“TODOS Y TODAS SOMOS BARILLAS”

 

Por Karen Cancinos

 

Es muy importante que el gobierno no ceda en cuanto a las medidas para restablecer el orden en Barillas, aquel lejano municipio de Huehuetenango. Es vital que no transija ante los grupúsculos oenegeros, los partidos populacheros y los curas farsantes (tristemente para los católicos hay de estos, sobre todo en el occidente del país, incluyendo uno que otro político convenientemente parapetado tras un solideo obispal). Es fundamental que no violente el mandato constitucional de proteger la vida, la integridad y la seguridad de todos los guatemaltecos.

 

¿Unos cuantos, o muchos, en Barillas o en cualquier parte de Guatemala, no quieren hidroeléctricas? ¡Está bien, sigan talando bosques para leña y regodeándose en su pobreza, al margen del progreso material que requiere fuentes de energía y mejor si limpia y más barata que el petróleo, pero absténganse de intimidar y coaccionar a quienes no desean elegir lo mismo para sus vidas! ¿Unos cuantos, o muchos, no quieren institucionalidad estatal, pero sí colectivismo tribal, con todo y su atraso y verticalismo? ¡Está bien, pero entonces agrúpense y vivan como en la era precolombina, con jefes indiscutidos en lugar de representantes temporales a quienes se les puede exigir cuentas, refúndanse en la selva a vivir con ellos y con los saraguates, y no se llenen la boca hablando de democracia, pidiendo servicios públicos, apelando a la propiedad de terrenos y demandando respeto a sus derechos, pues estos no son usos e instituciones de tribus sino de repúblicas!

 

El gobierno debe asegurarse –esa es su función– de que quienes quieran vivir como hordas nómadas dejen en paz a quienes deseamos desenvolvernos como personas en una sociedad aceptablemente funcional y que somos la mayoría. El gobierno debe tener claro, y ponerlo contundentemente ante la ciudadanía y ante la opinión pública internacional, que mayoría es a turba lo que juventud a clica pandillera. Si la turba que en Barillas destruyó locales en la feria, lesionó soldados en el destacamento y arrasó un hotel fuesen representantes de la mayoría, no tendrían necesidad de agredir a nadie pues estarían haciendo los cambios que considerasen pertinentes, respaldados por sus conciudadanos: tendrían el gobierno en sus  manos pues hubiésemos votado por ellos.

 

“Todos y todas somos Barillas”, decía una manta en una manifestación en Huehuetenango. Me hubiese gustado escribirla y portarla (a pesar de la political correctness) pues es cierto. En estos días, cada guatemalteco de buena fe es un oriundo de Barillas: si el gobierno capitula ante un grupo de agitadores profesionales, estos le tomarán la medida y entonces podemos ir despidiéndonos de cualquier posibilidad de desarrollo y convivencia civilizada. Si la turba toma el lugar de la mayoría ante la acción gubernamental, la injusticia se entronizará. Si el gobierno que abanderó el eslogan de “carácter y decisión” se vuelve una temblorosa gelatina ante quienes le critican por cumplir con su obligación de hacer valer la Ley, la anarquía prevalecerá y la Constitución se irá por el caño.

 

Gobernantes: ustedes se deben a la mayoría. Asúmanlo sin complejos.

 

 

 

 

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