Por el neoliberalismo y contra el mercantilismo


María José Leal y Bianca Zarco*

 

 

Introducción

 

A lo largo del tiempo ha existido un interés de la praxeología en desarrollar teorías para mejorar la economía, en especial en los países de Latinoamérica y el Caribe. Los Jesuitas proponen un punto de vista que critica el neoliberalismo. Cometieron un gran error, ya que confundieron el término neoliberalismo con lo que actualmente se conoce como mercantilismo. Inician su carta y documento de trabajo afirmando que “las medidas económicas aplicadas en los últimos años en todos los países Latinoamericanos y el Caribe… “han provocado “el empobrecimiento de millones de latinoamericanos…” Ellos hacen referencia a lo que se conoce como el neoliberalismo pero Manuel Ayau afirma que “[e]l mercantilismo fue el sistema económico que existió en Europa en el siglo XVI y XVII y que heredamos de España. Ha prevalecido en Latinoamérica desde época colonial y continúa tan campante.” De esta manera iniciamos la crítica ante el medio escrito elaborado por los Jesuitas, afirmando que los Jesuitas hacen referencia a lo que se conoce como Mercantilismo y no Neoliberalismo, ya que esta propuesta no se ha aplicado a lo largo del tiempo en los países Latinoamericanos y el Caribe.

 

El mercantilismo se puede resumir en las nueve reglas de Von Hornick:

 

·         Que cada pulgada del suelo de un país se utilice para la agricultura, la minería o las manufacturas.

·         Que todas las primeras materias que se encuentren en un país se utilicen en las manufacturas nacionales, porque los bienes acabados tienen un valor mayor que las materias primas

·         Que se fomente una población grande y trabajadora.

·         Que se prohíban todas las exportaciones de oro y plata y que todo el dinero nacional se mantenga en circulación.

·         Que se obstaculicen tanto cuanto sea posible todas las importaciones de bienes extranjeros

·         Que donde sean indispensables determinadas importaciones deban obtenerse de primera mano, a cambio de otros bienes nacionales, y no de oro y plata.

·         Que en la medida que sea posible las importaciones se limiten a las primeras materias que puedan acabarse en el país.

·         Que se busquen constantemente las oportunidades para vender el excedente de manufacturas de un país a los extranjeros, en la medida necesaria, a cambio de oro y plata.

·         Que no se permita ninguna importación si los bienes que se importan existen de modo suficiente y adecuado en el país.

 

El neoliberalismo no apoya estas ideas, sino que propone las siguientes (Lozano.2006):

·         La desregulación, medio que elimina parte de los controles oficiales a favor de la producción privada de bienes y servicios.

·         Desincorporación de entidades públicas.

·         Venta de bienes de inversión a particulares.

·         Concesión a la iniciativa privada de servicios, principalmente los de comunicaciones y transportes.

·         Eliminación de subsidios

·         Adelgazamiento del aparato burocrático.

·         Crecimiento del Ejercito Industrial de Reserva

 

Estas características del Neoliberalismo son notablemente distintas a la concepción de los Jesuitas, es más, se acercan a lo que es el Mercantilismo. En su carta, los Jesuitas exageran los efectos dañinos de lo que ellos nombran neoliberalismo, afirmando que a partir de la aplicación de esta propuesta se ha empobrecido más el pueblo a través de la quiebra de miles de pequeñas empresas, expansión del narcotráfico, aumento de la criminalidad, la introducción de la globalización empresarial, entre otros. Lastimosamente, estos efectos son una realidad en Latinoamérica y en el Caribe, pero no son efectos del neoliberalismo, sino que son efectos impuestos por la realidad del mercantilismo.

 

Ideas centrales

 

Es inevitable el deseo del hombre de considerar la ética en el mercado, ya que esta es  una preocupación que puede aumentar o delimitar la cooperación social. Siendo el mercado una ideología que debe responder a una sociedad integrada por personas que cooperan, es necesario abarcar el tema de la ética en el mercado. Los Jesuitas demuestran su preocupación: “Nuestra preocupación principal…es de orden ético y religioso”. He aquí un conflicto con lo que proponen porque toman una postura religiosa ante el mercado, pero aunque esta entidad si toma en cuenta la ética, esta no está enlazada con los valores religiosos. De lo que sí se trata es de igualdad y libertad en el mercado, donde Fred E. Foldvary afirma que la “Igualdad moral no significa igualdad de derecho a los bienes producidos a través del proceso económico, sino igualdad de derecho a estar libres de coerción por parte de los demás”. Libertad se puede definir negativamente con lo que expresa Hayek que reconoce la libertad como la ausencia de coacción por parte de un tercero.

 

“Una persona es libre cuando puede comprar, producir y vender cualquier bien o servicio que desee, sin ninguna intervención arbitraria por parte de los demás. El mercado es libre cuando todos los individuos que participan en él gozan de dicha libertad…” (Foldvary, 1978) y como el mercado libre, propuesta del neoliberalismo, debe cuidar y defender a las personas libres es necesario que el mercado sea moral, ya que un mercado libre debe ser libre de coerción.

 

Los Jesuitas, que componen parte de una institución religiosa dicen “queremos una sociedad justa, donde cada persona tenga lo esencial para que pueda vivir en dignidad según la gracia de Dios” (Jesuitas: Por la vida y contra el neoliberalismo) Este deseo está bien planteado, pero va en contra de la preocupación ética existente sobre el libre mercado. Esto se fundamenta con la afirmación de Fred E. Foldvary; “Si a algunas gentes no les place la adjudicación de recursos en un mercado libre particular, tienen derecho a disfrutar de sus opiniones, pero no tienen derecho a imponérselas a la fuerza a los demás”. Por esta razón se puede atestiguar que este documento es anti-ético, por el simple hecho que los Jesuitas intentan imponer sus creencias religiosas y de esta manera están siendo agentes de una coerción en el mercado libre. Por otro lado, no es ético porque no todas las personas en los países Latinoamericanos y del Caribe comparten las creencias de los Jesuitas, por ejemplo en Guatemala existen cuatro grupos culturales (xinca, maya, ladino y garífuna) con diferentes concepciones religiosos que no se acercan a lo que piensan los Jesuitas. Imponer una propuesta de los Jesuitas que favorece las creencias de ellos a la economía en estos países seria una coacción que va en contra de lo que es el neoliberalismo y el mercado libre. Fred Foldvary concluye este punto al decir que“[e]l argumento en pro de la libertad económica está fundamentado en una base moral sólida: el mercado, libre de toda coerción, es la única forma ética del mercado.”

 

Los jesuitas reclaman que el neoliberalismo “deja sin embargo a multitudes en la pobreza,” pero de nuevo esto es una afirmación que responde al mercantilismo. El neoliberalismo, en cambio, promueve el mercado, poniendo el capital en las manos de cada quien para que se enriquezcan. Ayau quién elaboró un ensayo titulado mercantilismo versus mercado afirma que, “[e]l empresario gana cuando produce a un costo menor que el precio de mercado y pierde cuando el valor de los recursos sociales consumidos tiene un valor mayor que el producto logrado. Quien más gana es quién más recursos economiza. Paradójicamente, los trabajadores que más ganan en una economía de mercado son aquellos que más reducen el costo de mano de obra. En cambio en una economía mercantilista, quien más gana es quien saca mayor ventaja de los demás, gracias al respaldo de las leyes que protegen o fomentan su actividad”.

 

Así, se puede afirman que el mercantilismo es la ideología que favorece a unos y no a otros, resultando en la pobreza de las masas. Al contrario, el neoliberalismo que protege los derechos individuales, permite el aumento de la riqueza general a través del progreso, que es una fase social en la cual los individuos están libres para mejorar su estado económico y lo hacen a través del proceso descrito anteriormente por Manuel Ayau.

 

Afirman los jesuitas que el neoliberalismo es la causa de que las empresas pequeñas desaparezcan del mercado como consecuencia de abrir sin restricciones las fronteras a mercancías, capitales y flujos financieros. Esto contiene cierta veracidad ya que inevitablemente pequeñas empresas van a desaparecer al introducir nuevos y mejores bienes y servicios. Lo que los jesuitas no toman en cuenta es que el consumidor tiene el derecho de elegir entre esos bienes y la causa de la quiebra de pequeñas empresas será por la preferencia del consumidor y no por abrir sin restricciones las fronteras. Por otro lado los Jesuitas no toman en cuenta lo que este criterio va a favorecer en el mercado. Existe la ley de asociación o como lo describe David Ricardo “ley de costos comparados” que va a fortalecer la competencia que se da en el mercado entre naciones o individuos de esta manera, mejorando la calidad y los precios de los bienes y servicios a nivel mundial.

 

En la carta titulada Jesuitas por la vida y contra el neoliberalismo se reclama que “el mercado… pasa a ser el medio, el método y el fin que gobiernan las relaciones de los seres humanos.” Esto se puede rechazar primordialmente afirmando que en un ambiente neoliberal el mercado funciona en un ambiente de libre mercado donde las relaciones de los seres humanos se establecen a los criterios de los individuos. Adicionalmente desde la postura de Mises se puede refutar por completo esta afirmación ya que él dice que algo no puede ser un medio al mismo tiempo que es un fin. Un medio es cualquier cosa que el hombre manipula para alcanzar una meta, un objetivo o un fin trazado, mientras que, un fin es lo que el hombre persigue. La afirmación de los Jesuitas no tiene sentido en cuanto a que el hombre no puede utilizar y perseguir la misma cosa, porque si lo está persiguiendo es porque no lo tiene a su disposición.

 

En la carta se argumenta que el neoliberalismo origina el crecimiento económico pero lo hace sin tomar en cuenta la armonía de los hombres y mujeres con la creación como el objetivo de la economía. Para principiar la economía está definida como una ciencia social que estudia la actividad humana en cuanto a los procesos de producción, intercambio, distribución y consumo de bienes y servicios. (Wikipedia, 2007) La economía, indudablemente deja afuera la preocupación por las relaciones humanas en cuanto a cómo deberían de ser. Es innegable que el neoliberalismo promueve la armonía pero esta no es impuesta ya que sería una violación a la libertad de cada quién y por lo tanto es una amenaza para su doctrina.

 

Los jesuitas concluyen que como consecuencia del neoliberalismo se restringe la intervención del estado hasta sustraerlo de su función de proporcionarle a todos los seres humanos los bines mínimos que merecen. Esto es completamente falso, porque solamente se van a eliminar las funciones del Estado que han sido dañinas para la economía de la población. Incluso restringen la intervención del Estado pero sólo como productor de bienes y servicios estratégicos ya que las empresas del estado no son lucrativas y al privatizarlos se vuelve un negocio que si genera riqueza. De igual manera, el estado no sabe cuáles son las preferencias de los consumidores por lo que no pueden decidir por ellos adecuadamente.

 

Los Jesuitas cometen un error al decir que los neoliberales “privatizan empresas con el criterio de que en todos los casos el estado es mal administrador.” Esta ideología está en contra de lo mencionado anteriormente mente porque de esta manera se monopolizan las empresas ya que, al privatizar, así como lo entienden los jesuitas, se favorece a alguien. El neoliberalismo si propone la privatización de las empresas del estado que han sido una amenaza a la economía pero privatizan con competencia promoviendo de nuevo la ley de costos comparados de David Ricardo, y así se mejora la calidad y los precios de los bienes y servicios.

 

En su carta falsamente acusan a los neoliberales de liberar a los grupos poderosos de impuestos hasta provocar una concentración mayor de la riqueza y del poder económico. Lo que realmente hace el neoliberalismo es reducir los impuestos para estimular la inversión de los capitalistas. Esto significa, la generación de nuevas empresas lucrativas que incitan el crecimiento económico. Desde luego, se generará más oportunidad de trabajo, más bienes y servicios para los consumidores y un mayor nivel de vida para todos.

 

Existen propuestas colectivistas que favorecen la redistribución de la riqueza por parte del estado, los jesuitas apoyan esta incoherencia. Llegan al colmo de decir que por no apoyar su propuesta los neoliberales causan la desigualdad socioeconómica. Es un error pensar que un ente institucional puede llegar a controlar las cuentas personales de todas las personas en el país. La desigualdad económica es debida a la toma de decisiones del individuo a diario y no debida al gobierno. La única manera en que el gobierno puede afectar el equilibrio de la riqueza es a través de la protección estatal y la censura de la competencia, y esto llega a ser una intervención del estado, no apoyada por el neoliberalismo porque seguramente es mal administrador.

 

Es indiscutible que en las áreas de educación, ciencia y tecnología, salud y pobreza los países Latinoamericanos y del Caribe están destruidos. Como naturaleza de los seres humanos de culpar a otro por sus derrotas los jesuitas culpan al neoliberalismo por esta destrucción. Estas fallas no son debidas a la descentralización del gobierno o a los criterios postulados por el neoliberalismo sino que son efectos del mercantilismo, de la mala distribución o utilización de los impuestos y por la corrupción y robo por parte de los que toma el poder político en estos países, por ejemplo, Alfonso Portillo quien robó millones en Guatemala.

 

En general, se puede afirmar que la oportunidad de trabajo en los países tercermundistas se encuentra en un nivel bajo, dejando fuera a toda aquella persona que quiera superarse por su propia cuenta. Los Jesuitas comparten este punto de vista al comunicar sus preocupaciones sobre la miseria en estos países. El punto donde se difieren, es que culpan al neoliberalismo por este descontento popular. Realmente, la miseria es efecto o consecuencia de otros factores que no están relacionados al neoliberalismo, sino que se acerca a la actualidad gubernamental del Caribe y Latinoamérica, siendo este el mercantilismo. Lo que realmente causa la pobreza es la protección estatal y la censura de competencia, por lo tanto no es una corriente económica lo que conlleva a la miseria.

 

El asunto de los salarios mínimos, que es en el presente una protección estatal, ha sido causa del desempleo en muchos países. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE (Carta Económica, 2004), señala que los salarios mínimos generan inconvenientes en el mercado laboral y no son eficaces para combatir la pobreza. Se ha llegado a esta conclusión por los efectos que han tenido los salarios mínimos en diversos lugares del mundo. Uno de los efectos consiste en la pobreza, ya que los salarios mínimos obligan a empresarios a pagar salarios por encima de la taza que actualmente estaban pagando, causando el desempleo de aquellos empleados que ya no pueden pagar según lo permite su presupuesto. Por otro lado, se puede afirmar que los salarios mínimos aumentan la economía informal, porque los ciudadanos van a aceptar cualquier puesto que les va a dar algún monto de moneda, aunque sea menor que el salario mínimo. Lastimosamente, los trabajadores que se encuentran en el sector informal van a recibir una reducción en su salario, lo que se conoce como el efecto de difusión. A pesar de que los Jesuitas desean crear una solución a la miseria, no lo van a lograr con su propuesta de la política laboral.

 

En su propuesta de “la equidad de género”, los Jesuitas plantean que se debe educar a las personas para que se pueda impulsar un cambio en la visión con tendencias al machismo existentes en los países del Caribe y Latinoamérica. Es claro que desean igualar al hombre y a la mujer, pero al hacer esto estarían cometiendo un gran error. Para iniciar el hombre no es igual a la mujer, difieren en su composición física como también en los factores psicológicos. Por ejemplo, el complejo de Edipo es completamente distinto en el hombre, tan distinto que existen explicaciones del complejo de Edipo para las mujeres que reciben el título de “el complejo de Elektra”. Es imposible igualar dos entidades que por naturaleza son desiguales, un banano no se puede comparar con la vainilla. Por otro lado, muchos pensadores afirman que la

Igualdad sólo se puede dar ante la ley y en pocas ocasiones.

 

 

Conclusión

 

Dios no juega ni un papel en el neoliberalismo. A nadie se le está perjudicando con esta propuesta económica, sino los libera de la corrupción impedida por el estado. Los Jesuitas pueden regalar lo que quieran, pero no es justo quitarles a unos que han ganado sus bienes para regalarle a los pobres que no han hecho el esfuerzo para conseguir una educación que se les ofrece gratuitamente para poder conseguir un empleo que pague más. Por otro lado, se debe reafirmar que la carta de los Jesuitas analiza la actualidad de los países del Caribe y de Latinoamérica, los cuales se ven perjudicados y afectados negativamente por el mercantilismo.

 

El mercado es una entidad que funciona sin la necesidad de la intervención de terceros. Existe la mano invisible, que es una idea filosófica de Adam Smith, que explica la asignación de los bienes por parte del mercado libre, donde el mercado se encuentra en mejor estado mientras menos intervención hay; es una especie de orden que se establece por parte de una identidad metafísica. Si fuera este el Dios de los Jesuitas, estaría perfectamente correcto decir que Dios debería de mandar en la economía.

 

*María José Leal y Bianca Zarco son estudiantes del Departamento de Psicología de la Universidad Francisco Marroquín.

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