Análisis epistémico y exegético a los primeros escritos del joven Søren Kierkegaard. Primera parte: El ambiente intelectual en la Dinamarca de la Época Dorada (1834-1841) y el debate sobre la ironía romántica

Joseph Alexander Freire López

Centro Henry Hazlitt,

Universidad Francisco Marroquín,

6 calle final zona 10, Guatemala, C. A.

afreire@ufm.edu

orcid.org/0000-0003-1447-8745

Palabras clave: Ironía, Subjetividad, Existencia, Crisis cultural.

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Introducción

El objetivo de la presente investigación es conocer las principales figuras del entorno intelectual danés del período histórico que va de la década de 1830 a la década de 1840, momento en que el joven Søren Kierkegaard era estudiante en Copenhague.  El número de políticos, intelectuales y académicos involucrados en el ambiente erudito de la Dinamarca de las décadas a conocer es extenso, en este contexto y por espacio, resumiré lo mejor posible algunos de los principales temas con la intención de acercar la temática a los escritos del joven danés sobre quien, históricamente, ha prevalecido una actitud de colocarlo en el centro del escenario académico danés[1], procurando, al mismo tiempo, aislarlo de toda influencia intelectual posible al extremo de esterilizar cualquier contacto que el joven danés pudo tener con sus contemporáneos. Por tanto, en las páginas que siguen se mostrarán algunas de las principales figuras intelectuales danesas, sus problemas, propuestas, pero principalmente el punto en común del que parten todos para el debate.

1.1 La “Den danske guldalder” y sus consecuencias

Antes de 1810[2] la sociedad danesa se recuperaba de las guerras napoleónicas en las que Copenhague quedó devastada por los incendios y bombardeos de 1807 que la sumió en una bancarrota total. Aunque a partir de 1810, Dinamarca entró en un período de cambios políticos que favorecieron los aspectos culturales y sociales impulsando un proceso de notable creatividad. Antes de la década de 1830 no existía una tradición que pudiera definirse en términos filosóficos. No obstante, a partir de 1830 inicia un período marcado por una clara influencia del pensamiento alemán.  Es en este ambiente que surge uno de los momentos más importantes para Dinamarca en términos eruditos, a saber, “la época de oro danesa” o “Den danske guldalder”.

La época de oro danesa comprende un período de principios del siglo XIX que va de 1830 a 1855[3]. Período extremadamente importante en la historia intelectual europea caracterizado por su extraordinario desarrollo en todas las esferas: arquitectura, música, ballet, teatro, pintura, drama, historia, arte, pero específicamente en literatura y filosofía[4].

Este período tiene sus bases en el pensamiento kantiano que durante la última década del siglo XVIII llegó a ser influyente en Dinamarca. Kant fue introducido en Dinamarca por Christian Hornemann (1758-1823) alumno del kantiano Karl Leonard Reinhold y Niels Treschow (1751-1833) pero principalmente por Frederic Cristian Sibbern (1785-1872) que había pasado mucho tiempo en Alemania donde estudió y conoció personalmente a Fichte, Schleiermacher, Goethe y Schelling. Sibbern desarrolló las principales ideas del pensamiento alemán[5] en dos obras “On Knowledge and Enquiry” de 1822 y “Speculative Cosmology with the Rudiments of a Speculative Theology” de 1846, destacando particularmente la teoría de la libertad kantiana lo que contribuyó a las principales discusiones danesas que se centraron en la ética, filosofía, política, pero especialmente en los temas relacionados con la voluntad y la libertad.

A partir de 1802, el pensamiento de Schelling generó un constante flujo de académicos daneses hacia Berlín, que perduró hasta 1841. Estos académicos acudían a la ciudad para asistir a sus conferencias y cursos, destacando especialmente su curso sobre “Philosophie der Offenbarung”.

En octubre de 1807 Napoleón entró en Berlín provocando el exilio a Dinamarca[6] de Johann Gottlieb Fichte (1762-1814) permaneciendo en la capital danesa por unos meses.  Período en el que causó una influencia profunda y decisiva en muchos filósofos especialmente en Sibbern y Henrich Steffens (1773-1845).

Para la década de 1820 la filosofía de Hegel es dada a conocer y aunque en sus inicios no causó un efecto importante en los debates académicos, más tarde, entre las décadas de 1830 y 1840 su filosofía se convirtió en elemento central de las discusiones en los principales círculos intelectuales de toda Dinamarca, impactando en la construcción de la vida cultural danesa tanto en el arte como en la literatura, religión, historia, derecho, etc.  No hubo un espacio que el pensamiento hegeliano no afectara. Esta filosofía en particular alcanzó su mayor desarrollo, por un lado, con las conferencias que Hans Lassen Martensen (1808-84) impartió en la Universidad de Copenhague durante la última parte de la década de los treinta.  Período que coincide, por otro lado, con la circulación de la revista de filosofía hegeliana Perseo -Journal for the Speculative idea- dirigida por el más importante intelectual danés[7] Johan Ludvig Heiberg (1791- 1860).

Martensen y Heiberg son los responsables directos de crear un ambiente intelectual significativo fundamentado en la filosofía de Hegel[8] haciendo de su pensamiento el elemento trascendental en el período de oro danés.

Por otro lado, el filósofo y poeta Poul Martin Møller (1794-1838), profesor de filosofía en la Universidad de Copenhague impartió un curso titulado: “Lectures on the History of Ancient Philosophy” entre 1834-35 con un claro enfoque hegeliano, lo que contribuyó a consolidar la discusión intelectual entorno al pensamiento de Hegel.

En resumen, Martensen, Møller, Sibbern, pero especialmente Heiberg serán claves en la difusión y debate del pensamiento de Hegel en los principales círculos académicos de toda Dinamarca. Dicho debate trascendió al análisis de toda la cultura danesa y la inevitable reorganización de la forma de vida intelectual que, marcada por el pensamiento alemán de Kant y Hegel, adicional, trajo consigo el fenómeno del romanticismo de Schlegel.

1.2      La crítica a la crisis de la cultura: una época de transición

La época de oro danesa se caracteriza por toda una nueva experiencia cultural que trae consigo una renovación en ideas que moldean la vida de Copenhague, pero junto con estos aires de nuevos conocimientos se tamizan otras tendencias intelectualistas de corte ilustrado que en lugar de fortalecer la vida danesa provocan que se rompan los vínculos con todas las instituciones culturales.

Según Heiberg, a partir de la década de 1810, la recepción del pensamiento alemán en Dinamarca desencadenó una proliferación excesiva de nuevos acontecimientos culturales. Esta avalancha de nuevas ideas sumió al pueblo danés en una profunda confusión y condujo a la ruptura con las formas culturales e instituciones tradicionales. En otras palabras, el pueblo danés se encontró incapacitado para comprender la orientación que debían tomar dichas ideas novedosas y el lugar que debían ocupar dentro de la cultura y las instituciones existentes. En resumen, la forma de vida danesa se encontraba en un estado de crisis[9]; momento crítico en que se abandonan antiguos paradigmas; sin rumbo, sin tener claridad sobre cuáles pueden ser los nuevos valores por practicar[10].

En su obra “Sobre la Importancia de la Filosofía para la Época Presente” de 1833, Heiberg expone de manera contundente su denuncia y señala que la crisis actual se ha originado debido al deterioro de los valores y las tradiciones en Dinamarca como resultado de la introducción de las ideas ilustradas y románticas[11]. La primera había debilitado las creencias religiosas tradicionales al exigir como corolario un sometimiento total al examen de la ciencia y la razón, convirtiéndola en una mera forma de entendimiento. La segunda, redujo la religión a un asunto de fe personal sin contacto alguno con alguna verdad externa al cristalizarla en un objeto para las masas ignorantes[12]. Así, la tesis principal en esta obra es que es un hecho que en Dinamarca existe una crisis total que aparta al pueblo danés de las instituciones fundamentales que son el sostén de la cultura, afectando su desarrollo.  Crisis que se extiende a toda Europa. Sobre esto, Heiberg escribe: …una condición así en realidad no es una condición; se trata tan sólo de una transición de una condición previa hacia otra que todavía no llega. No es una existencia fija, sino sólo un devenir en el que aquello que es viejo termina y lo que es nuevo comienza, una apariencia de existencia destinada a ocupar el sitio de una verdadera condición; en otras palabras, se trata de una crisis.[13]

Para Heiberg, esta crisis vivida en Europa, pero especialmente en Dinamarca, representa una forma de relativismo o nihilismo[14] en que predomina lo trivial. Para él, la época de oro danesa representa una transformación cultural en la que, por un lado, ya no es posible continuar una vida basada en una idea religiosa porque la vida misma es acosada por dudas.  Por otro lado, los poetas, escritores y artistas han hecho del arte un espacio de guerra que los tiene atrapados entre lo viejo y lo nuevo[15] convirtiendo el drama en una mercancía para la diversión y el entretenimiento de las masas.

No obstante, su enfoque va más allá de señalar exclusivamente al racionalismo y la ilustración como los culpables del deterioro cultural. Específicamente, Heiberg acusa del desastre al fenómeno de las ciencias empíricas denunciando en ellas una obsesión miope hacia los objetos de la percepción[16] pertenecientes al llamado reino de lo empírico, lo que provoca una incapacidad de observar la verdad superior de la idea especulativa[17] de un adecuado enfoque filosófico sobre la cultura.[18]

Heiberg trabajó por más de una década en encontrar esa forma que posibilitara comunicar y hacer llegar la filosofía de Hegel al quehacer de la cultura danesa. Producto de este extenso propósito surge la llamada poesía especulativa[19] que, diseñada especialmente para transmitir el mensaje, mostró que era posible comunicar un sofisticado contenido filosófico recurriendo a una forma de poesía accesible a todo el pueblo danés, a saber: la sátira popular[20].  Una especie de arte didáctico irónico, pero más específico, una forma de poesía didáctica.  El arte así entendido, debía desempeñar un papel fundamental en el rescate de la cultura, de forma tal que la poesía especulativa pudiera ser conciencia en la sociedad sobre su destino.[21] Fue rápidamente acogida en todos los estratos culturales y representó el máximo desarrollo de la estética en Dinamarca durante la época de oro.

Heiberg fue el mayor provocador danés que consideró a Hegel y su filosofía como las figuras claves para sacar a Dinamarca de su crisis cultural.  Para él, sólo la filosofía de Hegel puede poner fin a esta confusión, orientar la conciencia hacia lo verdadero y despertar la conciencia sobre la decadencia actual[22]. Su objetivo es, entonces, llevar esta buena nueva y transmitir al pueblo danés el mensaje filosófico que rescate la época de la crisis en la que se encuentra.

 

1.3      El debate danés sobre la ironía y el proyecto del rescate cultural

La discusión sobre la ironía como un problema estético-ético[23] inicia en 1835 con la llegada de la segunda edición de “Lucinda” de Schlegel qué provocó un fenómeno social que alcanzó, según Söderquist, proporciones epidémicas[24] en toda Europa.

El problema se plantea por vez primera en Copenhague en el contexto de la teoría estética y teatral en general, y literaria en particular catalogando la ironía empleada por los románticos daneses como un subgénero de la comedia. Como vimos anteriormente, es Heiberg el iniciador de este debate. Él trata y analiza la ironía como una actitud resultante de la decadencia que la ilustración, pero especialmente, que el romanticismo ha producido en las ingenuas mentes danesas.  Por tanto, el problema de ironizarlo todo en Copenhague es lo que inicia todo el debate, según Söderquist: se dice que la ironía romántica termina en una cosmovisión que se niega a ver la legitimidad de cualquier valor mediado culturalmente, y que responde con una celebración abierta del vacío del mundo que lo rodea. Sólo la verdad que el sujeto irónico crea para sí mismo sobrevive[25]

Como se ha mencionado, en Heiberg la ironía es descrita como un subgénero de la comedia que, para él, equivale a un estado de ánimo que es consciente de la pérdida de sentido y de seguridad que provee la existencia misma, es decir, surge como una forma de perspectiva subjetiva inmediata que se percibe a sí misma como la única representación, lo que ocasiona que surjan una multitud de perspectivas subjetivas. Como subgénero de la comedia la ironía es comprendida como una posición de la conciencia que se distancia del mundo real y es reemplazada por personajes de comedia. Así, por ejemplo, en un poema irónicamente versado el elemento de reflexión está presente en todas partes, considera el mundo críticamente rompiendo el sentido de la inmediatez lo que provoca una plétora de intereses, direcciones, habilidades, situaciones, todas ellas contradictorias por su carácter subjetivo, es decir, la poesía irónicamente versada no se limita a fabricar una brecha entre el mundo y el yo sino que, proporciona una multiplicidad de perspectivas en las que el yo busca y encuentra asidero propio o comodidad inmediata.  Empero, para Heiberg la ironía manejada correctamente puede ser de utilidad porque tiene también la habilidad de reunir y controlar los distintos momentos, así, cuando la ironía es adecuadamente empleada en una obra, toda confusión y todo elemento contradictorio encuentra el límite necesario para finalmente establecer un orden, pues, siendo la ironía romántica una forma de conciencia que arroja una multiplicidad de situaciones, aplicarla y ejecutarla adecuadamente crea una proporcionada relación de elementos, es decir, irrumpe en un mundo de contrastes confusos y dispersos para luego reorganizarlos.

Éste es el tipo de intuición artística que exige la época decadente, intuición que lleva al artista de un mundo interno en aislamiento hacia uno totalmente en sintonía con lo actual. Heiberg considera esto de alto valor, pues, el problema nihilista que provoca la ironía romántica es corregida por esta ironía en que el poeta dramaturgo logra concretar su inspiración en algo totalmente comunicable.  Por tanto, la ironía así entendida, será el asunto propuesto para el mal danés para despertar a una mayor claridad que la producida por la ironía empleada en los seguidores del movimiento irónico literario romántico alemán. Con esto, Heiberg ataca directamente tanto a Schlegel y su “Lucinda”, y a Solger, los acusa[26] de ser unilaterales en sus análisis sobre las virtudes en la conciencia irónica errando enfundar su comprensión de lo absoluto en detrimento de lo finito, es decir, toman su propia perspectiva de la ironía como su esencia final.

Este problema ya ha sido de notado hace tiempo por Hegel en la “Fenomenología del Espíritu” de 1807 y en la “Filosofía del Derecho” de 1820[27] en los que critica a los hermanos Schlegel, Ludwig Tieck y a Karl Wilhelm Ferdinand Solger por las consecuencias que producen al hacer uso de la ironía[28] pero, más importante para el presente estudio será que, tanto los Schlegel, Tiek y Solger serán igualmente las principales figuras que Kierkegaard criticará en su tesis de habilitación “Sobre el Concepto de Ironía” que desarrollaremos capítulos adelante.

La cuestión fundamental hasta este punto es que, tras la postura de Heiberg y demás intelectuales daneses frente a la ironía romántica, lo que se pretende es caracterizar el genio literario que sepa dominar la ironía romántica y convertirla en una posición universal. Ese será el corolario del debate en curso.

El asunto trata entonces de establecer cuál es la intuición poética caracterizada por la ironía controlada que no se quede a medio recorrido a manera de experiencias subjetivas y racionales de tipo lírico-épico, sino que esta intuición trascienda a conceptos o definiciones del mundo y la vida, es decir, la existencia pura pero objetivamente identificable, universal que permita trascender situaciones concretas[29] que se encuentran en la etapa especulativa. Para Heiberg, la única poesía y el único genio que puede lograrlo es el dramático.

Por poética irónica-dramática se comprende entonces todo arte que posibilite retratar la verdad de una forma tal que, desencadene una genuina comprensión de la existencia.  Así, para Heiberg las obras que contienen en-sí-mismas una conciencia y que revelan lo universal a la intuición son opuestas a aquellas que solamente revelan pura subjetividad y concreción. Con esto, Heiberg parte del presupuesto filosófico en el que mientras una obra poética es capaz de expresar una verdad general y universal, mejor es como arte[30]. Posición harto ligada a la comprensión que él tiene de Hegel, es decir, es la manera en que Heiberg aplica las categorías dialécticas propias de la filosofía hegeliana a la esfera estética.

En esta clasificación es posible localizar un efecto de transición evolutiva que inicia en la poesía inmediata – poesía lírica – la cual se muestra como un estado de capricho cuyo sello distintivo es ser irreflexiva.  Esta trasciende a una forma de poesía intermedia – poesía épica – que está mediada por su carácter reflexivo, pero permanece subjetiva como ironía pura.  Finalmente se unifica en su forma especulativa acabada y definitiva, en que la ironía se ha controlado, a saber: el drama cómico.  En esta tríada, lo lírico y lo épico finalmente encuentran su síntesis como forma final y de total unidad en el humor.[31]  Lo cual representa para Heiberg el camino de la conciencia que parte de un conocer inmediato que luego es mediado por su carácter reflexivo para finalmente acabar en una forma unificada; es la manera en que la poesía expresa lo más alto del genio del poeta y su quehacer; en la que la ironía es capaz de llevar una idea o concepto a términos que sean comprendidos por todos, pues, sus enunciados, implican ya una universal validez.[32]  En este contexto es que surge la ironía como un estado dominado.  Dicho estado es resultado entonces del dominio de formas menos desarrolladas de intuiciones que en su reconocer y superación el poeta logra, finalmente, dominar la capacidad de salir de su propia subjetividad y de su propio estado anímico.  Dicho en otras palabras, el genio del poeta logra intuir el mundo y estar a disposición de él, más allá de su propia perspectiva y de su propia posición existencial.  Esta es, en resumen, la dialéctica que Heiberg propone.

Por otro lado, Sibbern, futuro director de tesis de Kierkegaard, empleando las ya mencionadas categorías estéticas de Heiberg, publicó una serie de conferencias en las que presenta su visión de la estética en la que la psicología es el axioma principal o fundamento estético encargado de la creación y recepción del arte. Para este filósofo, lo subjetivo es figura central en la creación artística donde lo sustancial es el interior del artista ya que de esta brota el arte genuino. Interior que es caracterizado por un orden superior de ideas que, controlado por un espíritu consciente y presente, es capaz de intuir la totalidad.  Sibbern critica entonces la forma de ironía que no se entiende como una expresión ingeniosa y que, en su lugar, es considerada como una capacidad de observar la vida sin participar en ella. Es decir, la ironía que este filósofo critica da por sentada y de manera poco reflexiva que la vida es frívola donde solo resta disolverse en la nada[33].  Esta perspectiva propia del romanticismo es lo que Sibbern critica, ya que en este tipo de ironía el mundo real se desvanece y, por tanto, cualquier proyecto estético fracasará.  En resumen, la ironía que Sibbern reclama como original y auténtica está bajo control, en un juego que reconoce como fundamento el valor del mundo fuera del sujeto.

Tanto para Sibbern como para Heiberg, el prototipo de este tipo de ironía es encontrado en Goethe. En él encuentran una unidad perfecta la dialéctica y el estado existencial de intuición y disposición hacia el mundo.[34]

Junto a la ironía, esta disposición es parte de un equilibrio dialéctico que tanto Sibbern como Heiberg exigen con una diferencia importante. Sibbern no considera que el debate sobre la ironía tenga repercusiones sin más en el campo estético.  Él considera que la ironía no es sólo un género literario que se origina en una posición existencial, sino que, además, enaltece el estilo existencial del cual se origina, es decir, la preocupación de Sibbern no recae en los méritos literarios que pueda tener o no la ironía romántica, recae completamente en la vida práctica que celebra[35] el poeta romántico que se manifiesta como un fenómeno patológico.[36]

La discusión sobre la ironía avanza cuando el decano de la iglesia de Nuestra Señora de Copenhague, el pastor Eggert Christopher Tryde (1781-1860), critica la ironía romántica como un proyecto de doble repercusión. Por un lado, está el esfuerzo de llevar a la ironía hacia un plano profundamente estético y por otro, que es más una consecuencia lógica que una forma de ironía, la de destruir los cimientos de la verdad revelada ya que el romántico busca convertir la vida en arte y el arte en vida y al hacerlo, elimina las fronteras que pueden existir entre la teoría estética y la vida poética.[37]

Para Tryde, el estado de ánimo que encuentra el irónico romántico en su propia subjetividad es una cosa distinta del ánimo irónico propio del poeta que se distancia de la experiencia subjetiva. La forma en que se manifiesta la ironía romántica en el arte poético es de una total resistencia a todo contenido moral, asumiendo una interpretación de la vida en que la condición necesaria para la existencia radica en exaltar todo aspecto inimaginable de la condición humana, creando una especie de festejo inédito de la experiencia existencial que no se limita solamente al campo de la estética sino que, además, se extiende al mundo práctico en el que la creencia de que es imposible acceder a ideales morales produce la afirmación de que lo único que queda es la existencia misma.[38] Dicho en otras palabras, el punto central de la crítica de Tryde radica en que la ironía romántica parte del hecho de que no existe ideal alguno que sea universal y en consecuencia en el individuo se produce una posición existencial que se caracteriza por estar vaciada de todo ideal. Lo anterior implica que el irónico romántico no sigue ninguna norma y ninguna ética, y su existencia es un continuo fluir que celebra una multitud de formas finitas que, finalmente, da como resultado la noción de que la conciencia de Dios ha desaparecido del mundo y su lugar ha sido tomado por dichas formas finitas que conducen a un fundamento indeterminado de la vida.

Por otro lado, Møller, influenciado por el pensamiento de Hegel, crea y desarrolla todo un nuevo género literario destinado a establecer un acuerdo con los partidarios de la ironía romántica con el objetivo de detener la transformación cultural causada por la tendencia moderna de ironizarlo todo. Para Møller, la ironía romántica es el resultado de un comportamiento aceptado que conduce a una falsedad total de la vida personal [39] consistente en desplazar las emociones y los sentimientos de la experiencia inmediata hacia una plétora de reacciones caprichosas que se ajustan sólo al sujeto y a una experiencia fabricada, lo que provoca un conflicto interno con serias consecuencias psicológicas en el que la nueva experiencia lo separa de la auténtica vida interior. Todo sujeto que ha adoptado ese estado de experiencia fabricada corrompe y perturba su personalidad auténtica, la cual, ya no se ajusta a lo real.  Es decir, el yo real ha incorporado un elemento corrupto que le impide establecer un núcleo constante entre los pensamientos y la voluntad, creando así una personalidad temporal que puede reemplazarse tantas veces como lo exija cada instante.

Más adelante, en 1835 Møller escribe “The concept of irony”[40], un artículo en donde hace patente que la ironía romántica era un problema en Dinamarca y en este punto entra en contacto con las conclusiones de Tryde,[41] al afirmar que este tipo de ironía es, antes que problema estético, un problema ético. Insiste que en el corazón del romanticismo se encuentra una subjetividad distanciada que ve el mundo como desprovisto de toda autoridad moral y ética.[42] La subjetividad comprendida por los románticos está condicionada a un orden moral de sentimientos y deseos a través del cual el yo se trasfigura y produce una individualidad especial que recibe todo imperativo de la propia actividad de su estado de ánimo que finalmente los libera de las leyes y costumbres de la cultura, es decir, es asumida por superior a cualquier principio ético.

Cuando la actividad irónica define la relaciones de toda acción humana la vida resulta inevitablemente vaciada y en ausencia de algún elemento espiritual objetivo y común al mundo el ironista no quiere una guía para la actividad práctica, sino que, se contenta con distanciarse de un mundo vacío y reírse de él desde una posición de superioridad.[43] El resultado es que el irónico se ha convertido en Dios y en el creador de todo lo que está fuera de sí mismo, lo cual es coherente con lo que Schlegel en su “Lucinda”[44], deja que su personaje principal pronuncie la frase: ¿qué dios merece la veneración del ser humano, si no es su propio Dios?.[45]

Resta entonces identificar y determinar el efecto que el ambiente intelectual, su principal discusión y la filosofía de Hegel pudieron tener en los escritos del joven danés Søren Kierkegaard la cual desarrollaremos en la siguiente parte de esta investigación.

Literatura citada.

Moller, Poul M. «Sobre el Concepto de Ironia de Moller». Estudios Kierkegaardianos. Revista de filosofía, 2015. https://www.siek.mx/pdf-documentos/revista/revista-de-filosofia/articulos/3-Om-Begrebet-Ironie.pdf.

Nassim, Jordán. Estudios Kierkegaardianos. Revista de filosofía. Vol. 4, 2018. https://siek.mx/revista/No-4.htm.

Söderquist, K. Brian. «Kierkegaard s Contribution to the Danish Discussion of “Irony”». En Kierkegaard and His Contemporaries: The Culture of Golden Age Denmark, 78-105. De Gruyter, 2008. https://doi.org/10.1515/9783110200881.1.78.

Stewart, Jon, ed. Kierkegaard and His Contemporaries: The Culture of Golden Age Denmark. Kierkegaard Studies Monograph Series 10. Berlin: de Gruyter, 2003.

———. Kierkegaard’s Relations to Hegel Reconsidered, 2003.

———. Søren Kierkegaard: Subjectivity, Irony, and the Crisis of Modernity. First edition. Oxford: Oxford University Press, 2015.

[1] Cf. Stewart, Jon, ed. Kierkegaard and His Contemporaries: The Culture of Golden Age Denmark. Kierkegaard Studies Monograph Series 10. Berlin: de Gruyter, 2003. P. 3.

[2] Cf. Ibid.

[3] Cf. Bravo, Federico Nassim, 2018, Estudios Kierkegaardianos. Revista de filosofía., vol. Volumen 4, p. 11; Cf. Stewart, Kierkegaard, and His Contemporaries, p. 5.

[4] Cf. Stewart, Kierkegaard and His Contemporaries, p. 3.

[5] Cf. Ibid. p. 8.

[6] Cf. ibid. p. 6.

[7] Un intelectual esencialmente influenciado por Hegel y Goethe, visto con admiración y anhelo se consideró el rey de la literatura danesa; era el sol sobre el que giraban todos los demás astros literarios. Ocupó un lugar privilegiado en el núcleo de la sociedad culta danesa. Ejerció una considerable influencia en el público en general entre los años de 1820 y 1830 principalmente a partir de su nombramiento como poeta y traductor oficial del teatro real. Cf. Bravo, Estudios Kierkegaardianos. p. 12. Cf. Stewart, Kierkegaard and His Contemporaries’, p. 6.

[8] Cf. Ibid. p. 6.

[9] Cf. Bravo. – Introducción, Estudios Kierkegaardianos. pp. 11-12.

[10] Cf. Bravo – La Comedia Especulativa. p. 45.

[11] Cf. “Jon Stewart. La nota discordante de Hegel: La crisis cultural y la inspiración detrás de Sobre la importancia de la filosofía para la época presente de Heiberg, Estudios Kierkegaardianos. Revista de filosofía.4(2018): p. 28.

[12] Cf. Ibid. pp. 27,31.

[13] Heiberg, Om Philosophiens Betydning, p3 y ss. (On the Significance if philosophy for the Present Age and Other Texts, p. 85-119) en Stewart, La ‘nota discordante’ de Hegel. p. 28.

[14] Cf. Stewart, J. Kierkegaard’s relations to Hegel reconsidered, Modern European philosophy (Cambridge, UK ; New York: Cambridge University Press, 2003), p. 53.

[15] Cf. Bravo, Estudios Kierkegaardianos. p. 48.

[16] Ibid.

[17] Ibid. p. 29. La idea especulativa es una forma filosófica de pensar para ganar conocimiento enfocándose en la esencia de las cosas y sus primeros principios.

[18] Cf. Söderquist, Brian. 2003. Kierkegaard’s Contribution to the Danish Discussion of ‘Irony’”, Kierkegaard and His Contemporaries: The Culture of Golden Age Denmark. Kierkegaard Studies Monograph Series 10. (Berlin: de Gruyter,). p. 79.

[19] Cf. Bravo. – La comedia especulativa. pp. 37, 50, 51.

[20] Cf. Ibid. p. 49.

[21] Cf. “Söderquist. Kierkegaard’s Contribution. p. 85.

[22] Cf. Bravo, La comedia especulativa. p. 30; Cf. Söderquist. Kierkegaard’s Contribution. p. 84.

[23] La discusión danesa sobre la ironía nunca se ha tratado en detalle en la literatura. Algunas excepciones importantes incluyen: Pattison, G. (1992). Kierkegaard: The Aesthetic and the Religious: From the Magic Theatre to the Crucifixion of the Image. Springer.; International Kierkegaard Commentary: The Concept of Irony, ed. por Robert L. Perkins, Mercer University Press, 2002. Pero para el presente estudio especialmente importante resulta el estudio de Jon Stewart (2003). Kierkegaard’s relations to Hegel reconsidered. Cambridge University Press.

[24] Cf. Söderquist. Kierkegaard’s Contribution. p. 92.

[25] Ibid. p. 80.

[26] Esta es una posición que se mantiene y llega hasta la tesis de 1841 del joven Søren Kierkegaard “Sobre el Concepto de Ironía”.

[27] Cf. Söderquist, Kierkegaard’s Contribution to. p. 85.

[28] Cf. Pöggeler, O. (1999). Hegels Kritik der Romantik, Philosophie an der Jahrtausendwende 2 München: Fink.

[29] Cf. ibid. p. 84.

[30] Cf. Ibid.

[31] Es posible encontrar en este postulado heibergiano de lúdico-irónico-humor una analogía a la tríada hegeliana del estado irreflexivo-reflexivo-dialéctico.

[32] Cf. Söderquist, Kierkegaard‘s Contribution to. p. 85.

[33] Cf. Ibid, p.88.

[34] Cf. Ibid.

[35] Cf. Ibid.

[36] Cf. Ibid. p. 90.

[37] Cf. Ibid. p. 89.

[38] Cf. Ibid. p. 90.

[39] Cf. Ibid. pp. 91-92.

[40] Cf. Ibid, p 91.  El trabajo de Møller sobre la ironía se rescató y publicó recientemente por lo que no es claro si Kierkegaard pudo haberlo leído antes de la publicación de su propia versión de “Sobre el Concepto de Ironía”.  Además, habrá que considerar que Møller y Kierkegaard fueron íntimos amigos por lo que no sería improbable que el joven estudiante danés conociera de primera mano el tema.

[41] Cf. Møller, P. M. 2015. Sobre el Concepto de Ironia de Møller, Estudios Kierkegaardianos. Revista de filosofía, p. 21.  Møller, miembro del comité editorial del Maanedskrift for Litteratur, tuvo acceso al escrito Tryde antes de su publicación. Concibió entonces la idea de elaborar un tratado sobre el tema de la ironía, el cual sería también publicado en el Maanedskrift for Litteratur. Desafortunadamente, Møller solamente concluyó la Introducción.

[42] Møller “Forberedelser til en Afhandling om Affectation” en Söderquist, “Kierkegaard s Contribution to the Danish Discussion of ‘Irony’” : p 92.

[43] Cf. Söderquist, pp. 93-95.

[44] Denominado como el “evangelio de la ironía”. Para ampliar este tema se sugiere consultar Newmark, Kevin. (2012) Irony on occasion: from Schlegel and Kierkegaard to Derrida and de man. 1st ed. New York: Fordham University Press.

[45] Esta frase forma parte del capítulo titulado “Idilio de la ociosidad”. El pasaje completo dice: “Nada resulta más insensato —dijo otro de ellos— que el reproche que los moralistas les hacen a ustedes, los hombres, a causa de su egoísmo. Están completamente equivocados, pues ¿qué dios puede ser venerable para los seres humanos, si no es su propio dios?”. Cf. Schlegel, F. (2007) Lucinda, trad. de María Josefina Pacheco, México: Siglo XXI, p. 36.

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