grandes cantidades para los judíos de Siria, Babilonia, Media, Egipto y Capadocia, regiones de la Diaspora que carecían de este importante recurso11. Esta rica industria agrícola, junto con la pesca del Lago, y el trabajo en las artesanías normales que exigía la vida diaria12, daban a Galilea cierta autosuficiencia que, con la herencia de su historia y la ruda sencillez de su vida, es probable que alimentase el orgullo y la independencia de sus habitantes.
1.2 Los rebeldes galileos
Desde mediados del último siglo pre–cristiano fue el distrito más agitado. Simón Dubnov no exagera cuando escribe: “De Galilea surgieron todos los movimientos revolucionarios que tanto inquietaron a los romanos”13. De hecho, si la identificación de Judas hijo de Ezequías como Judas de Gamala, conocido como Judas “el Galileo”, es correcta,14 la principal inspiración de toda la agitación zelota surgió de la misma familia galilea rebelde.
Ezequías, descrito como un “jefe de bandidos”, era el patriarca de los revolucionarios que a mediados
del siglo I a.C. asolaban la Galilea superior. Capturado y ejecutado hacia el 47 a.C. por el joven Herodes, gobernador entonces de Galilea15, continuó sus actividades su hijo Judas, que cuando murió Herodes, asaltó el arsenal del rey de Seforis en el año 4 a.C. y “se convirtió en la causa del terror para todos los hombres”16. Diez años después este mismo Judas, apodado “el Galileo”, incitó a sus compatriotas a rebelarse en la época del Censo, los unió para que no pagasen impuestos a Roma, y, en general, para que no reconociesen a ningún amo extranjero. Convirtiéndose así, junto a un fariseo llamado Zadok, en co–fundador no solo de una banda de agitadores sino también de un partido político–religioso, de los Zelotas17. Todavía unos cuarenta años más tarde, durante el tiempo en que fue procurador de Judea, del 46 al 48 d.C. Tiberio Julio Alejandro, sobrino del filósofo judío Filón de Alejandría y totalmente romanizado, juzgó y condenó a la crucifixión a dos de los hijos de Judas “el Galileo”, Jacob y Simón18. El último de los sobrevivientes, Menahem, tomó a los romanos el bastión de Masada e intentó, en el año 66 d.C. al principio de la primera Guerra Judía, imponer su autoridad suprema entre los rebeldes entrando en el templo con aparato regio. Sin embargo, él y la mayoría de sus seguidores murieron en la lucha que surgió por entonces entre las diversas facciones revolucionarias en Jerusalén19. Uno de los que escaparon a la matanza fue otro descendiente de Judas “el Galileo”. Era un sobrino de Menahem, Eleazar, hijo de Jairo, el legendario capitán de Masada, y a la cabeza de unos centenares de zelotas continuó la resistencia contra Roma durante cuatro años después de la caída de Jerusalén20.
15 Cf. BJ 1,203–4; Ant. 14,158–9.
16 Cf. BJ 2,56; Ant. 17,271–2.
17 Cf. BJ 2,118; Ant. 18,4–10.23.
18 Cf. Ant. 20,102.
19 Cf. BJ 2,433–48.
20 Cf. BJ 7,253.275.320–401. Puede ser el Ben Yair cuyo nombre figura en una inscripción descubierta recientemente en las ruinas del bastión zelote. Ver, además: Y. YADIN, Masada (London 1966) 201.
21 Cf. Lc 13,1.
22 Cf. Ant. 20,120.
23 Cf. BJ 2,585.
La lucha contra el Imperio no fue sin embargo solo un asunto de familia, sino una actividad galilea general en el primer siglo d.C. Los peregrinos cuya sangre mezclaba Poncio Pilato con la de los sacrificios debieron ser revolucionarios galileos21, y fueron también un grupo de galileos, quienes, en el 49 d.C., pidieron a las masas judías de Jerusalén que tomasen las armas, proclamasen su libertad y rechazasen la intolerable esclavitud que imponía Roma22. Además, uno de los caudillos más sanguinarios de la guerra del periodo 66–70 d.C. fue Juan el hijo de Levi de Gischala (Gush Halab), en Galilea Superior23. Él y sus seguidores, “el contingente galileo”, adquirieron gran notoriedad en la Jerusalén
asediada por su “ingenio, astucia y su audacia”24.
24 Cf. BJ 4,558.
25 Cf. M. HENGEL, Die Zeloten (Leiden 1961) 57–9.
26 Cf. Mishna Yadayim 4,8 (mYad).
27 Cf. BJ 3,41.
28 Cf. Mishna Nedarim 5,5 (mNed): Talmud de Babilonia Nedarim 48a. (bNed).
29 Cf. BJ 3,35; mSheb 9,2.
A modo de síntesis, se puede notar que para el orden palestino establecido del primer siglo d.C. la palabra “Galileo” no solo aludía a un área geográfica particular, sino adquiría la oscura connotación política de una posible asociación con Judas “el Galileo”25. Inclusive el “hereje Galileo” de la Mishna es un nacionalista que reprocha a los fariseos que incluyan el nombre del Emperador en un documento legal judío26.
Por tanto, en líneas generales se puede describir a los galileos como firmes nacionalistas y amantes de la libertad que, en palabras de Josefo, “habían combatido siempre cualquier invasión hostil” y estaban “desde la infancia acostumbrados a la guerra”27. Aunque según las referencias rabínicas eran pendencieros y agresivos también entre ellos mismos28; sin embargo, hasta sus críticos admitían que, en contraste con los habitantes de Judea, que se preocupaban más de sus riquezas que de su gloria, “ellos preferían el honor al lucro financiero”29.
II. Análisis de Lc 23,6
Siguiendo la dinámica del relato, es decir, considerando los versículos previos y posteriores a Lc 23,6 se pueden distinguir las siguientes acciones: a) Primero se levanta la asamblea y conducen a Jesús hacia Pilato (Lc 23,1); b) son dadas a conocer las acusaciones –se presupone que Pilato ya los haya recibido–; c) luego Pilato interroga a Jesús sobre su realeza, – más NO sobre la cuestión de la agitación del pueblo–; (Lc 23,3); d) Jesús de hecho, confirma ser rey –sin que se relate reacción alguna departe de Pilato ante tal afirmación– (Lc 23,3); e) hasta aquí Pilato se presenta a la luz del relato como dominador de la situación, e inclusive termina diciendo a los sacerdotes y a la asamblea: No encuentro ninguna culpa en este hombre (Lc 23,4), Sin embargo, justamente en el v. 6 se nota un giro repentino y brusco en la actitud de Pilato, probablemente dada la “insistencia” (Lc 23,5) y presión del momento, aunque sin descartar que tal reacción pudo haber sido propiciada por el uso mismo del verbo άνασείω (anaseo), en el sentido de “agitar, provocar, sublevar”. Esto advertía que tal incidente podía comportar un foco desestabilizador y desembocar en desorden público, considerando también que de fondo había posiblemente una fiesta, y por ende una oportunidad propicia para
llamar a la emancipación e independencia del poder Romano; f) Luego entra en escena también Herodes Antipas, sin olvidar que como Galileo, Jesús dependía políticamente de él (Lc 23,7–12). En el evangelio de Lucas, este parece seguir de cerca a Jesús (Lc 9,9). Cabe mencionar que Herodes no vacilo en ejecutar a Juan Bautista y quizá la muerte de Jesús le habría venido bien. Según Marcos, sus seguidores junto a los fariseos concordaron en contra de Jesús maquinando su muerte (Lc 13,31).
En todo caso, se tratan de subrayar la proveniencia de Jesús considerando las implicaciones que esto tenia de por sí, dados los prejuicios socio–políticos del tiempo. Dichas acusaciones30, podrían evidenciarse del siguiente modo:
30 Que forman parte del llamado “proceso Romano”: Algunos exegetas tienden a subdividir este relato en tres momentos: a) Comparecencia frente a Pilato (Lc 23,1–5); b) frente a Herodes Antipas (Lc 23,6–12) c) reaparición en presencia de Pilato (Lc 23,13–25). Cf. Josefo, Vita 235;
31 Lc 23,2 …Hemos hallado que éste pervierte (agita) nuestra nación.
32 Lc 23,2 …oponiéndose a pagar impuesto al César.
33 Lc 23,2 (¿declarándose?) que Él mismo es Cristo, un rey (¿Mesías rey?).
34 Lc 23,5 Él alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.
35 Cf. Lc 23,2
36 Cf. F. POGGI, Corso avanzato di greco neotestamentario (Cinisello Balsamo; MI 2009) 172.
1) Agitación o sedición del pueblo31;
2) Oposición o impedimento del pago de impuestos al Cesar32;
3) Autoproclamación Mesiánica 33;
En síntesis, Jesús es presentado como un alborotador de las masas, escandaloso y bullanguero34. De hecho, el verbo διαστρέφω (diastrepho)35, puede entenderse no solo como oponerse a algo o alguien, sino también en el sentido de fomentar el desorden público, alejar y poner en tela de juicio la fe tradicional, corromper, pervertir, tergiversar e instigar al pueblo etc.
Sintácticamente se resalta sobre todo la proposición interrogativa indirecta: si aquel hombre era galileo, llamada también “proposición dubitativa” 36; en la regente se encuentra normalmente un verbo de preguntar. Pero dubitativa en qué sentido, en cuanto que a estas alturas Pilato ¿todavía no conocía los orígenes o raíces de Jesús? ¿No era consciente de su actividad en Jerusalén y ni mucho menos en Galilea cuando su residencia estaba en Cesárea Marítima? O quizá ¿es obra del Evangelista crear un tipo de “triangulación” Pilato–Jesús– Herodes?, o ¿probablemente situar al Galileo en contraste con el poder extranjero (Roma) y el poder local (Político= Antipas Religioso= Sumo Sacerdote de Jerusalén) dando así un alto grado de mesianicidad a su relato?
Finalmente se evidencia que el adjetivo “Galileo” (Γαλιλαίος) puede aludir sea a un nativo de
Galilea37, sea a un habitante de Galilea ¿cómo en el caso de Jesús?, aunque parece extraño que ninguno sepa o mencione que Jesús haya nacido en Belén de Judá.
37 Cf. Mt. 26,69: Mc 14,70: Lc 13,1; 22,59; 23,6: Jn 4,45: Hch 1,11; 2,7; 5,37.
38 Cf. Ant. 18, 117–18 Jn 11,47–50.
39 Cf. Jn 11,47-50.
40 Cf. Mc 3,18: Mt 10,4: Lc 6,15.
41 Cf. Mc 11,9–10: Lc 19,37–8.
III. Conclusiones
Al final de cuentas, ¿En qué modo todo esto contribuye a acercarnos y abordar de modo más profundo al Jesús histórico? Se plantean las siguientes conclusiones:
- o Queda claro que fuese o no zelote, Jesús fue sin duda acusado, juzgado y condenado como tal, y es más que probable que esto se debiese a su país de origen y al de sus discípulos.
- o Se puede notar que, a los ojos de las autoridades, herodianas o romanas, cualquier persona de la tetrarquía galilea con apoyo popular era, cuando menos, un rebelde potencial, como en el caso de Jesús. A este respecto el relato de Josefo sobre el destino de Juan el Bautista es iluminador. Se le pinta como un “hombre bueno”, que “exhortaba a los judíos a vivir justamente… y a hacerlo así uniéndose en el Bautismo”. Pero cuando sus predicaciones comenzaron a conmover a las multitudes: Herodes se alarmó. Desde luego una elocuencia que ejercía tan gran efecto sobre los hombres podía llevar a alguna forma de sedición, pues parecía que las gentes se dejasen guiar por Juan en todo. En consecuencia, Herodes decidió que sería mejor actuar a tiempo y librarse de él, antes de que su actividad provocase una sublevación38.
- o Es interesante observar que el Cuarto Evangelio atribuya a un motivo casi idéntico la conjura sacerdotal contra Jesús: ¿Qué haremos? Se decían. “Este hombre hace muchos prodigios. Si le dejamos, todo el populacho creerá en él. Entonces vendrán los romanos y arrasarán nuestro templo y nuestra nación”. Y el Sumo Sacerdote Caifás enfatiza: “ni toman en cuenta que les es más conveniente que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca”39.
- o No se puede pasar por alto que entre los apóstoles uno al menos, Simón “el Zelote”, llevaba un sobrenombre de contenido político amenazador40; pero varios de sus otros seguidores galileos estaban imbuidos al parecer de un espíritu de rebeldía y esperaban que Jesús convirtiese su ministerio religioso en el papel político reservado al Mesías real41. Además, la última pregunta que Lucas pone en boca de los apóstoles atestigua la supervivencia de sus aspiraciones políticas en el
- periodo post–pascual42.
- o Podría deducirse que, probablemente la primera versión judío–galilea de la vida y doctrina de Jesús se concibió dentro de un espíritu político–religioso que muy probablemente fuese responsable, en parte al menos, de su vigoroso énfasis mesiánico.
- o Por tanto, Jesús pasó a ser políticamente sospechoso, a criterio de los gobernantes de Jerusalén, porque era galileo. Además, si se aceptan las teorías de los historiadores judíos que hacen referencia a la falta de cultura y a la heterodoxia galileas43, su mismo origen galileo le hacia también sospechoso desde el punto de vista de la religión. Si se juzgase tendencioso, sin embargo, este enfoque del carácter galileo, la antipatía rabínica hacia los galileos y la hostilidad de los fariseos hacia Jesús podrían atribuirse justificadamente, no tanto a una aversión a la heterodoxia y la falta de cultura, sino simplemente, tal como insinúa el estudioso israelí Gedalyahu Alon, a un sentimiento de superioridad de la elite intelectual de la metrópolis hacia los toscos provincianos44.
42 Cf. Hch 1,6
43 Cf. S. W. BARON, A Social and Religious History of the Jews I (New York 1952) 278.
44 Cf. G. ALON, The History of the Jews in Palestine in the Period of the Mishnah and the Talmud I (Jerusalen 1967) 319.
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