En búsqueda de la verdad esencial de la Economía
En torno al entendimiento último y definitivo en la ciencia económica
Juan José Ramírez Ochoa *
1. Sobre lo esencial y lo accidental.
El presente estudio, constituye una exposición brevísima de una investigación en torno al estado actual de la creencia del grado en que es posible encontrar las verdades esenciales que sustenten las explicaciones de los fenómenos económicos.
Esta investigación no es nueva, y es inclusive muy fácil encontrar en los escritos de los economistas de la llamada Escuela Austríaca extensos tratados sobre la existencia o inexistencia de dichas verdades fundamentales que brinden bases sólidas a la explicación económica. Sin embargo, este breve ensayo se hace necesario porque la disputa que parecía resuelta hace décadas, en realidad suscita debates metodológicos que sugieren mucha confusión en cuanto al asidero fundamental de la economía.
La línea de tratamiento de la cuestión epistemológica de las ciencias económicas tendrá como brújula fundamental la teoría de la Praxeología, es decir, el la teoría económica de Ludwig von Mises (1881-1973) gracias a la cual se pudo apreciar lo esencial que resulta el axioma fundamental de la acción humana deliberada para la explicación última del proceso económico.
La teoría epistemológica de Ludwig von Mises se encuentra plenamente documentada en sus ya clásicos libros (especialmente: Human Action, The Ultimate Foundation of Economic Science y Theory and History). En este trabajo, se quiere traer a primera línea una vez más las discusión que tanto cautivó la atención del praxeólogo austríaco, debido a que en el mundo contemporáneo perviven muchas de las dudas que se pueden resolver con una revisión de su enfoque de acción humana y que, probablemente, los académico de hoy no han considerado en toda su magnitud. O peor aún, han obviado la obra de Mises, sin siquiera haberla analizado exhaustivamente.
Una de las razones por las que la obra misiana y la búsqueda de principios universales que explicaran los fenómenos económicos no han sido analizados con dicha exhaustividad, es porque en algunos círculos académicos contemporáneos ha “pasado de moda” o es “políticamente incorrecto” hablar de cuestiones esenciales o de verdades fundamentales, especialmente en lo que respecta a la disciplina económica.
Este breve trabajo pretender demostrar cómo el dilema epistemológico se ha quedado rezagado en la teoría económica, y de cómo este atraso puede ser resuelto en buena medida con la aplicación de un postulado tan fundamental como el hecho de que el ser humano actúa deliberadamente y, vale la pena decirlo, apegado a ciertas regularidades que permiten, el entendimiento preciso del fenómeno del mercado.
Pareciera que la advertencia que Mises hiciera hace ya varios años, tiene aún hoy la misma relevancia:
“Epistemology deals with the mental phenomena of human life, with man as he thinks and acts. The main deficiency of traditional epistemological attempts is to be seen in the neglect of the praxeological aspects. The epistemologists dealt with thinking as if it were a separate field cut off from other manifestations of human endeavor. They dealt with the problems of logic and mathematics, but they failed to see the practical aspects of thinking. They ignored the praxeological a priori.”[1]
2. La operación intelectual del razonamiento sobre el pensamiento mismo en el campo económico.
Sin embargo, la cuestión epistemológica es un hueso duro de roer. Generalmente, los textos más famosos de los autores clásicos de la Escuela Austríaca son sus libros “de ataque” orientados a un público que, si bien puede ser culto y versado en cuestiones filosóficas, tiene por interés primordial la ejecución y la puesta en práctica de ideales políticos y económicos.
Por ejemplo, es ampliamente conocido el Road to Serfdom, la obra sobre política económica que F. A. Hayek escribió como advertencia a los países libres de Occidente para persuadirlos de lo erróneo de sus medidas económicas ya hará seis décadas atrás. Sin embargo, su obra epistemológica The Pure Theory of Capital, en la cual se contiene la médula de su epistemología económica, no goza de los mismos niveles de circulación. También es ampliamente conocido el Liberalism de Ludwig von Mises, no obstante se da poca referencia exacta a su libro en torno a la epistemología: The Ultimate foundation of Economic Science.
Y para citar el ejemplo de autor no austríaco en su metodología, pero libertario en su filosofía política, como lo fue Milton Friedman; la buena prensa que ha recibido su best seller titulado Free to Choose no es seguramente la misma que le ha sido otorgada su excelente texto sobre epistemología The Methodology of Positive Economics.
El hecho de que la publicidad que tiene la epistemología económica sea limitada, no significa en absoluto que no sea relevante estudiarla pues al fin de cuentas la ciencia no responde a criterios pasajeros de buena o mala prensa (o al menos así se esperaría que fuera), sino más bien a los criterios epistemológicos de simplicidad, claridad de razonamiento, radio de explicación, profundidad y fecundidad.
La epistemología es el arte del pensar, mejor aún, es el arte del pensar sobre el pensar mismo, una de las tareas más vibrantes del espíritu, sin embargo de poco brillo para aquél público qué busque más los destellos de lo popular, que la solidez de lo bien pensado y de lo bien dicho en el campo de las ciencias.
Quizá, este es el precio que los economistas austríacos han pagado por su predilección por las disciplinas epistemológicas, poca fama, sin embargo un gran impacto en la historia del pensamiento y, por qué no decirlo, en la historia de la civilización de los últimos 100 años. Como bien lo hizo notar Israel Kirzner:
“Precisely because he believed that economic science has a crucial role to play in the struggle for freedom, Mises say how necessary it is for the economist to be incorruptible in his disinterested pursuit of scientific truth. (…) If Economics is to fulfill its wholesome potential in the battle of ideas and ideologies, this can be made possible only by adhering rigorously to standards of intellectual honesty and objectivity impervious to corruption of any kind”.[2]
Para aquéllos interesados en la comprensión completa de la perspectiva epistemológica austríaca, el trabajo de referencia par excellence es la tesis doctoral del Profesor Joseph E. Keckeissen, quien se dio a la tarea de compendiar en una sola tesis de investigación[3], los argumentos, hechos históricos, referencias bibliográficas e incluso las anécdotas que conforman el cuerpo metodológico de la Escuela Austríaca de Economía. La tesis doctoral del Profesor Keckeissen sigue siendo el trabajo más exhaustivo sobre la materia que se haya publicado hasta la fecha.
Comprenderá el lector de este ensayo que la tarea propuesta como meta en este ensayo: el demostrar el vínculo del método económico con el tema de la acción racional y deliberada es una tarea que ha suscitado las más diversas inquietudes y reacciones tanto en los partidarios de la Escuela Austríaca como en sus críticos más cáusticos.
Es por ello que, en este ensayo, se intenta dejar las mismas inquietudes y, con suerte, alguna que otra nueva, en la mente de jóvenes economistas y filósofos y así se embarquen en una empresa académica que aún necesita de ese discernimiento filosófico para llevar a una grada más alta la propuesta metodológica de los autores austríacos.
3. El apriorismo misiano: el concepto más polémico de la propuesta praxeológica.
Vale la pena dejar unas guías que sirvan para los que se embarquen en tal intento. Es por ello que daremos paso a la descripción de las características generales del método de los austríacos. Para ello, se hace indispensable abordar el concepto de a priori.
El apriorismo misiano es un concepto que es difícil de comprender para los que tienen una sólida formación racionalista continental o kantiana. Ya que para los autores de estas corrientes, el a priori es el conocimiento que antecede a la experiencia. Por tanto es un conocimiento sin existencia propia en el mundo real, su existencia se circunscribe a un idealismo o a una existencia meramente de relaciones lógicas.
Estamos hablando de las grandes categorías de la mente humana que sirven como recipientes primarios para que la información sensorial cobre un ordenamiento específico que haga inteligible para nosotros el orden de las cosas, del ser y del Universo. Las clásicas categorías kantianas de cantidad, cualidad, relación y modalidad, junto con las operaciones del intelecto tienen una connotación específica en el sistema del filósofo de Königsberg, connotaciones que algunos filósofos de la economía equiparan sin más a las que el economista del Imperio austro-húngaro hace de la misma palabra.
Sin embargo, para Ludwig von Mises el concepto a priori no hace referencia al problema de si existe un conocimiento antes de la experiencia, ni tampoco al problema filosófico de si este conocimiento está separado de la experiencia y contenido en un mundo de pura existencia lógica o ideal.
Tal como George Selgin, otro pensador de la Escuela Austríaca de Economía, hace referencia explícita en su libro Praxeology and Understanding, para Mises el concepto apriorístico hace referencia a una independencia absoluta y completa de loas axiomas fundamentales de la acción humana de todo tiempo y lugar específicos, y por ello, no dependen éstos de la configuración concreta de situaciones históricas o socioculturales para derivar de allí su fecundidad y validez. Para citar al mismo Selgin:
“In countering positivism Mises took refuge in Kantian epistemology and especially in Kant´s defense of the category of synthetic a priori. What Mises regarded as crucial in Kant was, however, not Kant´s formal analysis of a priori knowledge or his epistemological idealism, but rather his conviction, contra empiricism and historicism, that reason could give universal and necessary knowledge -knowledge that was fresh and informative. In the sense in which he applied it in economics, Mises´s apriorism did not differ fundamentally from Menger´s Aristotelian essentialism.[4]
El a priori misiano surge como una respuesta epistemológica a propuestas absurdas que negaban de tajo el comportamiento propositivo o teleológico de los seres humanos. Su interés no estaba en demostrar la pureza lógica de los postulados de la acción, o demostrar la superioridad absoluta de los métodos lógicos sobre todo tipo de datos sensorial o empírico. El interés fundamental estaba en demostrar que la propuestas de corte empírica o histórico de su tiempo, fallaban de forma inexorable al abordar la ciencia económica pues obviaba el elemento teleológico de la acción humana. Selgin sigue en esta línea a Mises, al proponer:
“Praxeology represents an attempt to escape the nihilistic implications of both historicism and empiricism. It affirms the operation of inviolable laws within the realm of human action. It purports to establish the universal validity of these laws by deducing them from the allegedly incontestable truth that people act purposefully, the “axiom of action””.[5]
Incluso, desde la perspectiva misiana no se niega la importancia del mecanismo de la selección natural del largo proceso evolutivo de la especie humana como una condición del surgimiento de las categorías apriorísticas de la acción humana. Es decir, Mises no es tampoco un economista anti evolutivo, como muchos economistas influidos por esta línea de pensamiento sostienen vehementemente.
Sin embargo, aún y cuando la evolución natural de la especie humana demuestra que aquellos grupos humanos que lograron salir de la noche de los tiempos para convertirse en el homo sapiens del mundo civilizado lo hicieron gracias a que mostraron las regularidades de conducta que la Praxeología describe; aún así, no podemos erigir como causa de las categorías a priori el proceso evolutivo de la especie humana. La sobrevivencia de la especie humana dependió de que sus integrantes no únicamente desarrollaran la capacidad de actuar según las categorías universales de la Praxeología, sino porque también eligieron utilizar estas categorías como herramientas que hicieron su sobrevivencia más segura y su existencia más cómoda. Nuestro autor lo expresó como sigue:
“However, reference to this interpretation of the origin of the a priori categories does not entitle us to call them a precipitate of experience, of a prehuman and prelogical experience as it were. We must not blot out the fundamental difference between finality and the absence of finality. (…)Natural selection is operative not only without any purposive interference on the part of external elements; it operates also without any intentional behavior on the part of the various specimens concerned.
(…)Those primates who had the serviceable categories (of action) survived, not because, havin had the experience that their categories were serviceable, they decide to cling to them”.[6]
Mises entonces no fue un anti evolucionista como generalmente se le menciona. Inclusive él menciona en otra de sus obras que puede ser de pertinencia para la perspectiva darwiniana responder a la interrogante en torno a cómo el cerebro humano y sus capacidades cognitivas, como la capacidad de aprehender los axiomas de la acción, han sido resultado de un proceso de desarrollo de la especie acorde a las operaciones de selección postuladas originalmente por Charles Darwin.
No obstante, la teoría de la selección natural no puede abordar el problema de la acción deliberada, pues los instintos y las predisposiciones biológicas son una contradicción en sus términos cuando se quiere explicar el fenómeno de la elección deliberada y la teleología de la acción, que son los puntos desde los cuáles los praxeólogos de la economía comienza sus deliberaciones para dar cuenta del proceso de mercado.
Con las ideas anteriores se clarifica también que la teoría praxeológica no niega ni está en contra de la evolución. Sencillamente establece que para su problema de estudio esta perspectiva simplemente no es útil, aunque puede resultar interesante para los científicos de dicha especialidad dar cuenta del origen de nuestras capacidades cognitivas y de nuestra anatomía cerebral sobre la base de los principios de la selección natural.
Vale la pena clarificar otra mala interpretación del apriorismo misiano que está muy en boga en los círculos académicos actuales, y que tiene sus raíces, nuevamente, en el vínculo que muchos hacen de la teoría del austríaco con el idealismo kantiano y con sus juicios sintéticos apriorísticos.
La crítica se orienta hacia la denuncia de la completa ausencia de realidad de los axiomas praxeológicos. Una vez más, estos críticos piensan que la intención de nuestro autor es postular la existencia de un hiperuranio praxeológico, donde los tipos ideales de la acción tienen existencia, pero nunca se pueden observar en la realidad que experimentan los seres humanos en los procesos de mercado. Una vez más Selgin, resulta ser el comentarista más competente al respecto:
“For this reason Mises, while adopting many of Max Weber´s methodological prescriptions, regarded the latter´s “ideal-type” constructs as unnecessary to the development of pure theory. For Mises, the laws of Praxeology did not refer to ideal-type “rational” or “economic” people, but to acting people as such. Only in this way could those laws be universal or, in Menger´s word, “exact””.
El economista austríaco le dio, contrario a lo que sus críticos comentan, un papel preponderante a la realidad, especialmente a la realidad que le es dada al hombre actuante. El mismo praxeólogo comentó:
“Into the chain of praxeological reasoning the praxeologist introduces certain assumptions concerning the conditions of the environment in which action takes place. Then he tries to find how these special conditions affect the result to which his reasoning must lead. The question whether or not the real conditions of the external world correspond to these assumptions is to be answered by experience. But if the answer is in the affirmative, all the conclusions drawn by logically correct praxeological reasoning strictly describe what is going on in reality”[7]
Mises defendió la validez de la deducción lógica de leyes praxeológicas y catalácticas de un postulado fundamental: el teorema de la acción humana. La existencia lógicamente necesaria de todo el conocimiento nuevo que se derive de este axioma fundamental depende de que la experiencia del hombre actuante no contradiga la veracidad de dichos axiomas. Vale la pena se un tanto repetitivo en esto, ya que el recurso a la comprobación de los axiomas misianos no es una comprobación de orden gnoseológico, sino una comprobación de orden praxeológico.
Por ejemplo si es establece como praxeológicamente válido el axioma de la acción deliberada, teleológica y racional, la validez de estos supuestos no recae en el tratamiento gnoseológico con que se abordaría la verdad o la falsedad de un enunciado de las ciencias físicas, químicas, astronómicas, psicológicas, antropológicas, e incluso de las disciplinas matemáticas y lógicas. Ya que lo que se está evaluando es la lógica de la acción, no la lógica matemática, astronómica, y todas las demás especialidades. Entonces, si se va ha establecer que un postulado de la Praxeología es válido o inválido es una operación del razonamiento que debe sujetarse a la lógica de la acción, o como Mises lo llamaría a la epistemología del hombre actuante.
Es praxeológicamente válido, por citar otro ejemplo, decir que la acción humana es teleológica porque persigue fines. Pensar en que esto es falso es una contradicción en sus términos, es inclusive una conclusión que por su grado de absurdo resulta sencillamente impensable, no existe una mente humana que pueda concebir la existencia de la acción sin finalidad. Ahora bien, si en el desempeño de su acción la persona capta que además de tener fines, estos fines obedecen a un ordenamiento de preferencias y que gracias a este ordenamiento la acción misma aumenta su eficacia, entonces esta captación será un conocimiento praxeológicamente válido y que se deriva lógicamente del teorema de la acción, haciendo de este teorema un sistema más extenso y preciso.
Se puede decir que todo conocimiento que la experiencia del hombre actuante provea y que demuestre la falta de efectividad del desempeño de la acción, es un conocimiento que tendrá el poder de desmentir praxeológicamente cualquier enunciado de la acción humana. Y todo conocimiento que le permite al hombre actuante entender de forma más completa la efectividad del actuar, es un conocimiento que enriquecerá el sistema praxeológico y que ayudará a realizar nuevas derivaciones lógicas del sistema que quizá antes permanecieron ocultas al entendimiento del hombre actuante.
Sin embargo el nuevo conocimiento que viene de dicha experiencia durante el desempeño de la acción, es un conocimiento que en vez de ser infuso por medio de un proceso de ósmosis empírica, en realidad lo que suscita es la derivación lógica de nuevos postulados praxeológicos que nuestra inteligencia no había captado con claridad, debido a que durante la experiencia de la ejecución de la acción no se había demostrado su efectividad y validez.
4. El a priori misiano es praxeológico y su captación esencial se da únicamente en el contexto de le ejecución de la acción.
Pareciera ser que el uso de una palabra con tantas connotaciones semánticas, como lo es el concepto epistemológico de conocimiento a priori, le trajo mucha deshonra al sistema misiano y provocó sobre el mismo una producción de críticas inexactas, y por ende, dichas críticas terminan siendo falsas.
El concepto de a priori, para Ludwig von Mises tiene un carácter praxeológico, porque:
“Todos los teoremas que la Praxeología formula se refieren exclusivamente a las indicadas categorías de acción y sólo tienen validez dentro de la órbita en la que aquéllas operan. Dichos pronunciamientos en modo alguno pretenden ilustrarnos acerca de mundos y situaciones impensables e inimaginables.
De allí que la Praxeología merezca el calificativo de humana en un doble sentido. Lo es, en efecto, por cuanto sus teoremas, en el ámbito de los correspondientes, aspiran a tener validez universal en relación con toda actuación humana. Y es humana igualmente porque sólo se interesa por la acción humana, desentendiéndose de las acciones que carezcan de tal condición, ya sean subhumanas o sobrehumanas”[8]
Cuando Mises aborda el problema del a priori lo hace en el sentido de unas categorías cuya realidad existe únicamente en la ejecución de una actuación humana concreta. No tienen una existencia basada en el razonamiento meramente lógico o correspondiente a meras categorías mentales. El fundamento de todo teorema está que éstos resultan evidentes e irrefutables siempre y cuando la acción esté presente.
Lo mismos sucede con la captación o el acceso por vía racional a dichos teoremas. No es una capacidad lógica con existencia independiente de la actuación la que asegura el entendimiento de las categorías a priori, es por ello que no es un razonamiento idealista que postula una mente cognoscente que “observa” pasivamente las propiedades de la acción humana. La capacidad de conocer los a priori misianos surge en el momento mismo en que se ejecuta la acción. La cognición corresponde a una operación racional del hombre activo, por ende, es correcto deducir que la cognición o captación es de naturaleza activa.
Es debido a lo anterior que, para el autor austríaco, Acción y Razón son dos aspectos sincrónicos de las categorías a priori:
“El objeto específico de la Praxeología, es decir, la acción humana, brota de la misma fuente que el humano razonamiento. Acción y razón son congenéricas y homogéneas; se las podría considerar dos aspectos diferentes de una misma cosa. Precisamente porque la acción es fruto de la razón, es ésta capaz de ilustrar mediante el puro razonamiento las características esenciales de la acción”.[9]
Si se quisiera entender a Mises, bien se podría decir que fue un teórico del método para descubrir y deducir la lógica íntima de la acción humana, en el sentido de que quiso descubrir los teoremas que hacen posible la captación precisa de la experiencia que se suscita en lo íntimo del hombre actuante. Fue un teórico que lanzó el reto a los economistas y demás científicos sociales para que se entregaran al estudio profundo de las operaciones fundamentales que todo actor humano ejecuta con el propósito de lograr una vida más satisfactoria y completa.
Es por ello que a nuestro autor le interesaba lo esencial de la acción humana, pues quería descubrir no las categorías generales del entendimiento humano, es decir no quería hacer una psicología teórica o una filosofía de la mente, sino más bien las categorías que mejor captaran esa lógica esencial del actuar humano, lógica que se mantiene a pesar de los cambios accidentales del lugar, del espacio y de los eventos fortuitos.
Mises, en realidad nunca quiso “encorsetar” al ser humano en una categoría a priori a lá Kant, sino más bien quiso extraer de la misma naturaleza de los seres humano los “hilos” para así producir su sistema conceptual. Para decirlo con más propiedad, quiso extraer de la misma categoría de la acción los teoremas que nos permiten entender el fundamento de la efectividad de nuestro modo de obrar, que no es otra cosa que la racionalidad o la lógica de nuestro modo de obrar.
Acción y razón, objeto y sujeto, son sencillamente dos caras del mismo fenómeno: la acción es siempre racional, y la captación racional es siempre una propiedad del hombre en acción.
Si el dictum tradicional del a priori coloca al conocimiento contra la interrogante de ¿fue antes o fue después de la experiencia?, para Mises el dictum apriorístico tiene que ver más con ¿provino o no provino de la lógica esencial de la acción humana? El rasero último contra el cual juzgar la validez de los axiomas praxeológicos no es la coherencia lógica de conceptos con existencia meramente ideal; sino que es la derivación lógica rigurosamente apegada a criterios praxeológicos. El propósito de la ciencia de la Praxeología es describir o ampliar, pero jamás contradecir, los principios fundamentales de la lógica de la acción.
Quizá en los comentaristas, seguidores y traductores de la obra del praxeólogo hizo falta explicitar que la validez de su sistema conceptual radica en la coherencia praxeológica de sus teoremas y conclusiones, en lugar de insistir en el a priori per sé, ya que quizá por el abuso del a priori y de otras palabras filosóficas, se transmitió la sensación de que el sistema praxeológico es como una urna de cristal en la que la naturaleza humana está quieta obedeciendo inefablemente los principios de su cárcel de conceptos ideales y de relaciones lógicas. Cuando en realidad, el autor austríaco quiso transmitir la sensación de que cuando se habla del hombre se habla del homo agens, el hombre que actúa, de un ser humano que persigue fines acorde a una lógica praxeológica presente en todo momento en que la acción humana se esté ejecutando.
5. La existencia completa de todos los teoremas de la acción en todas las acciones de los seres humanos.
Ahora bien, esto plantea un responsabilidad seria para el praxeólogo, ya que la empresa de descubrimiento en la que se embarca tiene proporciones gigantescas que abarcan desde el surgimiento del primer homo agens, que viene a ser lo mismo que el primer ser humano actuante después del abandono de las etapas primitivas de la escala evolutiva humana (homo neardentalensis, homo de Cromagnon, etc.), hasta el hombre del mundo globalizado del siglo XXI, y que abarque en extensión a todos y cada uno de los seres humanos que actúan el día de hoy, sin excepción. Es por ello que la independencia de tiempo y lugar de los axiomas praxeológicos implica su cumplimiento absoluto y cierto en toda acción, de todos los seres humanos de todas las épocas.
El lector puede apreciar importancia de esta tarea, pues se está enfrascado en el establecimiento de principios que abarquen la totalidad de la experiencia humana. Y he allí el valor de los principios misianos, ya que la utilidad de los mismos es poder enunciar con fundamento racional la lógica universal del actuar humano.
Es por ello que Mises va en búsqueda de una teoría general de la acción humana que le permita dar razón de todas y cada una de las actuaciones humanas que se manifiestan sin cesar en la diversidad de contextos socioculturales presentes, pasados y futuros.
Ante la importancia de esta tarea teórica, se deduce una pregunta igualmente importante, y que ya algo se ha comentado sobre ello en páginas anteriores: ¿cómo estar seguro de que lo que sabemos sobre la acción humana es cierto?, ¿cómo sabemos que los teoremas praxeológicos no son el fruto de las ilusiones de nuestros sentidos o de las fiebres de nuestras mentes alteradas?
Es aquí donde Mises le da su lugar a la capacidad racional de los seres humanos. Es decir, esa facultad que se pretende universal en los seres humanos, a menos que por cuestiones de perturbaciones neuropsicológicas esté vedada al individuo (de allí que para Mises los animales o los niños no ejecutan verdaderamente acciones humanas, pues no muestran capacidad de generar conductas racionales, por lo que no pueden juzgar la adecuación de sus acciones para el logro de sus propósitos). Como el autor recuerda:
“It is this fact that induces man to distinguish between and external world subject to inexorable and inextricable necessity and his human faculty of thinking, cognizing, and acting. Mind or reason is contrasted with matter, the will with self-acting impulses, instincts, and physiological processes. Fully aware of the fact that his own body is subject to the same forces that determine all other things and beings, man imputes his ability to think, to will and act to an invisible and intangible factor he calls his mind”.[10]
Dicho en otros términos, la única certeza de que esos principios de acción humana sean válidos es porque no causan una incoherencia acorde a los principios lógicos del pensar. Sin embargo, no es una coherencia lógica, única y estrictamente en el sentido formal de término, sino una coherencia que responda a la lógica del ser humano actuante.
Por citar un ejemplo, si se propusiera el enunciado que establece que los seres humanos no buscan su mayor plenitud y satisfacción, no es una verdad que contradiga formalmente las premisas lógicas de un sistema teórico de existencia ideal, sino que contradicen la lógica del hombre actuante.
Para entender la esencia de lo que significa una falsedad teórica en el sistema misiano, tendríamos que decir, no que es un enunciado ilógico a lá Kant o a la Descartes, sino una verdad absurda que no tiene sentido para la experiencia humana, pues no obedece a la lógica esencial de la ejecución de la acción deliberada. En realidad, Mises luchó no contra una economía formalmente ilógica, sino contra una economía praxeológicamente absurda.
Es por ello que cuando se dice que un teorema de la acción ha demostrado ser falso, en esencia se refiere al criterio de si un teorema, o una deducción de los teoremas fundamentales, niega la lógica esencial de la acción, pues entonces es un teorema absurdo, sin sentido para el análisis praxeológico. Mises lo postuló de una forma parecida:
“He who wants to attack a praxeological theorem has to trace it back, step by step, until he reaches a point in which, in the chain of reasoning that resulted in the theorem concerned, a logical error can be unmasked. But if this regressive process of deduction ends at the category of action without having discovered a vicious link in the chain of reasoning, the theorem is fully confirmed”[11]
En este punto, el lector podrá apreciar la grandeza de Mises, pues no fue un heredero del racionalismo o del inmanentismo kantiano, sino un verdadero iniciador de una nueva epistemología que proveyó una modalidad sin precedentes en el pensar de los economistas y de los científicos sociales.
Entonces, se ve claro que nuestro autor no fue un racionalista, un anti-empirista, o un kantiano, fue un praxeólogo, y antes de él no existió la noción epistemológica de la Praxeología como él la entendió, aunque probablemente el estado del desarrollo del lenguaje filosófico no proveyó de la amplitud necesaria para que el economista austríaco decantara con la exactitud requerida el giro que él le estaba dando a la a entendimiento de los procesos económicos.
El examen post mórtem que se hace hoy del la contribución del economista austríaco, sólo revela que fue un genio, no un erudito precisamente, pues inclusive en Human Action existen muy pocas referencias a otros libros y autores en los pies de página. Nuestro autor no estaba enfrascado en una tarea de referencia bibliográfica.
Sino que estaba interesado en un esfuerzo creativo. Verdaderamente, su vida fue uno de los mejores ejemplos de la crisis del genio que sabe algo diferente pero que no encuentra los recursos necesarios para expresar todas las implicaciones que su nueva noción trae.
Pareciera que las palabras que el autor dedicó a la explicación del trabajo del genio, caen de su peso para describir con exactitud su vivencia como académico:
“Muy por encima de los millones de personas que nacen y mueren, se elevan los genios, aquellos hombres cuyas actuaciones e ideas abren caminos nuevos a la humanidad. Para el genio descubridor crear constituye la esencia de la vida. Para él, vivir significa crear. (…) Muchos genios podrían haber empleado sus dotes personales en procurarse una vida agradable y placentera; pero ni siquiera se plantearon tal alternativa, optando sin vacilación por un camino lleno de espinas. El genio quiere realizar lo que considera su misión, aún cuando comprenda que tal conducta puede llevarle al desastre”[12]
6. La cognición misiana: el método para el conocimiento del las categorías de la acción.
La historia del pensamiento económico nombra la obra praxeológica en la ambigua categoría de las propuestas de los economistas lógicos. Cuestión totalmente errónea, ya que impide apreciar que, si bien se utilizan herramientas lógico-deductivas en el análisis misiano, ésta es una tarea posterior a una operación fundamental: la cognición directa de los principios esenciales de la acción humana. Mises también utiliza la palabra concepción para referirse a estos actos del conocimiento.
Sin embargo, la concepción misiana descansa en el axioma de que la lógica de la acción es una lógica que se suscita en lo íntimo de la racionalidad del sujeto actuante. Por tanto, el acceso al conocimiento praxeológico es la reflexión sobre dicha lógica interna. Como Selgin lo explica:
“(The a priori) rests on universal inner experience, and not simply on external experience, i.e., its evidence is reflective rather than physical”[13]
Mises postula que el ser humano actuante, en su constante mejora de la efectividad de su acción para alcanzar los fines que le resultan importantes, puede descubrir con mayor perfección la lógica que subyace en su propio actuar y en el actuar de los demás.
Sin embargo, el análisis de esta lógica no tienen en absoluto relación con el análisis de la lógica privada o subjetiva atingente a cada individuo, ya que la lógica praxeológica es independiente de la psicología (para referirse al universo psicológico Mises utilizó la palabra timología) de cada individuo. Para seguir al autor austríaco:
“La timología (psicología) no tiene ninguna relación especial con la praxeología y la economía. La creencia popular de que la moderna economía subjetiva, la escuela de la utilidad marginal, está basada en la psicología o estrechamente relacionada con ella, es errónea.
El acto mismo de valorar es un fenómeno timológico. Pero ni la Praxeología ni la economía se ocupa de los aspectos timológicos de la valoración. Su objeto es la acción que resulta de las opciones de quien actúa (…) Pero a la Praxeología no le interesan los acontecimientos que, en el alma o la mente, producen una decisión específica entre A y B.”[14]
Esta aclaración resulta importante pues puede pensarse que la cognición de las propiedades o axiomas fundamentales de la acción, que reposan en la experiencia interna de los individuos, en verdad son propiedades de naturaleza emotiva o psíquica y que lo que se pretende es una lógica psicológica para el desempeño de la acción humana. Sin embargo, el estudio del psiquismo sigue siendo una especialidad que se centra en los procesos organísmicos que indudablemente tienen una conexión con la conducta humana.
No obstante, el análisis psicológico en cualquiera de sus modalidades no puede proveer las tautologías universales de la acción humana, ya que necesariamente su problema es la estructura de la experiencia afectiva, antes que la lógica de la acción deliberada. Se puede decir que la psicología se interesa más en los motivos y en el significado privado de la acción, antes que en la lógica esencial del actuar que se manifiesta a un nivel inclusive más profunda que el psiquismo privado y subjetivo.
Ya que aún en sus delirios más pronunciados, en sus angustias más extremas y en sus disociaciones más dramáticas, el sujeto, cuando se encuentra ante una situación de escogencia entre medios distintos, obedece la misma lógica que el individuo con el psiquismo más integrado y estable; es por ello que la lógica praxeológica es independiente de la dinámica psicológica, aunque ambas consideran la conducta como parte integral de su programa de estudio.
Mises puede dar una luz más clara sobre esto:
“Nuestra ciencia se ocupa de la acción humana, no de los fenómenos psicológicos capaces de ocasionar determinadas actuaciones. (…) Tanto el asesino impelido al crimen por un impulso subconsciente (el id) como el neurótico cuya conducta aberrante carece de sentido para el observador superficial son individuos en acción, los cuales, al igual que el resto de los mortales, persiguen objetivos específicos. El mérito del psicoanálisis estriba en haber demostrado que la conducta de neuróticos y psicópatas tiene su sentido”.[15]
Fue necesario hacer hincapié en la cuestión psicológica, pues cuando generalmente se dice que los axiomas de la acción se conocen por medio de la cognición directa de la experiencia interna del hombre actuante y de otros prójimos actuantes, fácilmente se llega a la conclusión de que el análisis que se hace es el análisis de la psicología privada propia en comparación con la de los demás. Se convierte de hecho a la Praxeología en una psicología ingenua de la experiencia diaria del vivir en sociedad.
Sin embargo, no es la interpretación de las experiencias privadas de las personas las que le interesan al praxeólogo, sino la capacidad de percatarse sin lugar a dudas, por medio de una cognición racional, de las tautologías presentes durante la ejecución de la acción.
“La misión de las ciencias de la acción humana consiste en descubrir el sentido y trascendencia de las distintas actuaciones. (…) El conocimiento praxeológico es siempre conceptual. Se refiere a cuanto es obligado en toda acción humana. Implica invariablemente manejar categorías y conceptos universales.[16]
La concepción es un proceso en el cual nuevo conocimiento es descubierto a partir del axioma fundamental de la acción. Sin embargo este nuevo conocimiento debe mantener su adhesión a los principios praxeológicos para que sean válidos en la ciencia propuesta por el economista austríaco.
La cognición es la captación de un nuevo conocimiento para la inteligencia humana que se hallaba contenido en las premisas fundamentales de la acción, pero que sólo en el proceso del desempeño de la acción se revelaron como intuiciones eficaces para mejorar nuestro entendimiento de la lógica praxeológica. Es decir, al percatarnos de más tautologías de nuestro actuar, nuestra mente ve incrementada la claridad interna para percibir con mayor profundidad los procesos esenciales de nuestro desenvolvimiento en el mundo.
La concepción, se puede decir, nos hace humanamente más inteligentes al comprender los principios que obedecemos para ver nuestros fines consumados; utilizando los medios más eficaces. Al conocer más y más las derivaciones de la teoría praxeológica, logramos aumentar la utilidad de nuestras acciones, reduciendo los costos del desempeño de acciones ilógicas, que es lo mismo que decir acciones que no se adhieran a la racionalidad praxeológica.
La eficacia de nuestras acciones aumenta progresivamente con el número de captaciones exitosas que permiten a nuestra inteligencia la apreciación más precisa y aguda de la idoneidad de nuestras elecciones deliberadas.
Y todas las contribuciones que el método de la concepción ofrece, todas las nuevas derivaciones válidas, todo ese conocimiento en creciente aumento sobre la lógica praxeológica pasa a formar parte de una perspectiva epistemológica especial. El propósito de la captación de verdades esenciales es integrar dichas verdades a la lógica del hombre actuante, pues es éste individuo el que apreciará en toda su magnitud la certeza que le brinda el nuevo conocimiento sobre la idoneidad de su medios para consumar sus fines, cualesquiera que estos sean.
Por decirlo de otra forma, cuando el mismo hombre se percata de la vigencia de un nuevo principio de la acción, resulta tautológico decir que esto sucede debido a que dicho principio aumenta la efectividad de la acción misma y que ha demostrado su pertinencia al haber pasado la prueba del análisis praxeológica durante la operación de la captación racional del hombre actuante.
Debido a la superación de este análisis, dicho principio se convertirá en un nuevo conocimiento para el hombre actuante que le permitirá hacer un cálculo más preciso que lo aleje un paso menos del fracaso, y lo acerque un paso más al éxito en su actuar. La concepción praxeológica aleja al hombre de la torpeza, y le hace, por tanto, más eficaz en la inexorable elección de sus próximas opciones para el logro de ese siempre huidizo estado de mayor satisfacción en su vida. He allí la importancia de la captación esencial de la ciencia praxeológica.
7. En torno a la crítica del apriorismo misiano por parte de las escuelas irracionales de filosofía.
Algunas escuelas de economía han sido influenciadas por las proposiciones de las escuelas filosóficas que se agrupan en torno al nombre de Postmodernismo. Son todos aquellos autores que ven como imposible la tarea de conocer principios ciertos y necesarios para toda acción humana. Las relaciones causales entre los fenómenos, si es que existen, no pueden ser conocidas por la inteligencia humana.
Por ello su primera implicación es una desconfianza completa del intelecto humano y la inoculación de la sospecha más aguda de todo tipo de conocimiento que pretenda ser estable y perenne.
El asalto que desde las perspectivas irracionales se pretende hacer a la postura misiana, tiene el propósito de demostrar las verdades absolutas de la acción como superfluas o imaginarias, y hasta presas en la órbita infinita de la subjetividad del individuo. Es un ataque que desconoce el significado praxeológico del concepto de razón.
Es sumamente evidente que es un movimiento que reacciona en contra de una racionalismo cartesiano extremo del cual se derivan poderes inconmensurables para con la racionalidad humana. Y parece ser que su propósito es legítimo: advertir el hecho de que los seres humanos pueden cometer atrocidades en nombre de la razón, como fue el caso de la Revolución Francesa en la cual se sacrificaron millones de vidas por la causa de ideales abstractos, pero racionales, como “La Libertad”, “ La Fraternidad” y “El Hombre”. Sigue siendo un caso interesante para el historiador de las ideas explicar cómo fue posible que una confianza casi ciega en la “diosa Razón” llevara casi al aniquilamiento completo del orden político de la Francia del siglo XVIII.
Visto desde esta perspectiva histórica, el ataque a la razón y a la capacidad de conocer esas verdades absolutas tuvo un propósito legítimo: frenar la confianza excesiva en un mundo constituido por entidades de existencia meramente lógica, formal e ideal. El propósito fue que ese mundo racional no aplastara de manera inmisericorde la realidad concreta de los seres humanos de carne y hueso, basándose en una creencia de superioridad absoluta de los productos del pensamiento.
Es decir, el pensamiento debe estar en contacto y en constante retroalimentación con la información sensorial de la experiencia concreta que se suscita en el desenvolvimiento de nuestras actividades diarias.
Sin embargo, Mises no fue un idealista cartesiano que veía en sus sistema de tautologías unas verdades infinitamente superiores a la existencia de los seres humanos de carne y hueso. El propósito de sus tautologías es sencillamente dar un fundamento definitivo a nuestras teorías, siempre imperfectas, sobre los fenómenos económicos. La racionalidad en Mises se refleja en una concepción de la ciencia cercana al actuar de los seres humanos tal y como son, como confirma el mismo Mises:
“Las categorías y conceptos praxeológicos han sido formulados para una mejor comprensión de la acción humana. Resultan contradictorios y carecen de sentido cuando se pretende aplicarlos en condiciones que no sean las típicas de la vida humana
(…)
Los filósofos y doctores de la Escolástica, al igual que los teístas y deístas de la Edad de la Razón, concebían un ser absoluto, perfecto, inmutable, omnipotente y omnisciente, el cual, sin embargo, planeaba y actuaba, señalándose fines a alcanzar y recurriendo a medios específicos para su consecución.
(…)
La acción es un despliegue de potencia y control limitados”[17]
Con esta cita textual, se puede apreciar qué tan alejado estaba la teoría de Mises con relación al racionalismo continental, y de cómo su derivaciones para la filosofía política eran necesariamente distintas de aquel poder absoluto otorgado a la razón por parte de los filósofos de la época. Y a su vez, confirma el interés de la teoría misiana en la explicación de la lógica del actuar del ser humano de carne y hueso que transa todos los días en el mercado, pero que obedece a ciertos principios praxeológicos en la resolución de sus problemas económicos cotidianos.
Cuando se analiza praxeológicamente los procesos de mercado, únicamente se quiere introducir en el centro del análisis económico las verdades irrefutables del actuar humano, y sin los cuales el mundo económico no tendría sentido.
Vale la pena preguntarse, por qué hoy muchos críticos de corte postmoderno han encontrado en la propuesta del economista misiano a su antítesis máxima. Pienso que este enfrentamiento responde a una mala, pero muy mala, interpretación de los conceptos de razón y de axiomas praxeológicos, que tienen una connotación tan diferente a la que los críticos de Mises pretenden desmentir.
Cuando se habla de que se quiere encontrar un conjunto de tautologías, se hace referencia a que se quiere encontrar un conjunto de verdades praxeológicas, no de verdades lógicas sobre el mundo económico. Parece ser que la observación que los críticos irracionalistas hacen de la economía praxeológica se debe a que creen erróneamente que el objetivo de la teoría misiana es establecer un orden de relaciones lógicas que nos permitan conocer las estructuras y las propiedades básicas de los mercados.
Sin embargo, en un mundo de tal perfección, la economía austríaca sería imposible, pues el fenómeno de la acción deliberada pasaría a un segundo orden, para dar paso a los comportamientos económicos que dicten tales supuestas relaciones y estructuras lógicas que subyacen a los procesos sociales. En un ordenamiento tan absoluto de lo económico, la libertad es imposible y, la Praxeología, también.
Es más, Mises es un teórico del caos social, pero del orden praxeológico. Es decir, el problema económico surge cuando introducimos la variable de la acción humana, ni siquiera cuando se introduce la variable del dinero o de los bienes materiales, éstos llegan sólo gracias a que el ser humano actúa. No es la razón o la lógica la que se impone al caos ordenándolo de una forma arbitraria. Es la acción la que se introduce en el mundo de la incertidumbre absoluta que caracteriza la vida económica, y es ese orden praxeológico el que hay que estudiar para comprender la dinámica siempre cambiante e incierta de los mercados.
En la medida en que el orden social se hace predecible, en esa medida desaparece el fenómeno económico. Ya que sin incertidumbre, no hay margen de elección, y sin margen de elección no existe la acción humana y por ende, hablar de economía comienza a parecerse al diálogo delirante del esquizofrénico.
Ahora bien, si el mundo del mercado es incierto, y el único orden que existe es el de la acción, ¿cuál es el tipo de conocimiento que debemos derivar de nuestras investigaciones económicas? Es imposible conocer el mercado en su totalidad, diría Mises, y en realidad poco nos debe de importar, pues el mercado de bienes y servicios sólo existe en los procesos económicos característicos de seres humanos actuantes.
Es por ello que el razonamiento praxeológico busca la lógica subyacente no en “el mercado”, sino en la conducta de intercambio entre los individuos. Si se le quiere poner un nombre a este propósito, se busca la mecánica praxeológica del comportamiento de intercambio y es allí donde el corpus de tautologías y de axiomas tiene pertinencia y cobran todo su validez y productividad.
Entonces cognición praxeológica y libertad tiene contingencia absoluta en la teoría económica. Ya que una no puede existir sin la otra; si se retira la cognición praxeológica se abandona la empresa académica de generar una teoría explicativa de los fenómenos de mercado, condenando al absurdo la existencia misma del mercado; y si se retira la libertad, se vacía de todo contenido al instrumento de la cognición, relegándolo a una herramienta de existencia meramente lógica y por tanto inútil como método de entendimiento económico.
No cabe duda que los críticos de las escuelas de la irracionalidad estaban completamente equivocados en la apreciación de la economía praxeológica.
8. El criterio matemático versus el criterio praxeológico.
La Praxeología es una teoría sobre la toma de decisiones en el contexto social, y es anterior y más extensa que el tratamiento matemático que caracteriza a las teorías económicas contemporáneas. Debido ello es que se hace evidente que el uso de ecuaciones y del análisis estadístico es un fenómeno extremadamente joven en las ciencias económicas.
La utilización del lenguaje matemático en el proceso del razonamiento económico obedece al propósito, legítimo por cierto, de dar por medio de la exactitud de las operaciones numéricas la cualidad de confiabilidad a las conclusiones a las que se llegue por medio de las operaciones algorítmicas, algebraicos o probabilísticas. Una pregunta interesante es, ¿qué fue lo que permitió que en la economía el tratamiento matemático tomara una línea de primer orden? , pero no es aquí el lugar adecuado para responder de forma definitiva esta interrogante, aunque sí se puede dar ciertas aclaraciones tentativas.
Una de las razones tentativas de por qué es tan útil la matemática en la economía es porque la realidad económica, desde sus raíces más primitivas ofreció una cantidad de variables sumamente adecuadas para la mensurabilidad.
Un claro ejemplo de ello es el dinero, ya que al presentar las propiedades de durabilidad, divisibilidad y aceptabilidad brindó la confianza suficiente para ser un bien económico de uso universal que la medición a través de unidades monetarias era prácticamente una consecuencia lógica para el científico del mercado.
Esta cualidad mensurable del dinero se acentuó aún más cuando se abandonó definitivamente el patrón oro y se comenzó a utilizar el dinero fiduciario, donde la existencia de unidades monetarias es prácticamente una cuestión numérica y de existencia casi abstracta si no se contaran con los billetes para recordarnos su existencia, cosa que inclusive se pierde en el caso extremo de las transacciones económicas que se realizan en el mundo de la red virtual. Vemos como un bien económico, como el medio de intercambio ofreció las propiedades necesarias para convertirse en la mente de muchos economistas una cuestión de mera cantidad y, por ende, de un análisis matemático.
Este sencillo ejemplo del dinero, igual se aplica al concepto de los precios, la tasa de interés, la tasa de inflación, la eficiencia de la producción, el nivel de ahorro, el nivel de consumo, la cantidad de la producción, el cálculo económico, la variable t (tiempo) de los ciclos económicos, convirtiendo a la economía en un departamento de las matemáticas, y no de las ciencias sociales ni de la praxeología.
Sin embargo, todo tratamiento estadístico y matemático depende en suma de la correcta operacionalización de las variables. Por ello el primer paso de la economía matemática y del pronóstico econométrico comienza con una clara definición de las variables que se pretende estudiar. Ya que dependiendo de la naturaleza de la variable, se construirá la escala econométrica adecuada, y de estas escalas econométricas se podrá deducir que tipo de análisis matemático es adecuado.
La teoría métrica básica nos recuerda que lo que se mide nunca es el fenómeno directamente, sino un atributo, un rasgo, una arista empírica del fenómeno que se quiere entender. Es por ello que se debe considerar cual es el modelo escalar o plan de medición que se llevará a cabo para agotar la comprobación empírica de dicho atributo. Parte integral del plan de medición econométrica es determinar la validez y la confiabilidad de las escalas y de los tratamientos matemáticos que se aplican sobre esta escala.
Prosiguiendo con este proceso, la determinación de la validez y de la confiabilidad es un problema en esencia del grado de correlación estadística de la escala de medida con el atributo que se supone se está midiendo. Una escala métrica confiable dará un coeficiente de validez y de confiabilidad arriba del 85%, 90% o 99.99%, dependiendo del rigor que exija la investigación que se está llevando a cabo.
Dicho de forma sucinta: la escala métrica es confiable para establecer la cantidad del atributo estudiado debido a que su coeficiciente de confiabilidad y validez es r= 0. 9999 (del 99.99%) si la investigación así lo requiere. Y como es evidente los números resultados de la medición con la escala de estudio son susceptibles de todo tipo de análisis matemático y estadístico que el que la naturaleza de la medida permita (si es una medición nominal, no se suma ni se resta, pero si es una medida de razón se pueden realizar casi todo tipo de operaciones matemáticas o estadísticas).
Y esta es la lógica que se sigue cuando se busca establecer fórmulas económicas. Es decir, la variable precio se mide en cantidad de dólares o de quetzales, y es una medida susceptible de ser sumada, multiplicada, restada para realizar el cálculo económico. Sin embargo, no nos percatamos de que la medición en el mundo social tiene su fundamento en otro tipo de criterios, que no es el matemático o el estadístico, sino el praxeológico.
Regresando al caso de la variable precio, o dinero, no son constructos de existencia matemática como se supone en la medición de otros atributos en otras ciencias. Se puede decir que esta escala de medición sobre la base del dinero es válida porque la gente utiliza para intercambiar bienes y servicios los dólares y los quetzales. Es decir el problema de la validez de las escalas métricas en economía no existe como un problema matemático per se, sino que existe como un problema praxeológico: si la gente usa dólares en vez de quetzales, resulta válida la escala dolarizada, ya que la gente prefiere los dólares en vez de los quetzales para realizar transacciones. Por tanto, el fundamento de las variables económicas es de naturaleza praxeológica, y no matemática.
Sin embargo, el método matemático se encuentra 50% en lo cierto y 50% en lo falso. Es decir, el cálculo económico es posible únicamente con cantidades y las transacciones del mercado son posibles únicamente en cantidad. Nadie pregunta: cuánta utilidad marginal cuesta este par de zapatos, sino, cuantos quetzales cuestan este par de zapatos; aún y sabiendo que el precio es una expresión de la utilidad marginal de los bienes. Éste es precisamente el ángulo que nos permite ver la falta de pertinencia de las matemáticas en la economía austríaca, debido a que las variables económicas resultan conceptos praxeológicamente válidos, pero imposibles de aprehender con números en su esencia.
Por tanto resulta cierto el enunciado dado por Israel Kirzner sobre que el análisis matemático de la economía es numéricamente posible, pero económicamente neutro, ya que los principios de la acción humana obedecen a una dinámica diferente que las descritas en cualquier función matemática (lineal o logarítmica).
9. Las abstracciones ideales versus los axiomas esencial.
Una variante del método matemático es la construcción de modelos para analizar los fenómenos dinámicos de la economía de mercado, y aquí es donde el método de análisis numérico se convierte en una abstracción absurda de la economía. Es conveniente hacer a salvedad que los modelos de pronóstico y la medición de variables, si se utilizan de forma adecuada, proveen información útil especialmente para la toma de decisiones gerenciales, por lo que debe darse su lugar a este método como un recursos para mitigar el riesgo de decisiones equivocadas en el ambiente de constante incertidumbre de la economía.
Sin embargo, cuando se construyen modelos que obedecen a relaciones funcionales exactas expresadas en términos de ecuaciones, se suspende completamente todas las condiciones del intercambio económico.
Supuestos tales como los de competencia perfecta, homogeneidad de los bienes económicos, transmisión automática del conocimiento, son supuestos sin los cuales las funciones que representan la mecánica de la oferta y de la demanda, la competencia en condición de monopolio, la curva de aprendizaje de los consumidores, la abstracción del homo economicus y su reducción existencial a la maximización contable de beneficios económicos, o la tendencia a gastar más cuando incrementa el ingreso, sólo por mencionar algunos; terminan restándole importancia al hecho de que la mecánica del mercado obedece a principios fundamentales de la acción humana deliberada y no a supuestos que, aunque tengan existencia lógico-matemática, ya no tienen pertinencia praxeológica.
El resultado de esta seríe de supuestos es la expresión matemática de la mecánica del mercado. Se observan expresiones tales como:
Al precio de mercado la oferta y la demanda coinciden, por ello:
,
El dinero es neutro pues el aumento artificial del circulante, provoca un aumento simétrico de los precios:
MV=PQ
Cuando el ingreso marginal es 0 estamos a precio de mercado:
El ingreso marginal se deriva de la contribución de la elasticidad a la utilidad derivada del cambio de precios:
Los salarios del mercado están en función de la elasticidad de la oferta de la mando de obra, el salario del mercado y la valoración de los trabajadores con relación a desempleo:
Desde la perspectiva de la economía praxeológica resulta evidente que, al postular variables que se relacionan acorde a una lógica matemática, estamos condicionando los cambios de dichas variables a una regularidad que obedecen a las relaciones matemáticas de las variables explicitadas en las ecuaciones, en lugar de estar sujetas a la lógica praxeológica.
La relevancia económica de la ecuación y del modelo matemático se mantiene hasta el momento en que un hecho o medición empírica contradiga de forma irrefutable que la relación matemática no describe con precisión dicha regularidad económica en la dinámica cambiante del mercado. Es por ello que las ecuaciones matemáticas son de naturaleza empírica y contextual, en palabras de Ludwig von Mises, se ocupan de aspectos accidentales de la acción humana en el mercado, no de sus aspectos esenciales.
Por tanto una ecuación matemática es pertinente para cuestiones de explicación contextual o empírica, donde inclusive sus pronósticos dependen de los datos empíricos de los que se parten para predecir el comportamiento de variables económicas que no son evidentes en el momento de la medición presente, sin embargo su aplicación está limitada a mostrar regularidades que son verdaderas sí y sólo sí sus supuestos son verdaderos.
Desde el momento en que alguno de los supuestos no se cumplen, la relación matemática de las variables, aunque perfecta, pierde conexión con el mundo real del mercado. Pero la debilidad metodológica fundamental es que las verdades económicas que puede ofrecer, por su misma naturaleza, pierden conexión con el actor principal del mercado: el hombre actuante.
La Praxeología, en cambio, pretende el establecimiento de principios universales y atemporales, cuya validez no dependa de la validación empírica de sus postulados. Sin embargo, que no dependa de la validación empírica en ninguna forma quiere decir que esté divorciada de la realidad, sino que su objetivo no es explicar una realidad circunscrita a la fisonomía socioeconómica de una región geográfica en particular o a la fisonomía psicoeconómica de un individuo en particular, le interesa explicar la economía que se suscita en todo tiempo en el que haya existido, exista o pueda existir la acción humana.
Es por ello que la fuente de validación de la Praxeología no está en la data empírica o en los modelos matemático. Pues así como la dinámica del astro rey no se puede explicar por la cálida luz que está abierta a nuestra experiencia del día a día, los principios de la acción humana no se revelan por la constatación empírica de las transacciones económicas que están disponibles al hombre de este tiempo con sus configuraciones específicas de un área geográfica concreta. Debemos dejar lo accidental y entregarnos a la empresa académica de buscar la verdad esencial del hombre actuante.
10. La verdad absoluta de los seres humanos hoy: un reto para las mentes jóvenes de la economía.
Muchas ideas vienen a la mente cuando se habla de verdad y de que esta verdad es absoluta. En el espíritu de nuestro tiempo, es probable que la búsqueda de la verdad per sé sea una empresa poco atractiva para los jóvenes científicos entregados a problemas epistemológicos desde una perspectiva positivista o bien, desde una perspectiva postmoderna.
El hecho de que el ser humano encuentra la búsqueda de tales leyes universales como una empresa de poca importancia, puede obedecer más a razones de orden sociológico, político y hasta moral. Pues en una época en la que el ser humano se ha desencantado de sí mismo, puede ser que ya no se tome tan en serio a sí mismo como materia de estudio.
Una intuición del autor de este ensayo es que la falta de atractivo de esta búsqueda de verdades absolutas sobre nosotros mismos puede ser nuestra falta de confianza hacia la misma naturaleza humana, una naturaleza que muestra la capacidad de erigir ejemplos heroicos que perduran en nuestra historia, pero también de generar dementes y terroristas cuyo objetivo es la destrucción despiadada del mundo civilizado.
Sin embargo, Mises también vivió una época de histórica en la que la miseria que le rodeó le hizo acentuar aún más su búsqueda de la lógica universal de la acción humana.
La misma introducción de acción humana, inicia con una fina descripción, aunque breve de las contribuciones del psicoanálisis, tan en boga en la época del autor austríaco, y en este segmento se discute acerca de cómo el psicoanálisis rindió un trabajo invaluable a la teoría praxeológica al demostrar que aún en la conducta aparentemente desconcertante del enfermo, del asesino, o del maniático, se perseguía un fin y se discernían medios. En otras palabras, los axiomas fundamentales de la acción se mantenían firmes aún en los casos aparentemente marginales de la especie humana.
Sin embargo, hoy nos encontramos en un nuevo siglo. La problemática social ya no se circunscribe a las dificultades a las que se enfrentó Mises mientras escribía su Opus Magnum. Otras son las conductas desconcertantes a las que el científico del Siglo XXI se confronta. El terrorismo fundamentalista, la desaparición casi completa del comunismo radical (incluso Cuba muestra visos de cambio, ahora que el poder político se debe relevar internamente), y el aparecimiento del nihilismo predominante en Europa, son uno de los tantos ejemplos que muestran los cambios sociológicos a los que se enfrenta el científico.
Sin embargo, aunque la manifestación sea distinta, el problema de fondo pareciera no haber variado: se vive una desconfianza acerca de lo que somos como seres humanos y si nuestra naturaleza fundamental obedece a una lógica fundamental de la acción. La dificultad está en creer que porque el ser humano es capaz de realizar grandezas y también de producir miserias, no es posible la cognición de ciertas regularidades de la acción.
Pienso que esta dificultad nos ayuda a entender que a Mises no le interesaba “uniformar” la manifestación de los comportamientos humanos acorde a ciertas regularidades, sino demostrar cómo los individuos, en toda su diversidad histórica, psicológica y social, al entrar en contacto con los demás mostraban en su comportamiento ciertas regularidades que parecían necesarias para que cada uno de ellos llegara a consumar algunas de todas las finalidades que se propusieran (al menos las que tuvieran mayor prioridad). Y son estas regularidades de la acción las que él propuso como objeto de estudio de la cataláctica, es decir la especialidad praxeológica que estudia la cooperación social.
Los distintos principios de la acción humana cobran relevancia, no en la existencia hipotética de un individuo aislado, pues la economía a lá Crusoe, es sencillamente otro gimnasia pedagógica para ilustrar los principios que la acción humana muestra en el contexto del proceso de mercado.
La praxeología necesariamente es una ciencia de la acción humana en el contexto de la dinámica económica. La escala personal del valor, la ley de la utilidad marginal, la ley de los rendimientos marginales decreciente o la ley de la preferencia temporal son atingentes cuando las personas están organizando sus acciones de la forma más económica posible en el contexto de una sociedad extensa.
Sin embargo, la fuente de los axiomas praxeológicos continuará siendo el individuo mismo. No existen regularidades praxeológicas en la mente social, el espíritu de la cultura o en la dinámica de grupos y organizaciones, por la sencilla razón de que la acción es ejecutada por individuos, pero que en el proceso social, observan principios esenciales a su condición humana. El proyecto de investigación praxeológico todavía hoy está a la espera de mentes jóvenes que deseen llevar a este sistema un paso más al frente, pues si bien estamos seguros de algunos axiomas de los seres humanos; aún no se han agotado todas sus derivación praxeológicas y económicas en el mundo contemporáneo. Aún falta completar las implicaciones de las leyes económicas en el contexto económico actual.
Los cambios dramáticos en la bolsa de valores, en los mercados de capitales, en las distintas etapas de los ciclos económicos son fenómenos empíricos y hasta medibles, que sin el andamiaje de los axiomas del actuar humano constituirían una gramática completamente extraña para el estudioso del mercado. Sería como observar los pasos de los cometas, sin saber la teoría de las órbitas que explican por qué pasan cada cierto período a tan corta distancia de la atmósfera terrestre. En nuestra economía, el orden coordinado por el sistema de precios sería un fenómeno que nos resultaría irracional si no conociéramos la lógica de la acción humana.
11. Una última palabra sobre la ley económica.
Sin embargo, la lógica praxeológica cobra existencia, únicamente porque se observa que el ser humano actúa. Y esta lógica praxeológica adquiere derivaciones en forma de leyes económicas debido a que cuando se actúa se pretende una cambio en una cantidad específica del stock económico del mercado, o un cambio marginal en el sistema de mercado para decirlo con mayor propiedad. Es por ello que cuando se analiza la acción, buscamos la lógica subyacente y universal, pero cuando analizamos el cambio marginal en el mercado la lógica praxeológica adquiere su carácter de ley cataláctica o económica.
Por ejemplo, la tautología que establece que el ser humano ordena en una escala personal del valor sus preferencias cobra toda su aplicabilidad en la ley cataláctica de la Utilidad Marginal. La productividad del proyecto de investigación misiano en economía se medirá en la cantidad de leyes económicas válidas que se deriven de sus tautologías praxeológicas, ése será su cambio marginal en el mercado específico de las ideas.
Por ello cuando alguien pregunte: ¿y qué utilidad tiene estudiar Praxeología?, la respuesta es: porque el ser humano demanda leyes económicas ciertas para explicar los cambios marginales en los mercados del trabajo, del dinero, del capital o del bien económico que se trate.
El propósito de la ley económica es proveer una lógica que nos permita comprender el inmenso sistema de intercambio que constituye el proceso de mercado. Cuando en dicho sistema se produce un cambio marginal, el efecto de ese cambio marginal sería completamente inexplicable si no hubiera una ley económica que nos permitiera pronosticar la naturaleza de ese resultado que, a la luz de la lógica praxeológica cabría de esperarse.
Concluyendo este breve recorrido sobre el núcleo epistemológico de la praxeología de Ludwig von Mises, por sus conceptos principales, sus críticas más frecuentes, las erróneas interpretaciones de su aporte científico y sus evidentes conexiones con la teoría económica. Es pertinente finalizar con el aserto misiano que mejor describe a su actor principal: el homo agens.
“La acción consiste en pretender sustituir un estado de cosas poco satisfactorio por otro más satisfactorio. Denominamos cambio precisamente a esa mutación voluntariamente provocada. Se trueca una condición menos deseable por otra más apetecible. (…) Aquello a lo que es preciso renunciar para alcanzar el objeto deseado constituye el precio pagado por éste. El valor de ese precio pagado se llama coste. El coste es igual al valor que se atribuye a la satisfacción de la que es preciso privarse para conseguir el fin propuesto.”[18]
12. Conclusión.
Espero haber logrado dejar la sensación en el lector que inserto en las magnitudes de precios que caracteriza el proceso del mercado tan inmenso e impersonal, se encuentra al hombre liderando con su acción la variación de las magnitudes de los precios.
Es por ello que la verdad esencial del proceso económico descansa en la captación y desarrollo de la lógica íntima y esencial del actuar humano.
13. Bibliografía.
- Selgin, George A. Praxeology and Understanding: An Analysis of the Controversy in Austrian Economics. The Ludwig von Mises Institute, 1990.
2. Mises, Ludwig von. The Ultimate Foundation of Economic Science. The Foundation for Economic Education. Irvington-on-Hudson, New York. Segunda reimpresión, 2002.
- Mises, Ludwig von. La Acción Humana: tratado de Economía. 6ta. Edición. Unión Editorial. Madrid, España. 2001.
- Mises, Ludwig von. Teoría e Historia: una interpretación de la evolución social y económica. Unión Editorial. Madrid, España. 2003.
* Licenciado en Psicología de las Organizaciones, Máster en Economía Empresarial; ambos títulos por la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala; Máster en Economía Internacional por la Universidad Estatal de Nueva York –campus de la ciudad de Albany, NY-. Profesor de Filosofía Social y de Economía de la Escuela Austríaca en el Centro Henry Hazlitt de la Universidad Francisco Marroquín.
[1] Mises, Ludwig von. The Ultimate Foundation of Economic Science. The Foundation for Economic Education. Irvington-on-Hudson, New York. Segunda reimpresión, 2002. Página 2.
[2] Op.cit. Página xii. Preámbulo por el Dr. Israel Kirzner.
[3] La tesis doctoral se titula The Meanings of Economic Law, publicada por la Universidad de Nueva York, y se encuentra en la colección permanente de la biblioteca Ludwig von Mises de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Keckeissen, Joseph E. The Meanings of Economic Law. New York University, NY.1976.
[4] Selgin, George A. Praxeology and Understanding: An Analysis of the Controversy in Austrian Economics. The Ludwig von Mises Institute, 1990. Página 13.
[5] Op. cit. Página 14.
[6] Mises, Ludwig von. The Ultimate Foundation of Economic Science. The Foundation for Economic Education. Irvington-on-Hudson, New York. Segunda reimpresión, 2002. Página 15.
[7] Mises, Ludwig von. The Ultimate Foundation of Economic Science. The Foundation for Economic Education. Irvington-on-Hudson, New York. Segunda reimpresión, 2002. Página 45.
[8] Mises, Ludwig von. La Acción Humana: tratado de Economía. 6ta. Edición. Unión Editorial. Madrid, España. 2001. Página 44.
[9] Op. cit. Página 48.
[10] Mises, Ludwig von. The Ultimate Foundation of Economic Science. The Foundation for Economic Education. Irvington-on-Hudson, New York. Segunda reimpresión, 2002. Página 11.
[11] Op cit. Página 73.
[12] Mises, Ludwig von. La Acción Humana: tratado de Economía. 6ta. Edición. Unión Editorial. Madrid, España. 2001. Página 166.
[13] Rothbard, Murray, “In Defense of Extreme Apriorism””, Southern Economic Journal 23, No.3 (January, 1957): 314 – 320. Citado en Selgin, George. Praxeology and Understanding. The Ludwig von Mises Institute. Auburn, Alabama. 1990. Página. 14.
[14] Mises, Ludwig von. Teoría e Historia: una interpretación de la evolución social y económica. Unión Editorial. Madrid, España. 2003. Páginas 284 y 285.
[15] Mises, Ludwig von. La Acción Humana: tratado de Economía. 6ta. Edición. Unión Editorial. Madrid, España. 2001. Página 16.
[16] Op.cit. Página 62.
[17] Mises, Ludwig von. La Acción Humana: tratado de Economía. 6ta. Edición. Unión Editorial. Madrid, España. 2001. Página 83 y 84.
[18] Mises, Ludwig von. La Acción Humana: tratado de Economía. 6ta. Edición. Unión Editorial. Madrid, España. 2001. Página 117.